viernes, 17 de noviembre de 2017

Géminis

Busqué el significado del signo Géminis. En específico, el arquetipo de carácter. Aparece asociado como símbolo al cuestionador, al pensador, al vagabundo, y, además, en relación a los oficios, aparece asociado al cuentacuentos, al periodista, al profesor, al escritor, al mensajero, pero también, al comediante, al bufón, al embaucador. Una manera narcisa de imprimirle alguna clase de misticismo a lo que en términos psicológicos solo correspondería a una obsesión neurótica, o bien, a lo que en términos existenciales, solo correspondería a la sublimación de un estado constante de insatisfacción. Cavilaba sobre eso mientras me veía de repente hurgando caprichosamente en el horóscopo como pretexto para comenzar a escribir la próxima condenada línea, fuera esta un cuento o una pura farsa.

Estación Silencio

Me pedían en la mañana durante la hora de permanencia terminar el recuento de los contenidos del año, en el fondo para llenar el tiempo muerto dejado por la salida de los cuartos medios. Cabeza gacha en la sala de profes, solo uno mismo, el espacio cerrado y la pantalla. De repente entra la auxiliar del aseo para sentarse a almorzar. En el lapso de unos quince minutos ninguno de los dos dirige palabra alguna. Ella, demasiado preocupada de acabar de comer su colación de a luca. Yo, demasiado inserto en el contenido del documento Word. Como era predecible, el silencio se hacía extenuante. Uno de los dos tenía que romper ese hielo, merced a una tensión solapada que se intuía conforme corría el tiempo en esa sala encerrada. Ella finalmente fue quien lo hizo. La primera palabra fue respecto al calor “infernal” de afuera. Luego la comunicación se iba atropellando entre los últimos bocados, y las líneas que pretendían rellenar la pauta del recuento de contenidos, a modo de clímax casualmente concertado, para darle cierto ritmo aleatorio a la conversación. La cuestión se hacía intermitente, una vez la auxiliar acababa su comida y uno dejaba el documento a un lado, para esperar el tiempo oportuno de salida. Ella intuyó ese momento y comenzaba a hablar cuestiones más personales. Por ejemplo, la típica. Sobre por qué había elegido la pedagogía. Por las letras, le respondí, escuetamente. Hasta que se dio cuenta que en la pantalla del notebook se podían vislumbrar unos poemas, googleados a la rápida por su servidor, francamente producto del aburrimiento y de la curiosidad dispersa. Ella no decía nada, a medida que bajaba el cursor para la lectura silenciosa. Entonces resolvió hablar sobre su padre. Decía que era un artista nato (sic), ya que era un aficionado a la lectura (cosa que ella detestaba), un guitarrista y, por si fuera poco, un poeta. De hecho, confirmó que su padre había sacado hace poco un poemario llamado, según ella, Estación Silencio. No quise preguntarle nada, todavía con el recuento de contenidos en mente, y la fingida lectura atenta de los poemas en la pantalla. Pero di vuelta la mirada, y en ese instante replicó que su padre podría aparecer en cualquier momento en alguna librería, o en algún lado donde acostumbraran a recitar “casi por amor al arte”. Esperaba que me explayara, pero no hacía otra cosa que asentir sus palabras, propiciando el momento de dirigir la conversación hacia su final abrupto. Lo paraverbal iba siendo el verdadero protagonista de este encuentro atropellado. Así ella se incorporaba para arreglarse y volver a su labor luego de haber reposado lo suficiente durante el lapso de nuestra conversación. Antes de que se fuera, y dejando a un lado la lectura apócrifa de esos poemas después de la caída de la conexión a internet, resolví preguntarle cómo se llamaba su padre, tal vez interesado con la referencia, o como una forma de compensar inconscientemente la falta de atención. Al escuchar la pregunta, volteó su rostro con una mirada seca y dijo que de ahí me diría, que a él solo le gustaba que lo conocieran por su apodo. El nombre del poemario de aquel padre, poeta desconocido, se había vuelto una suerte de paratexto. No restaba otra cosa, después de todo, que el silencio de la situación inicial.