martes, 29 de diciembre de 2015


Ya varias veces he escuchado: "publica un libro", como si se tratase de perder alguna clase de virginidad literaria. Ahora, sin contrato renovado, sale a flote una necesidad práctica: "encuentra un trabajo". Frases con las que vamos armando el gran puzzle de nuestra vida moderna. La diferencia recae en la motivación y necesidad de cada frase, y su efecto en la realidad. Publicar un libro no es una necesidad vital. Resulta más bien una suerte de capricho personal, un deseo del ego, un deseo de dar a conocer algo o, si somos más sofisticados y pretenciosos, de exorcisar lo escrito dándole una dimensión más pública. Encontrar un trabajo, en cambio, resulta una necesidad para la supervivencia en el sistema de cosas, aquel imperativo que devela nuestra condición mendicante. Pero, visto de otra manera, debiera ser, idealmente, la forma en que cada quien se realiza en vida. Encontrar el equilibrio entre aquella necesidad del ego y la necesidad vital. Entre medio de esas dos necesidades se vive, se piensa. Ese justo medio se llama ocio. La línea de fuego entre las expectativas del mundo y las expectativas propias. La mayor parte del tiempo vivimos en ese fuego cruzado.