domingo, 30 de abril de 2023

José Antonio, eterna víctima del odio (fragmento)

"Hace casi medio siglo que me opongo a esta historia caricaturesca, maniquea o de telenovela, a estos esquemas reductores contradichos por una masa considerable de hechos, documentos y testimonios. Sé que la mera consideración de valores, hechos o documentos, que contradicen la opinión de tantos historiadores supuestamente científicos (o mejor dicho militantes camuflados), conduce ipso facto, en el mejor de los casos, al silencio y al olvido, y en el peor, a la caricatura, a la exclusión, al insulto, a la acusación de complacencia, de legitimación calculada, o incluso de apología encubierta de la violencia fascista. Pero no importa, lo principal es decir lo que hay que decir. Una obra, un estudio histórico vale por su rigor, su grado de verdad, su valor científico."

Jose-antonio-eterna-victima-del-odio

"Cuando invade, nos llegamos a imaginar que el otro no está ahí para nosotros, que le ha cerrado la puerta al mundo para siempre, que nos provoca a forzarla para salvaguardar alguna mísera comunicación, porque muchas veces se nos va la vida en un abrir y cerrar de puertas, y no siempre sabemos cuándo es hora de quedarse o cuándo es hora de partir. Siempre se está saliendo de un lado; siempre se está entrando en otro. En ese adentro y ese afuera, que es nuestro y es de los otros, nos medimos." El inquilino encerrado
Lo único bueno de este próximo fraude eleccionario del 7 de mayo, a mi juicio, es que prácticamente nadie ha salido a paquear al otro por su elección. Bueno, al menos no con la estridencia del año pasado. Tengo varias hipótesis:
1 Desgaste mismo del proceso expresado en las distintas fuerzas políticas en juego.
2 Desencanto generalizado a raíz del rechazo del proceso anterior.

sábado, 29 de abril de 2023

El inquilino encerrado

Y como no podía ser menos, les traigo una crónica sobre unos acontecimientos ocurridos hace poco donde vivo. ¿Recuerdan la sección "Hogar" de mi libro Rinconada? Bueno, este texto tiene ese estilo. Se llama

El inquilino encerrado

Estaba en la cocina tostando pan, cuando sonó el timbre de la casa de manera constante. En otras ocasiones, alguien más iba a abrir la puerta, pero esta vez no. Fui a ver quién era y había un caballero detrás de la reja de la calle. Preguntó por el nuevo inquilino, un compadre de pinta gótica con el cual apenas he transado un par de palabras. El caballero dijo que era su padre, que estaba preocupado porque no le contestaba el teléfono y había quedado de venir a buscarlo para llevárselo. Le dije al caballero que no se preocupara, que enseguida subía a su cuarto para ir a verlo. Subí hasta el piso del gótico. Un sonido de llamada no dejaba de repetirse dentro de la pieza. Al mismo tiempo, golpeé en repetidas ocasiones, sin éxito. El gótico no contestaba ni daba señal alguna de estar despierto. La luz, sin embargo, permanecía encendida.

Volví a bajar donde el caballero para comentarle que su hijo no contestó ni sus llamadas ni mis toques a la puerta. Le expliqué que seguramente podría haberse quedado dormido de manera profunda. Otra hipótesis que barajé para mis adentros fue la de una renuencia a ver a su padre y un encierro deliberado en la pieza, pero la hipótesis no tenía asidero real, así que simplemente intenté tocar de nuevo a la puerta del gótico hasta que se dignara a abrirla. Nada. No resultó. El gótico seguía ahí adentro, sin abrir ni contestarle a su pobre padre esperándolo afuera. En ese momento de inquietud, el caballero se iba a una esquina para luego regresar, en cuanto abriera la puerta de la casa y le diera la próxima noticia, por inútil que fuese. Le dije al caballero, entonces, que lo mejor era hablar con la dueña de la casa.

Bajé hasta el primer nivel donde reside la dueña junto a su marido. Toqué a su puerta y tampoco contestó ¿No será que tampoco la dueña de casa desea salir, en una suerte de conspiraciones de huéspedes puertas adentro? Era improbable. Desistí de tocar a la puerta para no molestar y llamé a la dueña al teléfono. Al contestar, le expliqué todo lo que estaba pasando, por lo que ella quedó de llamar al chico gótico. No hubo caso. De esa forma, pasó un rato en que la casa entera se volvió la cámara de eco de esas llamadas perdidas retumbando en las paredes y en la murmuración del caballero que no paraba de llamar afuera, a punto de la desesperación.

En unos minutos, cuando la situación parecía estancada, subió el marido de la dueña. Fue hasta la reja de la calle y se comunicó directamente con el caballero. Se enteró de todo lo que estaba ocurriendo, así que subió hasta la puerta de la pieza del gótico. Tocaba y tocaba y seguía sin haber respuesta. Le expliqué que había hecho lo mismo, hace unos minutos, inútilmente. Fue ahí que empezamos a especular lo peor. Yo solo quería creer que el compadre se había desmayado por algún motivo. El marido de la dueña sonrió irónicamente con un “ojalá”.

Bajó de nuevo donde la señora. Mientras tanto, el caballero seguía afuera. Como mi pieza está próxima a la puerta de entrada, hice las veces de mensajero, preocupado por algo que me involucra directamente en calidad de inquilino. Mal que mal, la tranquilidad de unos dentro de la casa puede contribuir a la tranquilidad de todos. Lo que pasara allí adentro en la pieza del compadre, aunque no fuera de mi incumbencia, podía afectarnos si es que se tratara de algo grave. Pasara lo que pasara allí dentro, nos podía salpicar en calidad de testigos, y nadie estaba dispuesto a correr ese riesgo. Era mejor aclarar cuanto antes el embrollo del encierro de nuestro gótico inquilino.

Subió la dueña de casa hasta la puerta de salida. Se había manifestado con suma preocupación, alegando que este tipo de cosas perturban la armonía de la casa. Habló con el caballero y este le explicó con suma paciencia lo que estaba pasando con el tema de su hijo encerrado. La dueña intentó comprender, pero parecía que su ánimo se alborotaba. Traté de decirle que se calmara, que lo mejor era abrir la puerta de la pieza para ver qué pasó con el compadre. De esa forma, la dueña respiró hondo, volvió donde estaba su marido y fue a pedirle una copia de las llaves maestras, aquella que serviría para revelar el misterio de golpe. Por un momento, nos miramos con el marido de la señora. No nos dijimos nada, pero ambos sabíamos lo que estábamos pensando. El marido, con un cigarrillo en la boca, en el umbral de la puerta de salida, miraba hacia arriba, mientras la dueña llamaba y llamaba a la puerta de la pieza del gótico. Tan pronto la casa volvía a repetir un sinfín de llamadas telefónicas y golpes de nudillos en la puerta, el padre del joven inquilino se asomó entre la reja de la calle, a ver si así podía tener alguna noticia de su hijo.

De nuevo, un silencio inquietante. Volvimos a mirarnos con el marido de la dueña. En definitiva, ambos temíamos lo peor. Temíamos que los sonidos de la casa fueran el anuncio de una posible partida. La dueña de la casa bajó, con la cara compungida y fue con el caballero en la calle para abrirle la reja y hacerlo pasar. El caballero entró, temeroso, junto a la dueña que le indicó el camino, con sumo nerviosismo. En tanto, la dueña y el caballero subieron hasta la puerta de la pieza para abrirla con la llave maestra. El silencio volvió a reinar en la casa ¿la tranquilidad antes de una impredecible tormenta? ¿La antesala al sueño eterno? Volvimos a mirarnos con el marido de la dueña. Comprendimos, en esos instantes, con los pasos sigilosos de la señora y el padre del joven, que la muerte, a esas alturas, podía ser una probabilidad, remota, aunque no imposible. ¿A cuántos no les llega su hora, ciertamente, en la extraña seguridad de una casa ajena? Esta podía ser esa vez.

No paraba de imaginar escenarios posibles. Especulé sobre un muy improbable arrebato de cólera del gótico, en cuanto abrieran la puerta. Temía que la apertura de esa puerta desatara en él la sombra al ver a su padre. Así que me puse en guardia, solo por sugestión. El marido de la dueña, por su lado, se hallaba igual de vigilante. En ambos rondaba el rumor de una muerte hipotética, alimentado por la incertidumbre del asunto. Cuando se sintió el sonido de las llaves abriendo la puerta, estábamos expectantes. De pronto, se escuchó la voz del caballero, llamando por su nombre al joven. Lo hacía también la dueña de la casa. Los llamados a viva voz se hacían más y más altos, hasta que, por fin, el joven se dignó a contestar, con una voz baja y aletargada. “Está vivo”, dijo el marido de la dueña, aliviado y se retiró sin más. Era lo que tenía que saber. Yo también respiré profundo: la muerte, su rumor, se había desvanecido.

El gótico había vuelto de las sombras y había roto su encierro. La dueña bajó junto a su marido, más tranquila, no sin antes darme las gracias y expresar su molestia ante el bochorno. Lo que pasó fue que el compadre gótico había consumido una pastilla para las crisis de pánico, provocándole una momentánea pérdida de conocimiento. Ese pánico se reflejó, durante algunos segundos, en el rostro de la dueña: fue su proyección. Cuando ya la dueña y su marido se largaron, el caballero seguía arriba con su hijo. Él se encargaría de despertarlo de su letargo para llevárselo, de una vez por todas. No hubo ninguna otra palabra. Apenas una tímida despedida al momento de abrir la puerta de acceso y caminar rumbo a la calle.

El caballero agradeció, a lo lejos. En cambio, el rostro del gótico apenas sí gesticulaba alguna cosa. “¿Cierras tú?” fue lo único que me preguntó. Le respondí, de inmediato, que cerrara él. Sentí que él debía cerrar la puerta de la casa, por la sencilla razón de que él no quería abrir la de su pieza en un principio. Así fue cómo todo volvió a estar cerrado y silencioso. Cuando invade, nos llegamos a imaginar que el otro no está ahí para nosotros, que le ha cerrado la puerta al mundo para siempre, que nos provoca a forzarla para salvaguardar alguna mísera comunicación, porque muchas veces se nos va la vida en un abrir y cerrar de puertas, y no siempre sabemos cuándo es hora de quedarse o cuándo es hora de partir. Siempre se está saliendo de un lado; siempre se está entrando en otro. En ese adentro y ese afuera, que es nuestro y es de los otros, nos medimos.

jueves, 27 de abril de 2023

"El temor salió a las calles a robar, cree que todo le pertenece. Su corona reina en un infierno y se propaga por el frío.
No hay salida, no se puede huir, solo puedo caminar por el frío con mi taza de café. Y es que la mala suerte no es un virus, sino que yo deje de vivir aún cuando tengo vida.
Aunque el mundo entero llore y estornudos de lágrimas corran como maldición, me rehuso a ser cobarde en un universo que no está hecho para eso."

