martes, 7 de febrero de 2023

Archivos revelados de Thomas Pynchon: la sombra de su figura y las claves secretas de su obra (para nuestro presente)

“Ahora es siempre el mismo, despierto o dormido; nunca deja de tener el mismo sueño, ya no hay diferencia entre ambos mundos: para él existe solo uno”. El arcoíris de gravedad, Thomas Pynchon.

En enero, ha sido adquirido el archivo literario de Thomas Pynchon por parte de la Biblioteca Huntington de San Marino, California. El archivo comprende más de cuarenta cajas con material que data desde los años 50 hasta el año 2020. En su interior, se pueden encontrar manuscritos y borradores de todas sus novelas y muchas notas de investigación sobre cada uno de los temas que Pynchon abordó con profundidad enciclopédica: la cohetería de la Segunda Guerra Mundial, la física, la astronomía y la metafísica. Pese a esto, no se encontró nada más que material estrictamente literario. Todo lo referente a la vida íntima y personal de Pynchon no aparece por ninguna parte. No por nada se le sigue conociendo, hasta el día de hoy, como el “escritor invisible”, y yo lo llamaría también “el escritor de las conspiraciones”.

Karla Nielsen, la curadora literaria de la biblioteca, se refirió al archivo y dijo que refleja la postura de Pynchon. "A través de toda su vida, ha hecho un verdadero esfuerzo para que el foco esté puesto en su obra", respondió Nielsen, ante las preguntas que apuntaban a algún archivo sobre su biografía. Tal cual como señaló Boris Kachka sobre el escritor: "Él ha dicho que quiere mantener ocupados a los académicos durante varias generaciones; pero, privados de todo retazo de historia, los estudiosos de Pynchon se ven convertidos en stalkers".Por su parte, Sandra Brooke, directora de la biblioteca Huntington, ha afirmado que gran parte del archivo sobre la obra total de Pynchon iba a estar disponible mientras él siguiese con vida.Todo aquello que revele ese archivo será determinado por los investigadores académicos de su obra.

De todos modos, una acuciosa lectura de algunas de sus novelas, entre ellas, El arcoíris de gravedad y Contraluz, nos permite hacernos una idea sobre el imaginario subyacente al universo creado por el escritor. A mi juicio, algunos de los tópicos más importantes que incorpora Pynchon a su estilo son la decadencia de la historia existente, la desintegración del lenguaje, la ruptura de los sistemas en los que el ser humano vive atrapado y también la ausencia del significado trascendente de la vida (nihilismo) y la manipulación tecnológica (transhumanismo) mediante el control ejercido por Estados Unidos (que bien sabemos tiene detrás suyo al Estado profundo, manejado por un complejo conglomerado de elites y entidades internacionales). Al advertir cada uno de esos tópicos en la obra de Pynchon, pareciera que él hubiera incorporado esas sub tramas a propósito, con el fin de denunciar lo que estaba ocurriendo realmente en su época, a nivel histórico.

En El arcoíris de gravedad se hallan, tal vez, algunos de los elementos más resonantes con nuestra actual coyuntura. Se habla de mundos que se encuentran dentro de otros mundos y de una realidad, falsa, ficticia, una especie de simulación, donde las cosas no son lo que parecen y también habla mucho del sentirse observado, manipulado constantemente, ese sentimiento de esclavitud por parte de agentes superiores y desconocidos.

En Vineland, otra de sus grandes novelas, se relata la historia de un agente del FBI implicado en un proyecto llamado Cointelpro, un programa de contrainteligencia de varios experimentos y proyectos secretos llevados a cabo por Estados Unidos. Si uno indaga en la descripción literaria de Cointelpro, se dará cuenta que guarda mucha similitud con el modus operandi de algunos programas ilegales ejecutados en la realidad, tales como la manipulación de determinados discursos sociales para manipular a las masas y conducirlas hacia cierta dirección en pos de objetivos políticos.

En Contraluz, una de sus novelas más crípticas, se hace mención a Nikola Tesla y también se dan a conocer algunos supuestos misterios que habrían dado inicio a la Primera Guerra Mundial y que permanecen ocultos a la historia oficial.

