martes, 28 de noviembre de 2023

Algo curioso es que mi polola me pide mucha ayuda en sus trabajos para la Universidad. Conforme crece el cariño y la atracción también lo hace el trabajo de edición, y eso me entusiasma. Vuelvo de un santiamén a aquellos trabajos universitarios de investigación, a la metodología científica y al formato de revista especializada, todos formatos que había dejado de lado, dada mi lejanía con el mundo académico y a mi mayor simpatía por el mundo literario y poético, si es que existe algo así, y que sean inseparables el uno del otro. Si mi polola ya sabe que lo mío es la escritura -al igual que otras en el pasado- de esa manera, consumo mi capacidad para redactar junto con mi capacidad para amar, aunque, debo reconocerlo, se me ha hecho cuesta arriba acostumbrarme al viejo formato de aquellos textos cuadrados, pero no menos desafiantes. Justo uno en el que estoy trabajando ahora -un ensayo sobre la depresión- me tiene ocupado. No quiero, por lo pronto, redundar en su contenido y me aboco a la forma del texto, que sea lo más genuina y acorde posible a la exigencia curricular. Ya otros textos académicos pasaron también por mis manos, textos y rostros que prefiero olvidar. Por ahora, solo viene a mí, evocada, tras cada ejercicio de palabra, la presencia de mi nuevo amor.