Texto de Hugo "Malasangre" Vega, ex profesor de lenguaje, guardia municipal, amigo.

"Profe, ¿por qué hace las pruebas tan largas?", preguntó un alumno en la mañana, preocupado por la extensión de la prueba sobre la unidad de la libertad y el Romanticismo. Misma preocupación expresaron varios de sus compañeros. La respuesta que les di era pedagógica: hacía pruebas largas para desafiarlos y para que pusieran a prueba su inteligencia. "No nos engañe, usted nos quiere hacer sufrir", replicó otro alumno, comentario que fue apañado por varios. "Bueno, sufriendo se aprende", les respondí, con suma claridad, cuestión que dejó intrigados a algunos, los menos atentos, todavía sin poder entender el sentido de tantas páginas y tanto texto para las evaluaciones.

La verdad es que el hecho de hacer pruebas largas para la literatura se ha vuelto un desafío en sí mismo. También hice hace poco una prueba para Cuarto Medio sobre Apuntes de fin de siglo de Eduardo Galeano. Tenía que crearla contrarreloj para tomarla el martes. Lo que hice fue seleccionar once ensayos y textos críticos del autor y luego formulé preguntas de interpretación y reflexión para cada uno, cubriendo así dos de las tres habilidades que exige el Departamento de Lenguaje. Las de interpretación son del tipo "parafrasear la tesis del autor y explicar sus principales argumentos". Las de reflexión son un poco más sesudas y apuntarán a muscular el pensamiento crítico. Así, por ejemplo, en muchas de las preguntas referentes a la posición política de Galeano sobre diversas cuestiones que aquejan a Latinoamérica, les preguntaré a los cabros si acaso creen que la visión del escritor tiene sentido con la realidad latinoamericana, si tiene aún vigencia y por qué, señalando una serie de argumentos basados en citas de los mismos artículos. Ante estas preguntas, los cabros podrán optar a elegir cinco de once textos, y además podrán usar los apuntes que hayan hecho en clases. Bastante generoso, en todo caso, pero el punto es que los cabros puedan dar rienda suelta a su capacidad de argumentación y a su postura personal respecto a la lectura, sin condicionarlos a una pura perspectiva.

Hubo un tiempo en que reciclaba pruebas para los mismos cursos, año tras año, confiado en la eficacia del reciclaje de contenidos y objetivos, pero, conforme la carga horaria se ha hecho más estrecha, al ritmo del mantra de los tiempos, he tenido que hacer mis propias pruebas originales, mediante una extraña poiesis evaluativa. He tenido que echar mano de mis dotes de narrador y de cronista para poder armar una prueba digna de cuento. Ya no los monstruos de Frankenstein que nacían invictos, románticos, en su incoherencia de origen, sino que esos auténticos artefactos evaluativos que apuestan a ser una obra por sí sola, una obra que merezca el calificativo de literatura, por el solo hecho de su esfuerzo y de su forma, obra que, a su vez, podría ser reciclada hasta el hartazgo por alguno que otro colega en apuros, o bien, manipulada por algún apoderado inescrupuloso como prueba de incriminación ante un futuro agobio académico.

martes, 25 de abril de 2023

Miseria

Hay quien necesita crear enemigos imaginarios,

hay quien necesita un monstruo ficticio en su vida

Para expiar su propia miseria interior.

lunes, 24 de abril de 2023

Dos decisiones de las cuales no me arrepiento:
1 haber dado el paso para publicar un libro.
2 haber dejado atrás mis antiguos círculos y cierto imaginario ideológico y cultural asociado a ellos, para explorar otras posibilidades de expresión y pensamiento.
El costo siempre es alto, pero la recompensa mayúscula.
Lo asumo completamente.

domingo, 23 de abril de 2023

Enrique Lihn: el poeta que incomodó a la izquierda y se burló de la derecha vuelve a Buenos Aires (fragmento)

"Polémica y asertiva, la carta de Lihn (1929-1988) tomaba distancia de los artistas del exilio, sobre todo de aquellos que se arrogaban la representatividad de la cultura chilena, así como del arte proselitista. “La partidización de los escritores los convirtió, generalmente, en políticos de segunda mano y en protagonistas muy discutibles de una cultura populista y no popular”, anotó.

En esas líneas, se revelaron también las cicatrices aún sensibles de sus querellas con la izquierda durante la UP. Con su habitual frontalidad, la carta dice que entre los invitados hay personas de las cuales desconfía. Algunos de ellos, convertidos en funcionarios del gobierno de Salvador Allende, procedieron “como usuarios agresivos de su ideología, críticos y censores oficiales. Politizados de la noche a la mañana, tuvieron el fanatismo y la ceguera de los conversos; entraron a los partidos en el poder y cerraron la puerta detrás de ellos, para resolver, a puertas cerradas, el problema del cuoteo.

Habló también contra los ideólogos del destierro y los fabuladores que exageraban los atropellos y recorrían el mundo como “fantasmas acomodados”. “Las tragedias, injusticias y transgresiones reales de los Derechos Humanos no debieran necesitar del oportunismo de esos radioteatralizadores”.

Resistido por la izquierda y sospechoso para el régimen militar, Lihn escribía sin filiación partidista."

Sé que sonará a cliché, pero algunos de mis encuentros sexuales más memorables siempre han sido al abrigo de la lectura de un libro de poesía, durante la madrugada, con el relajo a tope, después de una noche de copas, música y conversación. Claro está que la química con la compañera propiciaba la magia, pero el hecho de leer un libro como "previa" tenía su cosa de rito secreto, decadente y, por lo mismo, romántico. El hálito al momento de la intensa lectura tenía su cuestión magnética, allende las páginas. Había un significante en el libro que le daba un plus de significado íntimo. Ahora vuelvo sobre algunos libros, recreo la nostalgia sobre algunos versos y sus pasajes, y escucho en mi cabeza retumbar las risas, los sollozos y los secretos al oído como si se tratase de una orquesta metafórica. Continúo con la mirada sobre la biblioteca, sobre la cama y sobre la mesa donde, ebrios, cambiábamos el mundo y no puedo dejar de recordar las páginas allí leídas, carbonizadas por la intensidad en la memoria. Esas páginas de poesía fueron la antesala de la carne y el legado de su inmolación, testigos de su caída ante la pasión humana. Lo único que nos sobrevivió fueron esas páginas, su rumor de trasnoche, allende el tiempo y su ruptura.
Tengo en mi pequeña biblioteca algunos libros de regalo firmados por un par de ex amigos de la U y del mundillo literario. Unos, que tuvieron un valor de amistad; y otro, que tuvo, en su momento, un valor sentimental. Ahora que esas personas ya no están en mi círculo, permanecen, sin embargo, esos ejemplares ahí, como un recordatorio de lo que fue o lo que no pudo ser, o una ventana indiscreta al pasado y una invitación sarcástica a su lectura. ¿Qué hacer con los libros regalados o con los libros de autoría de personas que ya no existen para ti, o que por abc motivo se restaron de tu vida? Lo mismo digo de aquellas personas a las cuales les regalé uno que otro libro, y ahora ya no están. ¿Qué sucede con los libros? A la larga, es lo único tangible que sobrevive al desastre de las relaciones humanas. Sobrevive en cuanto evidencia del desastre o en cuanto artefacto autónomo, mundo aparte independiente del mundo y sus giros de guion. Sería bueno hacer ese ejercicio. Por mi parte, yo conservo los libros de cada una de aquellas personas, sencillamente porque no tienen la culpa de nada.
-Nombres de libros ficticios e imaginarios en algunos de mis cuentos: Atardecer y transmutación, Lapsus, Ópera prima, Mar desierto.

Y ustedes, camaradas de letras ¿Han escrito libros sobre libros? ¿Hay libros en sus textos?

-He inventado libros inexistentes: "Machen y Lovecraft conversan en el Purgatorio". "Crónica de los viajes de Abdul Al-Jazred, el Árabe Loco". "Un ermitaño en la corte del rey Akbar". "Borges y el esoterismo occidental". "Los libros perdidos de Teodoreto de Ciro". "Concisa, verídica y polémica relación sobre el origen de los Rosacruces". Todos, con autores imaginarios. Y uno firmado por mí: "Mis amores de adolescencia", con las páginas (unas 150) completamente en blanco: nada hubo ahí.

sábado, 22 de abril de 2023

¿Qué hay en los clásicos de Nintendo que fascina tanto? ¿Por qué volvemos sobre personajes como Mario y como Link, y disfrutamos de sus aventuras con un purismo nostálgico? Porque supieron adoptar el arquetipo del héroe a lo Campbell, para llevarlo a su propio universo. Supieron conectar una trama sencilla a un símbolo entrañable, sumándole además un componente generacional. Todos aquellos que vivimos la transición de los videojuegos de segunda a tercera dimensión, fuimos partícipes de una revolución no solo a nivel tecnológico, sino que a nivel de imaginario. Desde ese momento, nunca los videojuegos volverían a ser iguales. El universo virtual tomaba la forma orgánica del universo real, replicando, además, sus emociones, su lógica, su espíritu. Ese mundo se expandía tras la pantalla, y había algo en esa expansión que convertía la experiencia de jugar en una experiencia de vida. Eso explica, en parte, el éxito de taquilla de la primera adaptación fiel de Super Mario Bros a la pantalla grande. Eso explica que se haya convertido en la película más exitosa sobre un videojuego de la historia. Y eso explica por qué ninguna otra narrativa forzada podría funcionar. Hace poco, Shigeru Miyamoto dijo que habrá más películas sobre el resto de sus franquicias. Solo espero el día en que hagan la película sobre Zelda: Ocarina of Time, y habrán coronado al "Héroe del Tiempo".

viernes, 21 de abril de 2023

Para la semana del libro, todos los cursos tuvieron que adornar sus salas con motivos de diferentes autores. Al Cuarto B le tocó Gabriel García Márquez. Como yo estaba a cargo del curso, durante el reemplazo de una colega, tuve que participar y darles ideas a los cabros. Ellos trajeron cartulinas para pegar en la puerta, con recortes del Gabo y algunas imágenes de portadas de sus libros y fragmentos de sus obras. Un detalle fue el que encendió la mecha. Uno de los cabros, no recuerdo quién exactamente, había traído un aviso de cartón con la leyenda: "No molestar. Leemos memorias de mis putas tristes", en referencia directa a la novela homónima. El aviso había sido colocado en la puerta de la sala, a modo de intertexto.

