sábado, 18 de junio de 2022

El viernes me regalaron, de parte del colegio, un lápiz pasta negro, en una pequeña cajita. "tome profe, una atención por el día del padre...", me dijo la secretaria al paso, como esperándome, cuando iba saliendo de la sala. "-... o por el futuro padre" agregó enseguida, al verme la cara, francamente sorprendido. Agradecí el presente, sin más, y seguí mi camino. ¿Qué cosas podría escribir con este nuevo lápiz obsequiado por motivo del día del padre? ¿El obsequio habrá sido irónico, sin desearlo? ¿O una señal de que nunca es tarde? Lo que salga de ahí, lo que la tinta de ese lápiz pueda engendrar podría responder estas enigmáticas preguntas y, a su vez, lo que pueda salir escrito de allí podría considerarse, en efecto, una creación, una especie de hijo inmaterial, una creatura, eso sí, nunca inocente.
La Modernidad, esa "noche triunfante" para Alexander Dugin.

¿Las armas las carga el Diablo?

“Eliminar la oportunidad de que alguien se defienda armado en su propia casa es alterar toda la justicia que no solo está en el derecho sino que también en el más elemental sentido común. Desde el nacimiento de nuestra civilización, ese derecho a defenderse existe; existía en Roma en la ley de las 12 Tablas, en el famoso Digesto, en las Institutas de Justiniano. Naturalmente que Cicerón y otros grandes juristas de la época la invocaron, y más atrás, ya existía en la antigua y democrática Grecia. También en el derecho de los egipcios, en el derecho de los hebreos, en el derecho de los hindúes, en el derecho medieval y en el derecho canónico, en el derecho germánico y en el visigodo ¿Por qué tantos pueblos, por qué en tan diferentes épocas, por qué en culturas tan diversas se permite la defensa proporcional ante un ataque ilegítimo? Porque obedece a algo simple: obedece al sentido común. El presidente Boric lo que pretende, en la práctica, es eliminar este derecho reconocido desde siempre, por todos.” Tomás Mosciatti, en La opción del gobierno: hay que entregarse al delincuente

Al reciente proyecto de desarme de la población se sumó también el compadre progre de nuestro presidente, Trudeau, en Canadá, solo que ahí se trató de congelar la compraventa de armas y dejar las que hay, debidamente inscritas, en manos de particulares. ¿Qué pretenderá el presidente desarmando a la población, en un contexto en el que la delincuencia y la pérdida de seguridad se está desbordando? Mala señal, pésima señal para la ciudadanía, y luz verde para los narcos y los grupos criminales organizados que de ninguna manera harán caso del mandato estatal. ¿Acaso no entendió Boric que aquellos que hoy le declaran la guerra al Estado de Chile justamente lo hacen porque saben que están lo suficientemente armados para la ocasión? ¿No entendió la psicología inversa detrás de la prohibición en la tenencia de armas: más restricciones del gobierno, más mercado negro? El dicho de que “las armas las carga el Diablo”, al parecer, solo cuenta para los que son capaces de alborotar el infierno y pretender asaltar el cielo. Aquí viene a cuento el postulado 10 del “Decálogo del joven socialista” de Santiago Carrillo: “Ármate tú, mientras haces todo lo posible por desarmar a un enemigo”.