Desde chico, siempre me mantuve al margen. Era el que no salía en las fotos de los paseos de curso. El que no hablaba mucho. El que dibujaba a solas. De adolescente, me incliné por lo freak y lo alternativo. Era el que escuchaba música rara y escribía poesía. De grande, frecuenté otros círculos afines, pero nunca me sentí completamente parte de ningún grupo establecido. ¿Será mi carácter o personalidad? De todas formas, mi norte siempre estuvo en lo subterráneo, nunca en lo visible, en lo notorio, en lo mediático. Estoy unido al ejercicio de la escritura -afición eminentemente solitaria- desde el día uno.