Algunos apoderados del curso, durante la tarde, acudieron a la sala. Al parecer, uno de ellos se escandalizó con la leyenda. Fue así que la directora tomó conocimiento y me hizo llamar para comunicarme el pequeño incidente. "Profesor, ¿usted está a cargo del Cuarto B?", preguntó. "Lo que pasa es que un apoderado reclamó por el título de un libro". Le respondí, extrañado, que me parecía raro, porque se trataba de una simple referencia y, en todo caso, era una obra vigente del autor. Polémica, sí, pero vigente. La directora me hizo esperar algunos minutos, intrigado por la exacerbación de ese detalle tan minúsculo, por esa referencia a las putas en una sala de clases, aunque fuese de manera literaria y a través de un Nobel, con un motivo didáctico. Nadie realmente sensato se hubiese tomado la molestia de insistir sobre ese asunto, al menos que su moralina lo delatara.

Al rato, la directora volvió de su oficina. Me comentó de nuevo el tema y dijo que no me preocupara, que ya se le había explicado al apoderado la situación, y que debía entender que se trataba simplemente del título de una novela de ficción. "Se habló con el apoderado. Comprendió que solo era literatura", dijo la directora. Por lo tanto, el apoderado no tenía fundamento para reclamar respecto de una obra de esa naturaleza. Su alusión en el decorado de la sala, en todo caso, no implicaba que los chicos (ya grandes) hubieran bromeado a propósito con ella. De todas formas, la sola idea de una sala a la cual no se debía molestar por la lectura de unas "memorias de putas" seguía pululando como rumor entre los propios compañeros, que hacían correr el cuento entre pasillos. Algunos hablaron sobre "cariñosas"; otros, sobre "viejos calientes", y fue así que la leyenda cobró carne mucho más allá de aquellas páginas. Como buenos cuenteros, esos cabros habían agrandado la cuestión. El cahuín se había vuelto real. Lo mágico radicaba en su morbo.

jueves, 20 de abril de 2023

A la salida del colegio, un cabro de un electivo de Cuarto, que casi nunca va a clases, fumaba muy relajado en una esquina. Pasé por ahí, me saludó al verme y pidió hablar conmigo. "Profe, venga", dijo. Me acerqué al cabro. "Profe, ¿qué le debo? Sé que no he ido a su ramo, por eso quiero ponerme al día", afirmó, con el pucho en la boca. "Pues, debe todo, estimado", le contesté, claro y escueto. "Con todo ¿se refiere a todo?", preguntó el cabro, esta vez, más preocupado. "Sí, todo", le volví a contestar. El cabro miró un momento hacia el vacío; luego, botó el pucho, exhaló lo poco que le quedaba de humo y asintió. "Ya, profe, ¿para cuándo le puedo entregar todo lo que debo?", me preguntó de nuevo, decidido. "Lo más pronto posible", le respondí. "Es decir, próxima semana". El cabro se metió las manos a los bolsillos, no sin antes mirarme fijamente. "Ok, profe", dijo. "¿Quiere uno?", preguntó, con el ánimo de ofrecerme un pucho. Le dije que no, que gracias, que no se olvidara de lo que debía. El cabro se echó a la boca el pucho que me había ofrecido, hizo un gesto de aprobación, se despidió y siguió fumando, tranquilamente. Lo miré a lo lejos, todavía parado en aquella esquina. Ojalá que el cabro recuerde hacer lo que debe, que eso que recuerde no se esfume como el humo de sus cigarrillos fumados luego de la cimarra, y que en aquello que olvide, no se le vaya la vida.
Tras los golpes, tras las infamias, los secretos impúdicos, las pasiones, los rencores, decidió que la única forma de coronar el despropósito, el último tiro de gracia y, a la vez, su último acto de amor eterno era volverse carne de texto, personaje de literatura.

"A destiempo. Reminiscencias e instantáneas, de Gabriel Palomo Ponce". Reseña crítica de Rudy Gómez Rivas

Partiré analizando el título que le da nombre a la obra de Gabriel Palomo. De entrada la palabra a destiempo da la idea de que algo se queda rezagado, algo no fue posible realizarlo a tiempo, está fuera de lugar. Y si esas definiciones las aplicamos a las narraciones que se discurren a lo largo de la obra, detectamos que hay una consonancia entre la realidad y lo que se lee. Qué somos, sino vagos recuerdos, estados inconclusos por un tiempo o porque, dentro del quehacer narrativo, se nos conmina a ser personajes. Somos seres que pertenecemos a otras dimensiones, a otros recovecos que de igual manera nos recuerdan con creces que siempre estamos debiendo, porque hay alrededor de esas historias, de esos personajes, una invención mucho más dolorosa que la propia realidad que les da vida: el tiempo. Un tiempo que nos sacude, que nos delata y en el peor de los casos nos deja sangrando, pues las heridas de un reloj que no detiene su marcha palpitan infinitamente.

En la obra de Palomo hay una retrospectiva e introspectiva que se reduce en narraciones disruptivas, porque en éstas, la literatura se cristaliza en formas creativas muy sutiles, poco convencionales. Narraciones que van contando al ritmo de un cuenta gotas el quehacer del pasado y cotidiano. Convoca a esos recuerdos que están latentes y que al nombrarlos desde diversas visiones forman la historia. Instantáneas que dan cuenta de lo que fuimos, somos y demarcan un seremos.

Hay en A destiempo: reminiscencias e instantáneas de Gabriel Palomo una suerte de tradición literaria que se practica a lo largo y ancho de Latinoamérica, y me refiero al cuento, a la narración. En muchos países de América Latina somos cuenteros. En las esquinas de barrio hacemos gala de contadores o narradores de historias, revivimos los momentos con los amigos o camaradas. Al leer la obra de Palomo nos recuerda esa tradición oral que va fijando la historia, sin querer, de los pueblos. Va forjando las venas por las que corre la sangre convertida en momentos e instantáneas de historias propias y ajenas.

El libro, sin duda alguna, tiene particularidades, que lo hacen diferente a otra obra de estados similares. En primera instancia, está esa cronología que la hace propia, ya que convierte a las ciudades, a los pueblos, a las personas y sus momentos en crónicas ávidas y llenas de imágenes reiteradas, porque son contadas desde otro tipo de lenguaje, desde otras invenciones lingüísticas que las hacen piezas de antología, donde la división entre lo real e imaginario es imperceptible. Otra cualidad es que su lectura, desde la concepción geométrica, como posibilidad dimensional, puede ser leída de forma alterna, mientras que, desde su concepción aritmética, de igual manera funciona una lectura consecutiva, ascendente o descendente, donde cada pieza narrativa puede o no estar conectada. Un tercer aspecto cualitativo, el cual me parece que le da mucho valor, que nutre desde diversas perspectivas y formas, es que son narraciones llenas de intertextualidades. Es fascinante encontrar a lo largo de las narraciones esos aportes de otros autores, nombres tan emblemáticos como Fernando Pessoa, José Emilio Pacheco, Roland Barthes, Bob Dylan, Martin Heidegger, Friedrich Nietzsche, Jorge Luis Borges, Roberto Arlt y otros tantos que, desde sus aciertos, desvaríos, locuras, le fueron dando forma a este mundo matraca y que, a lo largo de las narraciones sus cualidades humanas hacen construir cielos, infiernos, pistas de bailes, jugar a ser niños en una noche de Halloween y que, al ritmo del rock o de un DJ, bailamos, reímos, lloramos, anhelamos, soñamos y sufrimos.

Palomo nos limita a espacios, a geografías y fronteras y nos traslada a diversas latitudes, hace recorridos por México, Valparaíso, Argentina; pero deja claro que los lugares, al final de cuentas, no nos salvan de la tragicomedia que somos los seres humanos. Hablando de tragicomedias, estas narraciones hilvanadas con total prontitud y esmero hacen alarde de otro elemento, que, a juicio del lector, me parece fascinante: la crítica de lo urbano o de lo citadino. Tengo la sensación de que la mayoría de las obras literarias en algún momento recurren a ella, para denunciar, para criticar al sistema y hacerlo tambalear por momentos.

A destiempo: reminiscencias e instantáneas es una obra que, desde su concepción literaria, está determinada a perpetuarse en la historia, a perpetuar la historia, a que no sea olvidada y difuminada discrecionalmente por los avatares cotidianos, pero también está destinada a colocar los dedos sobre las llagas o heridas de una historia humana llena de tormentas, de granizos, de sacudidas que, al final de la jornada, dejan un caos; pero, evitando caer en una posición ilusoria, ese mismo caos convoca a la posibilidad, la posibilidad de ser parte de una historia que aún sigue construyéndose y construyéndonos.


Rudy Alfonzo Gomez Rivas

Docente, escritor, editor y gestor cultural

Aguacatán, Huehuetenango, Guatemala C.A. 20 de abril de 2023


miércoles, 19 de abril de 2023

Herida mía (Poema)

No te confundas, herida mía:
Lo nuestro sí fue real, pero simplemente no se pudo...
Fue vencido por el tiempo,
Fue vencido por el ocaso y las plagas,
Los desengaños y los arrebatos,
Las necias verdades y los secretos impúdicos.

"Negro Matapacos: arcaísmo, epidemia psíquica y aniquilación." Lucy Oporto Valencia

"No era una imagen banal, ni una “construcción de realidad”, ni una “percepción” o “sensación”, ni una “narrativa” o “relato”, ni un “acto comunicacional”, dirigidos a desrealizar los hechos a discreción. Pero era más que una señal y una incitación a la violencia. Peor aún, era la actualización y la encarnación siniestras de una imagen arcaica real, subyacente al inconsciente colectivo chileno, en mayor o menor grado, que sólo es posible examinar a partir de sus trazas manifiestas, por muy fragmentarias que sean.

Quizás su impronta se vaya extinguiendo, a la luz de los duros acontecimientos actuales. Pero su documentación permanecerá como testimonio de la barbarie octubrista, cuya brotación se incubó desde dentro".

martes, 18 de abril de 2023

El éxito rotundo de la película de Super Mario, sin wokismo y fiel a su historia original, solo indica que el gran público está "chato" de tanta tontería. Solo esperemos que ese mismo espíritu a la contra se manifieste de manera contundente en todos los ámbitos de la cultura, ¡sobre todo en la literatura! Cada quien, en calidad de escritor, desde su trinchera, puede aportar a la causa y sanear el imaginario. 

