lunes, 1 de abril de 2024

“Destinos del alma” y el legado macabro de los libros de piel humana

La Universidad de Harvard ha retirado de su biblioteca un libro encuadernado con piel humana. El libro es del siglo XIX, se llama “Des Destinées de l' Ame” (Destinos del alma) y fue escrito por Arsene Houssaye. Durante el año 2014, se descubrió que el libro estaba revestido con la piel de una mujer mentalmente enferma que había fallecido de un ataque al corazón. Houssaye le habría regalado una copia a su amigo, el doctor Ludovic Bouland, y este habría usado la piel de su paciente con la excusa de que “un libro sobre el alma humana merecía tener una cubierta humana”.

La Universidad tomó esta decisión en respeto de “la dignidad de las personas”. Hay que considerar, sin embargo, que el libro estuvo allí más de noventa años. No fue hasta el 2014 que recién decidieron sacarlo, cuando se realizó un análisis científico que confirmaba el hallazgo de piel en su cubierta. En el año 2022, Harvard confirmó además la existencia de más de veinte mil restos humanos en su colección, desde esqueletos hasta dientes y pelos.

La práctica de encuadernar libros con piel humana era llamada “bibliopegia antropodérmica” y se remonta al siglo XVI. Era una práctica muy frecuente entre los médicos que tenían acceso a los cuerpos para realizar disecciones. Por eso, la Universidad advirtió el problema ético que implicaba contar con semejante material y actuó en consecuencia.

Al investigar un poco más sobre este extraño caso, se destaparon otros hallazgos de libros cubiertos por piel humana. Lo más escalofriante de todo es que “Destinos del alma” solo sería un libro entre muchos otros. Existe un libro que data de 1821 y documenta el asesinato de Eliza Balsum por parte de John Horwood. Se habría usado la piel del asesino para tapar el libro sobre su caso. Los familiares del occiso alegaron que dicho encuadernamiento era un acto de venganza post mortem.

Existen otros libros que también están hechos de la piel de asesinos. Uno de ellos versa sobre William Burke, quien mató a más de quince personas, solo para poder vender sus cuerpos. El libro es de bolsillo y está compuesto de notas personales. En su interior está registrada la fecha de la ejecución de Burke: 1829. Otro asesino cuya piel cubrió el libro sobre su crimen, fue William Corder, quien mató a una mujer llamada María Marten, en un caso conocido como “El asesinato del granero rojo”. La historia de este caso llegó a inspirar algunas canciones y obras dramáticas, de modo que el asesino, paradójicamente, acabó inmortalizado. Qué irónico: matar para luego morir condenado y vivir eternamente en la piel del libro sobre tu vida que otros leerán con morbo.

Nunca se supo cómo fue que la piel del asesino fue usada para encuadernar estos libros. Se trata de un misterio solo equiparable a un relato digno del universo de Lovecraft: las bibliotecas como portales hacia el terror materialista. Ahora ¿Quién puede asegurar, a ciencia cierta, que algún libro de nuestra propia biblioteca personal no contenga un mínimo residuo humano? ¿Se ha hecho acaso, al momento de adquirir los libros de la colección, algún examen riguroso de bibliopegia? La sola idea de que, al menos una vez en nuestra vida, hayamos tenido en nuestras manos un libro con materia humana, resulta espeluznante. De seguro, caro lector, para la próxima vitrina tendrá más cuidado al consultar de qué material está hecho el libro que le interesa.