lunes, 19 de febrero de 2024

Breve crítica a la escatología del liberalismo, Guillermo Mas Arellano (fragmento)

"Contra el relativismo lingüístico que postula la contingencia conceptual de las lenguas se erige la unidad trascendente de las religiones nacidas de la revelación en su rango esotérico profundo. Ese conocimiento hermético se ha mantenido a salvo por algo superior a cualquier variación verbal: en los mitos y símbolos atemporales. Gracias a esos soportes materiales de lo eterno, los dioses del pasado aún pueden vivir en el presente; y si no lo hacen, como en efecto sucede en nuestros días, es únicamente por culpa nuestra, pero estamos a tiempo de llamarlos para que hagan su aparición en el futuro. Es necesario invocarlos con la palabra precisa, el símbolo adecuado, el gesto otorgado por la revelación."

La poesía, los poetas y el Minotauro (relectura del mito)

Tarde se sabe que la poesía es un club en el que abundan también las traiciones, los secretos no dichos y las cuentas pendientes. El otro día vi un video de una entrevista a Cortázar. Decía que el Minotauro era el poeta al cual la propia sociedad encerraba en un laberinto, y que Teseo, el pretendido héroe, era el mercenario del orden establecido, encomendado a aniquilar al poeta, al creador. Hay, en cambio, otra lectura posible. Puede ser que incluso, en muchas ocasiones, sean los mismos poetas los lacayos del orden, los creadores de laberintos, al dejarse seducir por las sirenas de la ideología, y que, henchidos de cínico heroísmo, desplacen a aquel camarada de letras que no sucumbió al encanto, volviéndolo un monstruo afásico, sin voz ni presencia en el campo de los discursos. En la medida que se le deshumaniza y adquiere dimensiones grotescas, dichos poetas, los nuevos juglares de la República, se erigen en súbditos del Rey Minos. La poesía, la inefable, sin embargo, permanece, cual Ariadna, abandonada a su suerte, por el Teseo de turno y luego descubierta y entregada a lo dionisiaco, su poder auténtico.