A cincuenta años de la partida de José Gorostiza: Muerte sin fin

A cincuenta años de la partida de un gran poeta mexicano: José Gorostiza, el poeta de la Muerte sin fin, poema formidable y tempestuoso sobre la condición humana llevado a las extremas posibilidades de la palabra. Recuerdo que cuando participé en el Taller de poesía de La Sebastiana, año 2008, los profes de ese entonces, Sergio Muñoz e Ismael Gavilán, nos hicieron leer Muerte sin fin. Fue, sin duda, un golpe a la cátedra. Una compañera y amiga de esa época, Natalia Rojas, hasta pensó en un poemario solo en base al sugerente "ahíto" del hablante lírico, saciado, completo de sí, pero, a la vez, harto, la ambivalencia del ser expresado en la existencia, vibrante y conmocionado. Gorostiza había dicho que el hombre “necesita de la poesía, que sople sobre su vida y la embellezca: que la salve de los tremendos infortunios que la amenazan y la haga digna de ser llevada con orgullo sobre los hombros”. Pero, al mismo tiempo, declaraba que “el poeta no puede aplicar todo el rigor del pensamiento al análisis de la poesía. Se limita a conocer y amarla. Sabe dónde está y dónde no." En ese cómo limitarse, en ese cómo conocer, en ese saber dónde, en ese amar cuándo, se resuelve, en suma, el oficio poético.

PD: Para que vean que aún me acuerdo de mis "viejos maestros", los cito con orgullo jeje

MUERTE SIN FIN
(extracto)


¡Oh inteligencia, soledad en llamas,
que todo lo concibe sin crearlo!
Finge el calor del lodo,
su emoción de sustancia adolorida,
el iracundo amor que lo embellece
y lo encumbra más allá de las alas
a donde sólo el ritmo
de los luceros llora,
mas no le infunde el soplo que lo pone en pie
y permanece recreándose en sí misma,
única en Él, inmaculada, sola en Él,
reticencia indecible,
amoroso temor de la materia,
angélico egoísmo que se escapa
como un grito de júbilo sobre la muerte
-¡oh inteligencia, páramo de espejos!
helada emanación de rosas pétreas
en la cumbre de un tiempo paralítico;
pulso sellado;
como una red de arterias temblorosas,
hermético sistema de eslabones
que apenas se apresura o se retarda
según la intensidad de su deleite;
abstinencia angustiosa
que presume el dolor y no lo crea,
que escucha ya en la estepa de sus tímpanos
retumbar el gemido del lenguaje
y no lo emite;
que nada más absorbe las esencias
y se mantiene así, rencor sañudo,
una, exquisita, con su dios estéril,
sin alzar entre ambos
la sorda pesadumbre de la carne,
sin admitir en su unidad perfecta
el escarnio brutal de esa discordia
que nutren vida y muerte inconciliables,
siguiéndose una a otra
como el día y la noche,
una y otra acampadas en la célula
como en un tardo tiempo de crepúsculo...

lunes, 17 de abril de 2023

Un hombre caminaba por la Avenida España, a las seis y media de la tarde, en dirección contraria al taco, rumbo a Valparaíso, vendiendo todo tipo de chucherías. Caminaba tranquilamente entre los vehículos atochados. Para este hombre, la inmovilidad del tráfico era grito y plata. Sabía que a la hora punta había que hacerla, sin miedo a ningún loco al volante. Arriba en la micro, mientras tanto, se observaba el ánimo desgarbado de los pasajeros a bordo. Ninguno quería bajarse, pese a que la micro se movía apenas unos cuantos metros por minuto. Esperaban estoicamente, confiando en la buena fe del chofer y en el avance cansino de las ruedas. Solo el vendedor de chucherías caminaba libre, en plena carretera, cual Moisés a través de las aguas. A lo lejos, cerca del Reloj de Flores, las luces rojas de los vehículos emulaban la incandescencia de un río de lava. Su erupción era el ritmo del día a día, caliente como los motores a punto de explotar.

sábado, 15 de abril de 2023

Abel Posse: "El escritor es el último Samurai".

"El poder político, los partidos, las ideologías, pretenden agregar, afiliar, al escritor. Pretenden transformarlo en perro, que es el animal doméstico por excelencia, el mejor amigo del hombre. Pero resulta que el escritor, por naturaleza, es gato. Tiene que entrar y salir de la casa cuando quiere. Es infiel para ser fiel. Tiene que tener libertad para andar por los techos y por lugares infrecuentados de los sótanos. La política es casi la profesión de una idea de la moral y del bien. El escritor sabe que el demonio y el ángel combaten en el corazón de cada hombre y que en cada santón de la política se esconde también el demonio de la condición humana.
En suma y finalmente, creo que el escritor no debe afiliarse porque es siempre revolucionario. Un poeta trabaja en la conciencia del amor, de la muerte, del dolor humano, de la felicidad y de la celebración de existir. Es simplemente la conciencia de ser y del ser. No hay nada más revolucionario que recordar el amor y el dolor, el temor y la gloria de seguir viviendo. La política, aunque importante, está por debajo de la gran reflexión del ser."

Abel Posse. "El escritor es el último Samurai". Patricio Loizaga, Revista Cultura – Año VII (Número 34), 1990

A la partida de Abel Posse, samurai del mito

Tras la partida de Abel Posse, vuelvo sobre la historia como sobre un mito. Al hacer mi tesis de grado sobre su novela “Los perros del paraíso” de 1983 (que cumple cuarenta años), recuerdo que dudaba si acaso la idea que tenía de ella se correspondería con la realidad histórica o solo sería otro ejercicio hermenéutico demasiado antojadizo. Así, mi planteamiento sobre "América como un pandemonio", o sea, como un espacio-tiempo marcado por la violencia, el caos y la incertidumbre, tenía que relacionarse directamente con la indeterminación histórica del continente americano y su complejidad ontológica a raíz de su innegable herencia española. Fue a partir de esta postura que mi tesis sobre la novela de Posse fue cobrando una dimensión insospechada, un alcance muy contingente. ¿En qué sentido? Pues, que gracias a la lectura del escritor y su obra revitalizadora del mito pude afianzar una mirada crítica sobre aquellos proyectos reivindicadores de una identidad única y de una pretendida autonomía con respecto a la cultura oficial, aquello que ciertos americanistas llamaban “neocolonialismo occidental”.

Con la visión posseana, logré comprender el origen y el devenir de nuestra cultura hispanoamericana, desde otra dimensión, a través del dispositivo literario que actuaba, en la obra de Posse, como un ejercicio mítico-poético con un fin creativo y, a su vez, desacralizador de las leyendas –negras y blancas- y de los relatos oficiales, casi siempre, en su mayoría, totalizantes, aglutinadores y carentes de matices y márgenes. En Posse, con su novela Los perros del paraíso, se trataba de la “carnavalización” de la América, afirmar su absurdo como punto de origen para la restauración de su historia y de su destino. Nunca se trató de buscar una naturaleza, ni tampoco unas raíces perdidas como “espejos enterrados” (a decir de Carlos Fuentes). Siempre se trató, en cambio, de asumir que no existe una raíz unívoca para Hispanoamérica, porque finalmente lo que heredamos es la tradición española que bebe de la cristiandad de Occidente, y el evidente mestizaje de los pueblos explicaría que hubo, al fin y al cabo, una hibridación total que forma parte de nuestro propia cosmovisión y esquema de pensamiento.

Abel Posse siempre fue contundente en esto: para él, nuestro lenguaje construyó nuestro mundo, por lo que, sin España, sin la lengua española, simplemente no tendríamos literatura hispanoamericana, no sería posible “un Neruda ni un Vallejo”. Seguramente fue esta, entre otras razones, las que le valieron a Posse la enemistad de los indigenistas posmodernos y los promotores de la leyenda negra. Sin embargo, el escritor fue siempre fiel a sus premisas, a sus intuiciones literarias y a su predilección por la mirada mítica, más allá de banderas y de causas militantes. Me quedo con estas palabras suyas, dichas en una entrevista de 1990: “el escritor hace una política inmanente a su obra, en su espacio de libertad. Cuando se afilia o se agrega a la política pública traiciona la naturaleza y ese espacio propio de acción política. En general el rol de escritor es estar a contrapelo. La adhesión y la definición significan la suspensión de su libertad.”. En definitiva, y parafraseando su legendaria frase: “El escritor es el último samurái”.
Ayer ocurrió lo que nunca antes había ocurrido: dos cabros se agarraron a pelear durante mi clase. La cuestión partió con el chico más desordenado de Octavo, quien increpó a un compañero con Asperger, supuestamente, por haberle “sacado la madre”. En un momento de la clase, al estar yo de espaldas a la pizarra, la pelea entre estos dos cabros se volvió más y más intensa, hasta llegar al punto en que el chico desordenado empujó al increpado, botándolo al suelo. Fue así que este último se levantó furioso, con ánimo de pegarle. Ahí fue donde intervine yo, separando al cabro que acababa de ser empujado. En ese instante, conté con la ayuda de su hermana, que sirvió de mediadora.

La clase se interrumpió en el acto. Muchos de los compañeros trataban de apaciguar la pelea, y otros se mostraban distantes, asustados o indiferentes. Desplacé al chico enojado hasta afuera de la sala, y hablé con él junto a su hermana. La idea era calmarlo para evitar que la situación fuera a peor. Mientras tanto, llegó una inspectora a tratar de averiguar qué pasaba. Le expliqué todo lo sucedido y le pedí que contuviera al chico enojado para poder hablar con el otro chico dentro de la clase. Al volver a la sala, hablé con el curso y les pedí encarecidamente que contribuyeran a mantener un buen clima de aula, cuando cosas como estas sucedieran. Muchos de ellos asintieron; otros, seguían con su indiferencia.

Volví a salir de la sala por unos momentos, para poder contarle todo al inspector general, pero no se veía por ningún lado. Entonces, regresé a la sala con la vana expectativa de retomar el rumbo de la clase. No hubo caso. Ya se había perdido el timón. El ambiente lo había perturbado la pelea. En eso, volvió la inspectora con el chico y su hermana. Parecía más calmado. En cambio, se soltó y corrió con mucha rabia hacia la sala. Al querer entrar, tuve que detenerlo y contenerlo, nuevamente. Iba con un solo propósito: pegarle a su compañero, cobrarle ojo por ojo, diente por diente, a quien consideraba su agresor. El cabro aludido, sin embargo, no se encontraba en la sala. Se había logrado escabullir al patio, en medio de la conmoción.