Frente al esoterismo que encierra su monumental obra, liberada por el archivo de la biblioteca, se sitúa, entonces, la gran incógnita sobre su vida. ¿Cómo es posible que un autor con una obra de esta envergadura se mantenga tan discreto, al punto de pasar desapercibido y hacerse prácticamente “invisible” para el ojo público? Se trata de una interrogante que todavía nos inquieta. Incluso, algunos han especulado que Pynchon no existe, que no es una persona, que es una entidad metafísica, una especie de “escritor ente” que modifica su obra a su antojo, para ocultarles las claves de cada una de sus obras a la gente; otros piensan que detrás de Pynchon, como Homero, no hay un hombre sino que varios, que se trata de un grupo de personas del gobierno de Estados Unidos, filtrando información confidencial con fines desconocidos. En definitiva, una figura imaginaria para influir sobre cierta masa crítica.

Sea como fuere, Thomas Pynchon es un auténtico enigma de la literatura. Su figura seguirá en las sombras, pero su obra permanece cual signo de interrogación sobre sus posibles lectores. La clave para poder descifrar los códigos subyacentes a su obra e interpretarlos a la luz de nuestro nuevo enclave de realidad, puede que esté en la siguiente sentencia: “si logran que formules las preguntas equivocadas, no tienen que preocuparse por las respuestas”. Pynchon llama a hacernos las preguntas correctas, para poder formular las respuestas que necesitamos. En eso reside todo. Esa es, a mi juicio, la clave de todo.



Bienvenido Bob, Gabriel Zaliasnisk

El fallecido escritor uruguayo Juan Carlos Onetti, en su cuento homónimo al título de esta columna, narra de manera aguda el paso inexorable del tiempo en un personaje que se desdobla, Bob el joven, y Roberto el adulto, un personaje que “tiene motivos para creer en lo extraordinario suyo. Creer que ha salvado muchas cosas del naufragio. Pero no es cierto”.

Recordé esta historia por su conexión alegórica entre el desgaste producido en el ser humano con el transcurso de los años y el derrumbe institucional de nuestro país. De hecho, el cuento puede ser leído como una metáfora de nuestra decadencia, agravada por la incapacidad para gobernar exhibida por una generación que hizo del activismo universitario una vocación de vida, ignorando la necesidad que, en una etapa más madura, ella se expresara en mínimas habilidades de conducción del estado.

Así, este último año hemos visto como las consignas y slogans, los Instagram lives, el uso compulsivo de redes sociales y en general la inmediatez y fugacidad de éstas, no pudieron disimular la incompetencia de quienes hoy nos gobiernan. La imagen del Presidente de vacaciones entremezclándose con pasajeros en un avión comercial o haciendo compras en un supermercado mientras el sur de Chile ardía, resulta no solo perturbadora, sino nuevamente contradictoria con sus propios tuits en catástrofes anteriores. Son precisamente estos mensajes los que han envejecido mal, al igual que quienes los suscribían, revelando el naufragio moral con el paso de los años.

La larga lista de errores refleja un problema sistémico que se expresa en todos los ámbitos del quehacer gubernamental. Gobernar requiere destrezas con las que no cuentan los cuadros de Apruebo Dignidad. Por ello, primero a regañadientes, y ahora con desesperación, acuden a las despreciadas filas de la ex Concertación, hoy “socialismo democrático”, nombre que acentúa el poco compromiso democrático de la extrema izquierda.

De allí que el renovado proceso constituyente sirve como cortafuegos para alejar la atención de los problemas cotidianos, sean económicos, de seguridad pública y/o delincuencia, que acrecientan el desplome de la coalición gobernante. En este sentido la disputa por conformar una o dos listas -una de ellas la lista del indulto como la denominó el exsenador Girardi- muestra hasta qué punto la paulatina descomposición de los cimientos del novel Frente Amplio impidió dar paso a un adulto Apruebo Dignidad. La supuesta superioridad moral esgrimida ha sido una consigna más que no resistió la prueba del tiempo.

Parafraseando a Onetti, “todo el tiempo pensando en Bob, en su pureza, su fe, en la audacia de sus pasados sueños. Pensando en el Bob que amaba la música, en el Bob que planeaba ennoblecer la vida de los hombres (…..); el Bob que proclamaba la lucha de los jóvenes contra los viejos, el Bob dueño del futuro y del mundo”, fue insuficiente.

Por Gabriel Zaliasnik, profesor de Derecho Penal, Facultad de Derecho U. de Chile