sábado, 21 de julio de 2018

Murakami definía en Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, la apariencia de los llamados "sarariman", "hombres vestidos con traje y corbata", personificando a la masa impersonal y siniestra que no necesariamente resulta la antagonista de la historia sino que aquella que difiere de los intereses del protagonista. Lo del abogado Jaime Bassa en la comisión de Defensa Nacional recuerda un episodio murakamiano cualquiera. Los pequeños empleados con sus chaquetas y corbatas, no ostentaban su atuendo tanto por un signo de apariencia como de necesidad. El formalismo de la ropa lleva una marca de clase. Bassa al sacarse la chaqueta y no llevar corbata a la sesión, sencillamente demostró que no le hace falta ese formalismo. Su nutrido curriculum lo respalda. La soltura de cuerpo a la que aludía el diputado José Pérez no era otra cosa que una proyección. No concebía que uno "de su misma clase" no llevase su seña de identidad, traducido en ese tan transversal respeto a la institucionalidad. La soltura de cuerpo de Bassa fue su señal de autonomía, su propia forma de infringir las reglas del juego, pero todos sabemos que, en términos protocolares, y para cualquier clase de instancia solemne, ajena al individuo, el hábito sí hace al monje.