Los dos cabros se habían ausentado de la clase, y uno de ellos fue a buscar al otro. No pasó mucho tiempo hasta que llegó el inspector general. Ya enterado de la pelea, por medio de la inspectora y la hermana del chico empujado, consiguió separar a los aludidos y calmar las aguas. Yo hice lo mío con los pocos cabros que aún quedaban dentro de la sala, en calidad de testigos. Muchos de ellos se habían preocupado por la pelea, aunque nadie se involucraba realmente, por miedo a tomar partido y ser señalado. Les hice saber que cuestiones como esta no podían volver a suceder, que ellos mismos también debían ser parte de la convivencia escolar, que la violencia solo engendra violencia, que no eran las maneras de tratar al otro, aunque yo mismo sabía, en el fondo, que dicha agresión era un síntoma de otras cosas que rebasan la sala de clases y que son ajenas al mero ejercicio pedagógico in situ.

“¿Y si la violencia escolar no es otra cosa que el reflejo de la violencia en la sociedad?”, preguntaba la otra vez una colega, al discutir sobre otro hecho parecido que involucraba a unas cabras del liceo de enfrente. Volví sobre esa pregunta, en el momento que acabó aquella clase, devenida un hervidero sin cohesión. Yo quisiera ir un poco más allá: ¿Y si la violencia de los cabros no fue otra cosa que una violencia internalizada por aprendizaje? ¿Dónde empieza? ¿Dónde termina? Si hiciéramos el ejercicio de desentrañar factores, el golpe de la violencia resonaría en la sociedad completa, porque hay quienes la justifican con argumentos dignos de Maquiavelo, pero también hay quienes prefieren callar y no reconocer su propia sombra, en momentos límites, donde se traspasa la tenue frontera entre la templanza y la barbarie.

Los chicos de la “camorra” se fueron suspendidos durante unos días. El inspector general habló con ellos y con el grupo curso, de manera expresa. Se les comunicó a los apoderados el contexto de la pelea. Todos, de alguna manera, reaccionaron enérgicamente para resolver el conflicto. ¿Pero será suficiente? ¿Quién garantiza que el día de mañana los cabros no vuelvan a enfrentarse? ¿Acaba eso con una eventual arremetida de la “sombra”? ¿Qué hay de nosotros, los grandes, los adultos? Nadie está exento de ser contaminado por la sombra. Nadie puede anticiparse a las voluntades ciegas del otro. La violencia no te avisa, te salta en la cara. Nadie tiene la respuesta suficiente, frente a este fenómeno, porque cuando ocurre, ciertamente, ya ha sido incubado sin que nos demos cuenta. Simplemente, lo que vemos son las esquirlas de una bomba de tiempo, y una reflexión cuyo cronómetro siempre llega demasiado tarde.

jueves, 13 de abril de 2023

Sede del BlackRock asaltada en París (El Oso Blindado)

En nuestro país vecino, las protestas contra la reforma de pensiones forzada del presidente Emmanuel Macron, que elevaría la edad de jubilación de 62 a 64 años, han estado ocurriendo durante estos meses. Los medios españoles han informado tímidamente de las revueltas. Lo que empezó como expresiones pacíficas de descontento en todo el país, rápidamente se intensificó y pronto la destrucción y los enfrentamientos con la policía se han sucedido.

Este pasado jueves, la capital del país, París, amanecía con un asalto a la principal sede de la reconocida empresa de inversiones estadounidense BlackRock, intensificándose así las protestas por esos planes de pensiones de Macron.

Los manifestantes asaltaron la sede de la empresa de inversiones y unos pocos disidentes llegaron a invadir las oficinas en las que se encontraban los trabajadores de BlackRock. Blackrock no ha tenido conexión directa con la reforma de las pensiones, pero la compañía es un símbolo de especulación financiera turbia y manipulación de la política francesa.

Después de meses de revueltas, los activistas franceses han dirigido correctamente su furia contra un actor principal en el sistema financiero internacional.

El Oso Blindado

miércoles, 12 de abril de 2023

En la prueba de la unidad "cero", los cabros tuvieron que repasar el género lírico. Les di espacio para la creación en dos ítems. Uno consistía en una respuesta a una pregunta poética. Otro, en un poema que contenga al menos una figura literaria y rima asonante. De allí salieron algunas "joyitas" destacadas que reproduzco por acá:

¿Hay algo más triste en el mundo que un tren inmóvil bajo la lluvia?
Sí, nada es más triste que el que no sabe de su vida.

...

Pensamientos
Me desharé de mi cerebro
Lo hundiré fuera y lejos
Ya no estaré consciente
Me desharé de todos los pensamientos.
Preferiría hacer cualquier cosa
Que quedarme solo con mi cerebro.
Los añejos recuerdos
Escurridizos como conejos
Brincan en mi mente
Se escurren en una epifanía
Me persiguen hasta dejarme muerto.
Algo que me reconforta de estar haciendo clases en un colegio, pese a todo lo jodido del sistema, la precarización del rol docente y la indisciplina de los cabros, es que aún no ha calado la violenta ingeniería social del wokismo en las aulas. Hay problemas de otra índole, de convivencia y manejo de grupo, pero las relaciones entre los cabros se sienten espontáneas y orgánicas. No está esa cosa tan desagradable y artificiosa de corregir el discurso del otro por no ir "acorde a los tiempos" ni de obligarlo a decir tal o cual cosa por miedo a la cancelación: los cabros se expresan libremente a sus anchas, aunque en esa libertad también está el peligro, pero sin ese peligro tampoco hay libertad. No puedo decir lo mismo, en cambio, de las universidades, sobre todo de las facultades de humanidades, tomadas, en su mayoría, por esta ola de corrección elitista, "revolución cultural", digámoslo, impuesta de arriba a abajo, que se diluye al mero contacto con la realidad de las interacciones humanas, "deconstruida", al fin, por su propia inconsistencia.

lunes, 10 de abril de 2023

Algunas frases del prolífico escritor español Fernando Sánchez Dragó, fallecido recientemente. Son las frases más piolas y menos polémicas jeje:

"La corrección política es la más feroz herramienta de liberticidio de la Historia. Es la Inquisición sin necesidad de potro de tortura y por consiguiente es mucho más peligrosa. Es la muerte de todo".

"La mejor crítica es la que no responde a la voluntad de ofensa, sino a la libertad de juicio".

“El único deber revolucionario que tiene un escritor es crear belleza”

"Es una de las infinitas formas de ser estupido esa de querer que la realidad se adecúe a tu pensamiento".

domingo, 9 de abril de 2023

Vuelven las crónicas callejeras. Pruebo el pulso con una acorde a la fecha:

Un hombre con orejas de conejo vendía huevos de chocolate en la calle Libertad. Llevaba un crucifijo con la figura de Cristo en su cuello. Cada tanto, subía a las micros para continuar con su faena de manera sagrada. No había mayor elaboración en su discurso. Solo la humilde solicitud a los pasajeros y una breve y concisa alusión a Dios. "Cualquier cooperación sea su voluntad", decía, "y que el Señor los bendiga en su destino", concluía. Él sabía que esas palabras no eran suficientes, pero al menos conseguiría alguna que otra chaucha. Se suponía que los padres debían estar en casa en esa fecha, para regalarle huevos a sus hijos en familia, pero no le quedaba otra. Debía subirse a esas micros, durante todo el domingo, como si fuese ese su vía crucis atrasado. A bordo y con una venta exitosa, el viaje para el hombre era lo más próximo a la pasión crística, sin mediar la penitencia ni la tortura. El destino de todos en las micros era desconocido. Solo Dios lo sabía. Sin embargo, al hombre le bastaba una oración, para cumplir con su tarea. Al final del día, no había otro cielo que la sonrisa de sus hijos y el gesto sincero del prójimo. Cualquier otro destino, excedía por entero el alcance de su fe.

Remover la piedra

Más allá de lecturas literales y de interpretaciones políticas extemporáneas sobre la pasión, muerte y resurrección de Jesús, creo necesario comprender al Cristo en cuanto símbolo esotérico. Quien experimenta la pasión de forma estoica y luego la sublimación del cuerpo en espíritu, todos los años, puede ser perfectamente ese "Cristo interior", despierto al conocimiento de nosotros mismos. Lo que es removido, en verdad, es la piedra de la ilusión, representada por las cadenas de este mundo. Por eso, la remoción de la piedra puede significar la revelación de aquello que estaba escondido en la fosa de nuestra propia realidad, en el abismo de nuestro ser más profundo: una luz perenne abierta a la vida, una palabra que encarne lo terreno, pero que también lo trascienda. La invitación entonces es a "remover la piedra" que nos lastra por dentro, que nos enmudece, que nos coarta de lo absoluto. Vivir una vida más vivible, allende lo efímero.

sábado, 8 de abril de 2023

"La cultura de la cancelación es en realidad cobardía institucional". Juan Soto Ivars

"George Orwell: “Si la mayoría de la gente está interesada en la libertad de expresión, habrá libertad de expresión, incluso si las leyes la persiguen” Sin retorcer sus palabras, se puede extraer la conclusión inversa: si la mayoría de la gente deja de estar interesada en la libertad de expresión, dejará de haber libertad de expresión, incluso aunque las leyes la permitan." Arden las redes, Juan Soto Ivars.

Un testamento inexistente y unos herederos imposibles: la herencia-laberinto de Borges.

“Asombroso destino el de Ts’ui Pên (…) todo lo abandonó para componer un libro y un laberinto. Renunció a los placeres de la opresión, de la justicia, del numeroso lecho, de los banquetes y aun de la erudición y se enclaustró durante trece años en el Pabellón de la Límpida Soledad. A su muerte, los herederos no encontraron sino manuscritos caóticos. La familia, como usted acaso no ignora, quiso adjudicarlos al fuego; pero su albacea -un monje taoísta o budista- insistió en la publicación.” Así reza un pasaje del clásico cuento de Borges, El jardín de senderos que se bifurcan. Hoy por hoy, su poderosa ficción ha hecho un intertexto con su propio legado en vida.

Tras la muerte de María Kodama, su viuda y albacea, se desenvolvió una trama digna del lenguaje borgiano, al no hallarse el testamento de la herencia sobre la obra del escritor. Ante este vacío, la obra quedaría, eventualmente, sujeta a dominio público, cuando se cumplieran 70 años de la muerte de Borges, es decir, para el año 2056. Pero esta no es la única alternativa, porque también existe la posibilidad de que el legado borgiano pase como bien público al gobierno de la ciudad de Buenos Aires, al transcurrir diez años sin que nadie reclame la herencia. O sea, para el año 2033.

