martes, 31 de mayo de 2016

El llamado constructivismo pedagógico, generalmente mal entendido y sobretodo mal aplicado, supone un escenario irreal en que todos y cada uno de los estudiantes poseen las mismas capacidades e intereses. Como cualquier otra postura o teoría académica necesita de su comprobación en "donde las papas queman", fuera de los cómodos salones universitarios, hacia las variopintas salas escolares. Supone sobretodo una suerte de laissez faire engañoso, en el cual los estudiantes dan rienda suelta con total libertad su capacidad imaginativa. Esas nuevas teorías constructivistas en la pedagogía son como el arte moderno: pretenden ser rupturistas copiando un modelo que solo en su época tuvo sentido, pero que prácticamente se pasan por la raja cualquier criterio o referente artístico. A otro perro con ese hueso. Primero hay que saberse las reglas, después romperlas, señoras y señores.