jueves, 11 de febrero de 2021

La teoría del Iceberg que circula por las redes sociales, revela los secretos profundos de diferentes personajes, franquicias o fenómenos de la vida pública. Así, mientras más profundo se escudriña, se descubren cuestiones cada vez más turbias, llegando incluso a desentenderse del iceberg en sí mismo, para ahondar derechamente en la zona abisal. Esta teoría, por supuesto, no es nada nueva, y tiene antecedentes en la literatura y la psicología, con Hemingway y Freud como sus autores. En el caso de Hemingway, él decía que la gran parte de la estructura narrativa que sostiene los relatos está escondida, “bajo el agua”. Se le expresa al lector solo una parte, la punta del iceberg, pero todo el trasfondo aparece apenas sugerido, oculto o, incluso, nunca se puede llegar a la totalidad de las significaciones o connotaciones, de modo que el lector actuaría como un náufrago perdido en un océano vasto, repleto de peligros y con escasa visibilidad. En el caso de Freud, ya sabemos que uno de sus planteamientos más trascendentes fue la idea del inconsciente, según la cual existen zonas o instancias de nuestro aparato psíquico que están vetadas a nuestra consciencia primaria, y a las cuales no podemos acceder fácilmente. Bajo este inconsciente se encontraría una gran masa informe de deseos ocultos, instintos, pulsiones y recuerdos reprimidos, expresándose de forma errática y esporádica al exterior, en forma de sueños o de actos involuntarios. Ahora bien ¿Cuál es la gracia de esta nueva relectura de la teoría del iceberg que ha estado difundiéndose últimamente? Pues que se basa en los antecedentes de Hemingway y Freud para hacer correr una serie de especulaciones respecto a diferentes cosas, siempre buscando ahondar en el lado b de todo, en las conspiraciones, en las leyendas, en los tabúes, en las sombras. De ahí la idea de la Deep web en relación a Internet, pero esto ha ido un poco más lejos. Se está planteando prácticamente que todos y cada uno de los aspectos de la cultura y la sociedad contienen en sí su propio iceberg y, por ende, su propia fosa de secretos. Es cosa de echar un vistazo a youtube y encontrarán teorías, por ejemplo, sobre el iceberg de Disney, de Google, de series de tv, de videojuegos, de bandas musicales, de marcas corporativas, e incluso de la historia de Chile. ¿Existirá un iceberg para la literatura? ¿La escritura como la transcripción de una “deep web”, una red profunda? Puede que con tanto iceberg se nos congele el pensamiento, asumiendo que lo turbio permanece en el fondo, de acuerdo a ciertas fuentes dudosas, sin constatar suficiente evidencia, pero acaba siendo, después de todo, un ejercicio mental tan morboso como inquietante. ¿Cuál será el iceberg que simboliza, ya no tu inconsciente ni tu relato profundo, sino que tus más oscuros secretos? Hay gente que muere sin revelar su iceberg interior, llevándose a la tumba misterios que nunca nadie podrá dilucidar. Pregúntate a ti mismo ¿sabes toda la verdad sobre tu persona? ¿Existen ahí dentro cosas que nunca le mostrarías a nadie, y que solo tú conoces? Entonces es posible que estés construyendo tu propio “creepypasta”.