Parecía que ningún familiar directo o indirecto se iba a pronunciar sobre el futuro de la obra de Borges. Sin embargo, aparecieron, hace poco, cinco misteriosos sobrinos de María Kodama que se presentaron ante la justicia con el ánimo de hacer valer sus derechos de propiedad. Ellos aseguraban que su tía no había manifestado ninguna última voluntad, por lo que les correspondería a ellos poseer gran parte de los bienes inmuebles y el capital intangible del escritor. Los sobrinos de María Kodama fueron tan lejos en su propósito como para pedir inventariar cada elemento perteneciente a Borges en su antiguo domicilio, mediante el uso de la fuerza pública. Frente a esto, surgieron otros posibles destinos. La editorial Penguin Random House aún mantiene alrededor de tres años de contrato para la publicación de las obras completas de Borges, por lo que cada dividendo generado por las compras será destinado a costear el juicio por la sucesión.

Cualquiera que sepa sobre este embrollo legal y sea capaz de comprender la obra de Borges, se dará cuenta de que la trama de la herencia consiste en un intrincado laberinto allende la literatura. Quizá el más vívido laberinto borgiano sea la inexistencia de su propio testamento y la imposibilidad para sucederlo en lo inmediato a un heredero digno. Puede que los propios lectores de su obra, en un futuro, se conviertan en herederos indirectos, merced al vacío, merced a una realidad apócrifa, tal como las tantas citas que el mismo escritor inventó o parafraseó, bajo el manto de una erudición y la idea de un libro absoluto, remanente de un lenguaje arcano, traducible solo a los iniciados en su universo.

Ese testamento, para quienes literaturizamos la vida entera, es la enciclopedia faltante de Tlon, es el manuscrito perdido de El informe de Brodie, es el Minotauro buscando la estocada final de Teseo, es la inmortalidad traducida al laberinto del lenguaje en el cosmos. Borges hubiese hecho de esas atribuciones de propiedad sobre sus obras una referencia apócrifa, una resonancia eterna, un código universal, una historia desdoblada en fábulas y fractales. Cita continua, hipertexto, profecía. He allí su testamento metafísico, su descendencia fantástica. Kodama y sus sobrinos, inclusive las editoriales y las bibliotecas que abrigarán la obra, son otra creación del Autor demiúrgico que reposa en sus páginas. A pesar de encontrarnos en el espejo, permaneceremos en el reflejo quebrado, porque la obra borgiana solo admitirá la refracción de la luz en el silencio, y la conversión de la palabra en antimateria.

A modo de post data, sería bueno destinar la herencia a Pablo Katchadjian, sobreseído por plagio, y a Sergio Meier, post mortem, como un acto de justicia literaria o de gesto poético, por su empeño en prolongar la obra entera de Borges, con su Aleph aumentado y su Segunda Enciclopedia de Tlon, respectivamente.

viernes, 7 de abril de 2023

Todos tus besos fueron de Judas (poema)

Todos tus besos fueron de Judas, dulce muerte

Y aún tu existencia implica una crucifixión

Y todas tus palabras dichas en vida

fueron imprecaciones al Padre

Pero nunca terminará tu violencia fundadora

Porque quieres para ti el cielo y el infierno.
La figura de Judas siempre ha representado, para las masas, la figura del traidor. Pero hay quienes sostuvieron, como Borges, que Judas en realidad era el auténtico discípulo que posibilitó el destino de su maestro, sin el cual no habría crucifixión, no habría rito fundante ni cristianismo. No hay que quedarse en el mero dogma. Hay que apropiarse del simbolismo y reencarnarlo. Un ejemplo de esta rica apropiación se da cada año, sagradamente, en la Plaza Waddington de Playa Ancha, desde el año 97, con la clásica "quema del Judas", es decir, la quema del traidor de turno, en torno al cual la comunidad hace catarsis y consagra sus lazos. Recordemos a René Girard, con su libro El chivo expiatorio. Según su visión, el rito del sacrificio sería el mito fundante de las civilizaciones. Si Girard estuviera en Valpo, definitivamente, viviría en la República Independiente.
Hay muchísimas maneras de reflexionar sobre este día. Una de ellas dice relación con la justicia, con quienes han sido crucificados sin juicio justo ni mucho menos sentencia firme. En cierta manera, en cada inocente crucificado por una turba belicosa, hay un poco de Cristo, y también de pasión humana. La cruz que carga el inocente siempre será la cruz que otros le montaron. El silencio de Dios será su prueba absolutoria. No habrá redención en la palabra, pero sí en su elevación.
Escuchado por ahí, en un video de un atochamiento: “Nuestras autoridades son igual que el embrague: primero meten la pata, después hacen los cambios”.
Claudio Narea: “Este es el problema, el narco entró en la cultura social identitaria, donde la droga es la ‘pila’ y la policía el enemigo (...) Los aplaudieron en matinales, en el Festival de Viña, los tocan en cada fiesta y los adolescentes se confunden, un estado de excepción no les hace ni cosquillas”. Muy bien, Narea, te compro tu pensamiento: el narco está presente en el imaginario cultural de los jóvenes y los medios son cómplices directos por avalar y promocionar esta arma simbólica de manipulación.

La ley Naín Retamal: ¿populismo policiaco o restablecimiento del "Orden y Patria"?

Carabineros ha vuelto a la palestra del ojo mediático, a costa de la muerte de algunos de sus funcionarios en servicio. Nótese aquí la metáfora: el ojo mediático que otrora simbolizaba a los “caídos” de aquella confusa asonada de octubre del 2019, ahora vuelca su mirada sobre los carabineros como auténticos mártires de una institución vilipendiada por el sector de la izquierda radical e instrumentalizada también por la coalición de derecha, en su momento, durante el gobierno de Piñera 2. Ante la evidente sensación de anomia que asola el clima del país, con los asesinatos de la sargento Rita Olivares y el Cabo Palma, y anteriormente, con los del cabo segundo Eugenio Naín y el sargento segundo Carlos Retamal, se invocó una nueva ley, la ley Naín Retamal, que básicamente refuerza la llamada “legítima defensa privilegiada” para carabineros en funciones, sobre todo en aquellas relacionadas con el orden, la seguridad y el combate a la delincuencia, muy especialmente, el narcotráfico, cuyo mal se ha vuelto endémico y ha infiltrado tanto la sociedad entera como las propias cúpulas de poder.

Las repercusiones de la Ley Naín Retamal, aprobada por el Senado y respaldada hasta por la coalición de gobierno, han dividido a distintas fuerzas políticas del país. Por un lado, están los izquierdistas moderados que votaron por Boric, aquellas personas que cedieron su confianza a un candidato de carácter mesiánico y apoyado por su juventud, como si eso fuese garantía de virtud suficiente. Muchos de ellos vieron en el candidato al mismo líder estudiantil de antaño y no pueden superar el hecho de que Boric sea más próximo, en la práctica, a un progre socialdemócrata, alguien que está dispuesto a transar las proclamas que se creían sagradas, cuando se encontraba en la vereda de la “resistencia” a un sistema opresor. Ahora, como es parte de ese mismo sistema democrático tildado de burgués por sus correligionarios, sus votantes más fieles no le pueden perdonar que respalde, de manera estratégica, a Carabineros, los mismos que fueron lanzados contra el “enemigo poderoso”, pero que hoy son reivindicados como garantes del orden, como representantes del pueblo, ante el nihilismo del lumpen y el narco.

Por otro lado, están los derechistas del sector republicano que siempre fueron opositores a Boric y todo lo que él representa. Ellos celebran, en su mayoría, la promulgación de la Ley Naín Retamal, porque exigen reforzar las atribuciones de Carabineros frente a una inminente ola de crimen organizado nivel país (compuesto, en muchos casos, por inmigrantes indocumentados). Si bien no todos están conformes con las indicaciones de la ley, señalan que es necesario blindar a los uniformados en contextos de redadas y de flagrancia, y además garantizar su presunción de inocencia en tribunales, frente a casos de tiroteos u operaciones candado. Ahora bien, la ONU se ha pronunciado respecto de esta nueva ley, y ha asegurado que sus disposiciones “no se ajustan al derecho internacional". He aquí el conflicto: la ONU nuevamente está involucrada en asuntos que tienen que ver con decisiones soberanas de cada país. La derecha republicana, entonces, ha tomado la bandera del orden y la seguridad, con un objetivo político, y ha apuntado duramente contra la ONU como entidad transnacional que busca imponer sus propias agendas, sin siquiera considerar el contexto sociopolítico vivido por cada nación en su dinámica interna.

Es en este punto, en el insalvable fuego cruzado entre artillería izquierdista y derechista, que cobra un nuevo enclave el tema entre Carabineros y la crisis de seguridad frente a una anomia generalizada. Este enclave, a mi juicio, tiene que ver con la mirada geopolítica, la mirada de conjunto, mucho más allá, incluso de las viejas vendettas ya conocidas de nuestra vieja política nacional, alusivas al 73 o a otros eventos del pasado. Mirémoslo de esta forma ¿Quiénes son las figuras que están tomando protagonismo en esta especie de nuevo populismo soberano? ¿A qué organismos o entidades les conviene un Chile en la anarquía o un Chile convertido en Estado fallido? Primero, hablemos de las figuras. Es cosa de mencionar al alcalde de La Florida, Rodolfo Carter, con su actuación sobre las “narco casas”, casualmente, cuando todos estaban indignados por la suspensión de clases en varios colegios de Playa ancha por unos ruidosos narco funerales. Fueron estos hechos, ocurridos casi de manera sincrónica en Valparaíso y en muchas zonas de Santiago, junto con la muerte de los carabineros mártires, los que le permitieron a Carter posicionarse como una posible “carta contra la delincuencia” al emplazar la ineficacia e hipocresía del gobierno sobre este asunto. Esto le ha valido la crítica, no solo de la izquierda disidente, sino que de la derecha extra parlamentaria, acusando, de igual forma, aprovechamiento y oportunismo, toda vez que Carter fue partícipe de algunas marchas ciudadanas frente a la Moneda, convocada por sectores opositores que no concuerdan con la llamada “casta política” de lado y lado.

Otra figura polémica que se ha pronunciado es la del diputado Gaspar Rivas. Él mismo se ha hecho llamar el “Sheriff” y ha tomado la postura de un Bukele, es decir, mano dura y cero tolerancia. En una entrevista con la prensa, Rivas declaró que él tomaría medidas similares a las del presidente salvadoreño en su país, para neutralizar a las pandillas, decisión que fue cuestionada por el tema de los Derechos Humanos advertido por la ONU. Fue ahí que Rivas dijo: “los derechos humanos son para los humanos derechos”. Es decir: los delincuentes, a su juicio, tendrían que renunciar a esos derechos, una vez que se hayan reñido con la ley en delitos graves. La propuesta de Rivas, tomando la idea de Bukele, desafía, claro está, el derecho internacional, y es acá donde entra otro punto de discusión: quiénes dirigen el INDH, qué intenciones tienen, qué ONG está operando en Chile, qué entramado de burócratas no elegidos por nadie están ganando réditos a costa de nuestras espaldas y de la seguridad del país, rindiéndole cuentas a asesores, veedores, informantes, cadena de parásitos al servicio de comités extranjeros sin un contacto con el Chile real, el Chile del rigor, el Chile del que busca el orden y abomina del caos, el Chile que se resiste a ser, una vez más, el modelo de laboratorio del globalismo.

