jueves, 20 de abril de 2023

A la salida del colegio, un cabro de un electivo de Cuarto, que casi nunca va a clases, fumaba muy relajado en una esquina. Pasé por ahí, me saludó al verme y pidió hablar conmigo. "Profe, venga", dijo. Me acerqué al cabro. "Profe, ¿qué le debo? Sé que no he ido a su ramo, por eso quiero ponerme al día", afirmó, con el pucho en la boca. "Pues, debe todo, estimado", le contesté, claro y escueto. "Con todo ¿se refiere a todo?", preguntó el cabro, esta vez, más preocupado. "Sí, todo", le volví a contestar. El cabro miró un momento hacia el vacío; luego, botó el pucho, exhaló lo poco que le quedaba de humo y asintió. "Ya, profe, ¿para cuándo le puedo entregar todo lo que debo?", me preguntó de nuevo, decidido. "Lo más pronto posible", le respondí. "Es decir, próxima semana". El cabro se metió las manos a los bolsillos, no sin antes mirarme fijamente. "Ok, profe", dijo. "¿Quiere uno?", preguntó, con el ánimo de ofrecerme un pucho. Le dije que no, que gracias, que no se olvidara de lo que debía. El cabro se echó a la boca el pucho que me había ofrecido, hizo un gesto de aprobación, se despidió y siguió fumando, tranquilamente. Lo miré a lo lejos, todavía parado en aquella esquina. Ojalá que el cabro recuerde hacer lo que debe, que eso que recuerde no se esfume como el humo de sus cigarrillos fumados luego de la cimarra, y que en aquello que olvide, no se le vaya la vida.
Tras los golpes, tras las infamias, los secretos impúdicos, las pasiones, los rencores, decidió que la única forma de coronar el despropósito, el último tiro de gracia y, a la vez, su último acto de amor eterno era volverse carne de texto, personaje de literatura.

"A destiempo. Reminiscencias e instantáneas, de Gabriel Palomo Ponce". Reseña crítica de Rudy Gómez Rivas

Partiré analizando el título que le da nombre a la obra de Gabriel Palomo. De entrada la palabra a destiempo da la idea de que algo se queda rezagado, algo no fue posible realizarlo a tiempo, está fuera de lugar. Y si esas definiciones las aplicamos a las narraciones que se discurren a lo largo de la obra, detectamos que hay una consonancia entre la realidad y lo que se lee. Qué somos, sino vagos recuerdos, estados inconclusos por un tiempo o porque, dentro del quehacer narrativo, se nos conmina a ser personajes. Somos seres que pertenecemos a otras dimensiones, a otros recovecos que de igual manera nos recuerdan con creces que siempre estamos debiendo, porque hay alrededor de esas historias, de esos personajes, una invención mucho más dolorosa que la propia realidad que les da vida: el tiempo. Un tiempo que nos sacude, que nos delata y en el peor de los casos nos deja sangrando, pues las heridas de un reloj que no detiene su marcha palpitan infinitamente.

En la obra de Palomo hay una retrospectiva e introspectiva que se reduce en narraciones disruptivas, porque en éstas, la literatura se cristaliza en formas creativas muy sutiles, poco convencionales. Narraciones que van contando al ritmo de un cuenta gotas el quehacer del pasado y cotidiano. Convoca a esos recuerdos que están latentes y que al nombrarlos desde diversas visiones forman la historia. Instantáneas que dan cuenta de lo que fuimos, somos y demarcan un seremos.

Hay en A destiempo: reminiscencias e instantáneas de Gabriel Palomo una suerte de tradición literaria que se practica a lo largo y ancho de Latinoamérica, y me refiero al cuento, a la narración. En muchos países de América Latina somos cuenteros. En las esquinas de barrio hacemos gala de contadores o narradores de historias, revivimos los momentos con los amigos o camaradas. Al leer la obra de Palomo nos recuerda esa tradición oral que va fijando la historia, sin querer, de los pueblos. Va forjando las venas por las que corre la sangre convertida en momentos e instantáneas de historias propias y ajenas.

El libro, sin duda alguna, tiene particularidades, que lo hacen diferente a otra obra de estados similares. En primera instancia, está esa cronología que la hace propia, ya que convierte a las ciudades, a los pueblos, a las personas y sus momentos en crónicas ávidas y llenas de imágenes reiteradas, porque son contadas desde otro tipo de lenguaje, desde otras invenciones lingüísticas que las hacen piezas de antología, donde la división entre lo real e imaginario es imperceptible. Otra cualidad es que su lectura, desde la concepción geométrica, como posibilidad dimensional, puede ser leída de forma alterna, mientras que, desde su concepción aritmética, de igual manera funciona una lectura consecutiva, ascendente o descendente, donde cada pieza narrativa puede o no estar conectada. Un tercer aspecto cualitativo, el cual me parece que le da mucho valor, que nutre desde diversas perspectivas y formas, es que son narraciones llenas de intertextualidades. Es fascinante encontrar a lo largo de las narraciones esos aportes de otros autores, nombres tan emblemáticos como Fernando Pessoa, José Emilio Pacheco, Roland Barthes, Bob Dylan, Martin Heidegger, Friedrich Nietzsche, Jorge Luis Borges, Roberto Arlt y otros tantos que, desde sus aciertos, desvaríos, locuras, le fueron dando forma a este mundo matraca y que, a lo largo de las narraciones sus cualidades humanas hacen construir cielos, infiernos, pistas de bailes, jugar a ser niños en una noche de Halloween y que, al ritmo del rock o de un DJ, bailamos, reímos, lloramos, anhelamos, soñamos y sufrimos.

Palomo nos limita a espacios, a geografías y fronteras y nos traslada a diversas latitudes, hace recorridos por México, Valparaíso, Argentina; pero deja claro que los lugares, al final de cuentas, no nos salvan de la tragicomedia que somos los seres humanos. Hablando de tragicomedias, estas narraciones hilvanadas con total prontitud y esmero hacen alarde de otro elemento, que, a juicio del lector, me parece fascinante: la crítica de lo urbano o de lo citadino. Tengo la sensación de que la mayoría de las obras literarias en algún momento recurren a ella, para denunciar, para criticar al sistema y hacerlo tambalear por momentos.

A destiempo: reminiscencias e instantáneas es una obra que, desde su concepción literaria, está determinada a perpetuarse en la historia, a perpetuar la historia, a que no sea olvidada y difuminada discrecionalmente por los avatares cotidianos, pero también está destinada a colocar los dedos sobre las llagas o heridas de una historia humana llena de tormentas, de granizos, de sacudidas que, al final de la jornada, dejan un caos; pero, evitando caer en una posición ilusoria, ese mismo caos convoca a la posibilidad, la posibilidad de ser parte de una historia que aún sigue construyéndose y construyéndonos.


Rudy Alfonzo Gomez Rivas

Docente, escritor, editor y gestor cultural

Aguacatán, Huehuetenango, Guatemala C.A. 20 de abril de 2023