Es posible sospechar de la probidad de un Carter y de un Rivas. Podemos dudar de sus verdaderas intenciones. Prácticamente, ninguno de nuestros políticos goza de buena salud en este sentido. Se puede sospechar, incluso, de la propia institución histórica de Carabineros y la corrupción de sus altos mandos en casos como el Pacogate. Sin embargo, no podemos negar la relevancia de unas fuerzas públicas empoderadas frente al avance de la disolución social precipitada desde hace ya más de tres años, con causales y motivaciones aún no del todo definidas, tanto para conspiradores como para escépticos. Lo que sí es evidente es que un Estado de acracia, sin la suficiente institucionalidad, se fagocita a sí mismo, y es presa fácil de una eventual invasión territorial o de un hipotético avance sobre la soberanía de la nación, en términos de un supra mandato que atraviesa pueblos y países. Es este el quid del asunto, en un mundo enfrentado contra el orden unipolar. 

Chile tiene que volver a pararse firme, en la defensa de sus límites fronterizos y en la restauración de cierto orden público mínimo para el desenvolvimiento de la sociedad, y es en este caso que la nueva ley es imperfecta, pero constituye una señal propositiva, lo que no implica convertir al Estado en un agente policiaco estilo chino o 1984, como ya ha ocurrido, por cierto, durante el encierro cavernícola con motivos sanitarios. No: se trata de algo tan elemental como el “Orden y la Patria”, del equilibrio anhelado para proceder en consecuencia y de la autonomía de la nación que nos arraiga, del suelo que pisamos, defendido con el tesón de los héroes y con la misma estrella de los crucificados, “la ley espejo de nuestro honor”.

jueves, 6 de abril de 2023

A los amigos de derecha que quieren un Bukele para Chile, les tengo una mala noticia: Bukele se formó en el Frente Farabundo Martí, un frente de izquierda "radical" y siempre ha defendido el régimen cubano. Incluso, últimamente ha sido respaldado por el PC Chino. Eso. Solo para precisar. Ahora pueden seguir con sus vidas.

miércoles, 5 de abril de 2023

Asonada (poema)

Hace tres años fue abortada nuestra promesa

Hace tres años fue evadido todo significante

Hace tres años fue extinguido el tiempo

se perpetuó la bilis y se propagó la peste.

Hace tres años no hubo sacralización

Hace tres años fue usurpado el espíritu

Hace tres años fue disuelto el sentido

El palacete y la estatua de los significados

Se quemó la ciudad y con ella el alfabeto de nuestra historia.



De nada sirvieron las palabras conjuradas en la noche

De nada sirvieron los rituales al fulgor de la belleza

Demasiada agitación nos empañó el destino

Demasiada pasión nubló la intentona

Por revertir el curso satánico del poder

Miramos a sus ojos y las grietas de su espejo

Penetraron en nuestra mirada

Ebria de ánimo disolvente

Tuerta de tanta redundancia

De tanto vigilar al adversario en las calles

De tanto alentar la dialéctica en las sombras

De tanto impulsar la inquina, a diestra y siniestra

y escarbar entre los muertos

Para profanar, una y otra vez, el grito de la eternidad.

martes, 4 de abril de 2023

Hay quienes hacen del pasado una mina de oro, y de la herida, una garantía de virtud.

lunes, 3 de abril de 2023

Chile, el rebaño perfecto de Latinoamérica

 Artículo de costumbres publicado para un ramo de Literatura española en la U. Inspirado en los artículos de costumbres de Mariano José de Larra.

Escrito aproximadamente en mayo del 2010.


Es tarde. Parece que alguien silba lejos, muy lejos, queriendo desvelar oídos vírgenes. Sí, los oídos de quienes exigen su llamada vehemente, como para enriquecer su indiferencia al menos durante el lapso del sonido. Me encuentro quizá, en alguna parte de esta ciudad, con un fragmento de mi yo, tratando de dejar una constancia sobre mi pertenencia al próximo grupo. Es la tendencia, dicen. Un lenguaje intrincado de retórica y de interpretaciones atomizadas es lo que identifica siempre a los vírgenes oídos. Casi un coqueteo con la llamada babel americana. Y es que no quiero sonar redundante: el sonido, o mejor dicho, el susurro invisible de la comunicación abierta, la llamada democratización de los medios, es recibida como un prodigio por todo el rebaño chileno. Es el silbido del pastor anunciando proféticamente el encuentro con un Dios material, tan democrático como rentable al precio del bolsillo de cualquier ciudadano de Chile. Así, todos esperan su propia porción de Dios, poseída con sus propias manos: el universitario –de cualquier especie- con la convicción férrea de ganar su título de ingreso a la “máquina”; el hombre del mercado central con la esperanza de emprender lo suficiente como para conseguirse un negocio propio –por lo demás, lejos de tanto mercadeo inútil y gregario-; los famosos pirateros, que abundan en Santiago, en la calle Pedro Montt y aún más en Internet, con el sueño de legalizar su trabajo, sin los cuales ninguno de nosotros tendría un real acceso a la cultura, -dado su precio, según parece, proporcional a su valor y calidad, de acuerdo a los señores invisibles allá arriba-; los maniqueos partidarios izquierdistas y derechistas, cada cual con su particular forma de rascarse el ombligo y de secretar su caudal económico (en muchas ocasiones me ha tocado lidiar con dichos seres plagando de folletos las plazas de Valparaíso, y haciendo más mierda esta gran mierda de rebaño de medias tintas); los hombres caritativos, los solidarios de turno, los Don Franciscos trasnochados, con un impulso inconsciente de ayudar tras la excusa del terremoto –extrañamente ocurrido durante el gran Bicentenario-, sin tener ni la más mínima idea de todo lo que hay detrás, (sí, la típica excusa de estos amantes del deber, los he escuchado más de una vez: su servicio incondicional al Estado, a la Patria, su amor a los hombres, su cristianismo, su conveniencia); los punkies a la moda (claro, somos los ingleses de Latinoamérica), que se paran ahí en la farmacia Cruz Verde de Francia y en el Parque Italia; los skinhead (de ellos no se sabe si son “nazis” o si son “antis”… da lo mismo); los mendigos de las calles (víctimas del sistema, como yo, como ustedes, como el presidente); los célebres perros vagos (cada uno con su propio baño individual a lo largo y ancho de las calles, qué envidia); todos (y si, más de alguno se me escapa: los seudo hippies que venden artesanía en las plazas -ejemplos de emprendimiento-; los típicos canutos exegetas de la Palabra; los mormones que más parecen venir por lo pintoresco, por lo fenómeno, por lo híbrido de Chile, que por un real sentido de la vocación religiosa, etc, etc.), todos ellos, y muchos más, ahora tienen algo que los une: su obediencia a su propio Pastor Personal. Y es que el Pastor crea la ilusión de la propiedad en sus ovejas para hacerlas delirar con sueños emancipatorios. Sí, mi país (¿mi país?) pareciera ser también una propiedad.

A menudo, cuando oigo los noticiarios o, mejor dicho, cuando me invade la información amarilla como por asalto, como es el caso del diario La Estrella con su persuasivo gancho de muerte o violencia en primera portada, intuyo de manera inmediata la extensa maquinaria consciente del Pastor. Puedo oler su rastro también en cada una de sus ovejas, en su filiación a sus seducciones, en su coqueteo con la posesión –como antes mencioné-. Fenómeno, que pareciera emular a manera de engendro el gran proyecto multi-estado yanki. Y es que los ingleses de Latinoamérica constituyen la vanguardia sudaca. Sí, es el orgullo de la oveja chilena. Todo dentro de ella refleja su espíritu altivo. Un ejemplo de las tantas consecuencias de esto es el añejo cuento de la superioridad del chileno frente al peruano y al boliviano (tan ovejas como nosotros, al fin y al cabo) por lo de la Guerra del Pacífico y el conflicto del mar. He aquí que las palabras del Pastor son las palabras del rebaño. La mayoría se toma tan en serio estas palabras, que llega al punto de considerar a Chile como una especie de nobleza latinoamericana. Suelo escuchar a menudo por las calles a ciertos engendros de naturaleza hostil, herméticos en su submundo de extraños matices delictuales (sí! víctimas del sistema, como yo, como ustedes, como el presidente), llamados flaites, enorgullecidos de ser chilenos por saberse de memoria aquella pervertida historia, y la guardan, y la propagan como biblia entre sus pares y sus descendientes (felices de reproducir robóticamente todo lo validado por el Pastor), mientras se reúnen gregariamente en cada rincón baldío de los cerros y en cada sórdida esquina del barrio puerto -como verdaderas aves de rapiña-, y el mito se difunde hasta que los medios lo subliman y lo vuelven a pervertir. Asimismo, estos flaites (extraviadas ratas de laboratorio de la posmodernidad chilensis) podrían quizá llegar a poseer una hebilla o etiqueta que los distinga del resto del rebaño. Paradójicamente, estos engendros parecieran poseer identidad propia, un sello característico “chileno”, que los distingue de toda una multitud atomizada hasta el hartazgo en la orgía de la fragmentación globalizada. (Claro, todo en ellos es identificable: su “música”, que puede servir de banda sonora para todo tipo de excesos machistas y de iniciaciones prostibularias; su monstruosa y hermética modulación del idioma; su ropaje plagiado de la cultura underground afroamericana –de por sí, más digna y auténtica-).

A mi modo de ver, todo aquel revoltijo sociocultural, que va desde tribus urbanas, pasando por los mismos flaites, hasta llegar a políticos e intelectuales con chovinismo sudaca al uso pero de amplia raíz primermundista (apellidos raros, difíciles de pronunciar, como evidencias vivas de un criollismo insufrible o de un esnobismo hipócrita), representa algunos de los tantos colores y máscaras de esta gran hermandad, este gran rebaño, tan llano y dispuesto para partir, para seguir una vez más, para oír en sus oídos vírgenes el llamado del deber, del progreso, del paraíso estrecho para las masas, y es que ese paraíso tricolor nos crea nuevamente la ilusión de la propiedad. El Pastor juega con sus ilusiones, y los límites de este interminable cercado que es Chile, esta palabra abstracta usada más en vano que el propio Dios, son los límites de cada una de las criaturas que contiene. Aun si quisiesen salir (ya sea, al extranjero, en busca de oportunidad laboral, o en busca de respirar “aire puro”) llevarían consigo ya el germen de su condición chilena, digo, de su condición borrega, hacia todas partes.

No importa si la oveja se escapa del rebaño: ella misma es el rebaño. Así, el chileno medio, con su ciego optimismo en la disposición paternal del sistema, se suma una vez más a este show mediático, a este circo de fenómenos híbridos, e inmediatamente quiere buscar el espacio que le pertenezca por derecho. El Pastor entonces le concede ciertas libertades a sus ovejas, y cada cual con su propia burbuja, su propio paraíso artificial. Ejemplos de estos paraísos son: el mundillo de la TV, toda su parafernalia ávida de rating fresco y virgen, el mundillo de la política, con el maniqueo conflicto izquierda-derecha, seguida de la fórmula binaria de la oferta y la demanda, el mundillo de las subculturas, con su quimera diversificada, su fingido caos adolescente, su tan mentada “posmodernidad”, el mundillo del “carrete” (el ejercicio mecanizado de la diversión juvenil, una plaga de sucuchos de mala muerte son su templo, y el alcohol, su agua bendita, sobre todo aquí en Valparaíso. Y cada vez que rondo dichos sitios entran más y más ovejas de los más insólitos colores y sabores, con la excusa de sentirse importantes junto a su grupillo, de liberar un hondo instinto de fuga y de desenvolver un vago sentido de la independencia –quizá personal, sexual o meramente económica-), y por sobre todo, el mundillo de las familias felices. Se me olvidaba también, el mundillo del sentimiento barato, de las emociones con lágrimas de plástico, esa que propugna borrar las diferencias del rebaño para reunirlas en torno a un fin común, siempre de acuerdo a los señores invisibles allá arriba, y su naturaleza proteica toma la forma habitual de lo que conocemos por Teletón, y, actualmente, por campañas pos terremoto bicentenario, de las cuales su forma anterior y primigenia –Teletón- usufructúa de manera exquisita.

Sí, pienso que la cotidianidad del chileno es su sello característico. En ella se deja ver todo su potencial borrego. El típico discurso de que “el trabajo dignifica”, el trabajo aquí, el trabajo acá y la cacha de la espada. Claro, como si el trabajo tuviera un valor intrínseco en sí mismo, y no fuera sólo un medio para llenar el estómago, llenar el hogar, llenar el yo, llenar la nada, llenarlo todo. De ese modo, y de acuerdo a toda esa lógica, el chileno se siente feliz de vivir en su burbuja, vive para el día a día, vive y aprende, en su espíritu borrego, el ímpetu reaccionario del Pastor, al punto de que odia el “cambio”. Y ojo, he aquí que esta misma palabra haya sido astutamente prostituida en altares propagandísticos como panacea reivindicativa. Sí, otra vendida de pomada. Otro cuento del tío más. Demasiado tarde. El chileno, en su afán constante de diligencia, de eso que lo identifica con su Pastor, se funde en un abstracto engranaje de arquitectura ingenieril, y reniega una y otra vez de aquello que no es como él. Por ello, rechaza el ocio. Es más, el ocio del chileno no le pertenece, y entra en la lógica del entretenimiento, mas no en el cultivo interior de la persona ¿Qué hace generalmente el chileno en sus tiempos de ocio? Gatilla el infructuoso zapping, en un eterno retorno de la TV abierta a pesar de la TV por cable, compra el diario impulsivamente para acudir a la sección de crucigramas, y a la sección de minas. ¡Sí! Minas, minas etéreas, tan sexuales como falsas, porque el chileno nunca se conforma, siempre quiere más, y más, desea a su propia puta imaginaria como a su casa propia imaginaria y como a su sueldo ético imaginario. Ese es el ocio del chileno. Y la palabra ocio es un pecado para el sistema. Es un error. Es una aberración que debe sublimarse sirviendo de utilidad para el rebaño. De ese modo, volvemos a la manía del tener, del poseer. Las ovejas, comprando y vendiendo su propia lana, se odian entre sí. Tanto flaites como cuicos, tanto pacos como reos, tanto políticos como civiles, venden y venden su propia lana y se odian entre sí, porque uno tiene más lana, y el otro la vende más cara y el otro la compra más barata. En fin, todo esto refleja, una vez más, el carácter de paraíso estrecho de este llamado fin de mundo. Según dicen, esa es la tendencia. El Pastor articula otra vez su lenguaje ovino, y las modas comienzan a resurgir. El calor de las hormonas marca su dirección, y ya es hora de acabar con el show y continuar la marcha incesante.

El conteo quimérico de las ovejas saltando el cercado del Pastor, aparece como otra de las tantas ilusiones administradas ingenierilmente por los que tiran de las cuerdas. Sí, casi siempre insisten en recalcar el carácter utópico de Chile, su profundo gregarismo borrego: El Chile que todos queremos, Unidos por Chile, Unidad Nacional, la Roja de todos, todos juntos, juntos, apretados, confundidos. Tienen razón: desde los ojos del Pastor no existen personas, individualidades. Chile es ahora el rebaño perfecto de Latinoamérica. ¡Viva la democracia!

Gabriel Palomo

domingo, 2 de abril de 2023

El resurgir de la Sala Rivoli: “Escucha tu corazón”, Valparaíso.

El sábado fui a conocer la nueva sala Rivoli de Calle Victoria, inaugurada durante marzo. Ese día tocó un tributo a Roxette. Entrar a ese viejo lugar, el mismo donde antes había un Persa, el Persa Rivoli, durante los noventas, y el mismo donde hubo un cine, mucho antes, fue como recorrer un universo paralelo dentro de la antigua vida cultural de Valpo. Un amplio salón con una galería alta e iluminada se abría a los visitantes, en el mismo espacio donde otrora eran instalados los múltiples puestos del persa. No logré escuchar en mis recuerdos a los vendedores, pero tengo la imagen viva de esos pasadizos oscurecidos por la historia, vestigios del que fue uno de los tantos teatros que convocaban al cinéfilo porteño.

Mi madre me contó que en ese Teatro Rivoli alcanzó a ver La noche de los muertos vivientes, a fines de los ochenta, cuando ya el espacio estaba en su decadencia y Chile enfrentaba su eterna transición. Frente a ese escenario portentoso del que fui testigo, ciertamente, estaba instalada la memoria de esos metrajes de culto y, al mismo tiempo, la sombra de aquellos tiernos paseos de la infancia, en busca de algún juguete en medio de esos pasadizos laberínticos. Los sitios que antaño cubrían una etapa de nuestra vida en el puerto evolucionaron conforme al espíritu de los tiempos y una imagen personalísima de ellos trasciende y permanece en nuestra retina, pese al abandono histórico de la ciudad.

La noticia sobre el revival del Rivoli, en modo sala de eventos, llegó un poco después de la lamentable noticia sobre el cierre definitivo del Cine Hoyts. Al comentarle esto a mi madre, le pregunté si recordaba la época en que el plan de Valpo estaba repleto de teatros y de salas de cine. Ella me contestó que por supuesto, que, de hecho, los teatros de esa época eran destinados para la proyección de películas, en diversos géneros, según la propuesta de cada lugar. Así, por ejemplo, la Avenida Pedro Montt era conocida prácticamente como la Avenida del cine porque estaba llena de teatros. Estaba el Cine Brasilia, donde abundaba el cine de acción; el Teatro Imperio, donde mi madre aseguró haber visto La Mosca de David Cronenberg; el Cine MetroVal, apodado luego como Cine Metro, cuyas filas, en sus mejores momentos, doblaban una cuadra entera; y más allá, a la altura de Plaza Victoria, estaba el Teatro Valparaíso, donde mi madre dijo haber visto Mi privado Idaho con River Phoenix y Keanu Reeves, a comienzos de los noventa.

Volver sobre aquellos teatros a través del metraje de la memoria permite repensar el Valpo cinéfilo de esos entonces. Lamentablemente, el tiempo no tiene un rodaje en reversa. Lo que fue demolido obedece al mantra de unos tiempos consagrados al consumo inmediato, a la digitalización y a la obsolescencia. Así lo atestigua un Teatro Valparaíso devenido sucursal de Ripley, un Teatro Imperio convertido, hace mucho tiempo, en una gran feria artesanal, y ahora un Cine Hoyts, ex cine Metro, a punto de ser transformado en un Mall chino. Es por esto que el proyecto para levantar del polvo a la Sala Rivoli, por iniciativa privada de Produc3, también responsable de la instalación del Restorán Del Barrio, cobra una oportuna resonancia con un pasado añorado, quizá romántico, pero digno en su visión orgánica de la cultura, considerando la condición paupérrima de un puerto que se olvida a sí mismo, arrastrando la chapa de patrimonio prácticamente por inercia.

El día en que acudí al tributo de Roxette, el centro de Valparaíso dejó de ser, al menos en esa arteria de Victoria, el patio trasero de las inmobiliarias y los retails, el mall de los vendedores ambulantes y el desfile de los locales saqueados por los esbirros de la ideología, para pasar a ser lo que fue en sus años mozos: un epicentro de nostalgia y de virtuosismo, una fila humana buscando la catarsis de sus días en los teatros, un universo con un destino. Es esa la tónica que debiera recuperarse. Es ese el Valpo que proyecto en forma de celuloide, muy adentro mío, desde la lejanía, y que recuerdo, en forma de una power ballad, tal como en el clásico, “Listen to your heart”: Escucha a tu corazón/antes de decirle adiós.

Muchos años atrás, uno de los puntos de reunión más conocidos por los porteños era el mítico Blockbuster. Alcancé a visitarlo cuando iba en Básica. De hecho, arrendé algunas películas allí. Con el tiempo, se popularizó juntarse en el Blockbuster de Bellavista para ir a carretear, incluso mucho después de la decadencia y quiebra del videoclub. Persistió en el imaginario porteño la fórmula "juntémonos en el Blockbuster" para indicar un punto neurálgico, próximo a la bohemia y al plan de la ciudad. Me temo que algo parecido pasará con el ya extinto Cine Hoyts. Pronto, el "juntarse en el Hoyts" se volverá el reflejo del clásico "juntarse en el Blockbuster", para quienes busquen un punto céntrico más cercano a Pedro Montt, conservando una suerte de legado, solo palpable para quienes frecuentaban esos lugares de Valpito. En un futuro, cuando las nuevas generaciones de porteños recuerden el boom de teatros, cines y videoclubes de un Valparaíso análogo, siempre podrán volver sobre esos puntos de referencia fosilizados en el tiempo, como aquellas películas repitiéndose una y otra vez en el corazón de celuloide del caminante.