jueves, 7 de marzo de 2024

Librería Alpasio

Entré a la librería Alpasio, antigua librería en calle San Ignacio. Le pregunté a don Mario Reyes, quien atiende, cuánto llevaba ahí la librería. "Casi treinta años" , respondió. "Ha aguantado mucho", le dije. "Hasta la Crisis se fue". Don Mario comentó que hace tiempo no iba a la Crisis , y que ya las librerías "no mueven como antes". Aun así, permanece abierta. 

Al fondo investigué la sección de poesía chilena y me encontré con una sorpresa, solo atribuible a una broma literaria del Universo. Sobre un estante, habían tres antologías poéticas de Valpo: una, de Felipe Ugalde y Arturo Rojas; otra, más antigua, de la SECH de los noventa, de nombre "Libertad"; y, al medio, la mítica "Carta de ajuste", de Antonio Rioseco y Juan Eduardo Díaz, donde salgo publicado junto a otros poetas conocidos -en ese tiempo inéditos -, de la Región. 

En cierta manera, haber entrado a la librería era jugar a las probabilidades. Solo un recóndito sector de resistencia libresca como la Alpasio podía albergar semejante coincidencia sarcástica. Contra todo pronóstico, no compré los libros y preferí dejarlos ahí, juntos, polvorientos y sagrados en su interjección. Me llevé, en cambio, Poemas dogmáticos de José Miguel Ibáñez Langlois y La señora sobreviviente de A. Bresky. Auténticas joyas poéticas. 

Salí de la Alpasio. Prometí volver por más. Don Mario cerró el boliche, detrás mío, como quien cierra el sótano escondido de su casona, su refugio del mundo.

Megáfono taurino (2024)

Poema de hace quince años exactos, dedicado a de Rokha, con una imagen ad hoc:

a de Rokha


La maquinaria feliz de las ciudades se hizo escombro

cuando saltaste de tu fúnebre cuna

y escupiste tu canto choro a forma de metralla.

Los demonios de la vida cotidiana,

por tu paladar fueron bautizados,

y ensimismados exigieron su sangre

única y exquisita

tal como los grises vegetales

del último de los edenes.




El amor fue la roca con la que puliste el filo de tu soberbia.

Tu cabeza y tu bolsillo vastos de compromiso,

Tus cuernos militantes,

tu Chile densamente ebrio,

redescubierto como amante.

Con el puño férreo, desde el país de los grises, pareces decirme:

“Te invito a reconocerte en mi mundo.

Para cuando tengas mi edad sabrás callar tu paz y sublimar tu guerra”.




Te imagino ante las enaguas florales del caos,

escondiendo la belleza en tus ojos rubicundos.

A ti se te aparece la hipocresía como matador,

y juras socavarla en arrojo de cuernos pulcros

como implorando a la pangea y al amor de tu palabra.

Sí, tu palabra vasta de raíces, de donde reverberan

las vocales y consonantes de poemas futuros.

Sí, y así dices, cabrio macho:

"Para universos en blanco y negro,

espíritus claroscuros".




Fiel a todo lo que te sabe a choreza,

tu imagen por siempre moneda,

redimida de precio.

Así, grítale al mutante capitalista,

el gusano de la discordia ha perdido su manzana

pero ha encontrado en ti la tinta

para inmortalizar su arrastrarse por la tierra

Pero no creas que está santificado,

hasta su baba podría ser agua bendita.




En un hondo aliento me sujetas a tu país de funerales

y ciudades con tentáculos,

me llevas al Chile de todos los días

con sus blancos de Nada,

sus azules de Resaca,

y sus rojos de Furia o Lascivia.

Todos esos no son epítetos suficientes

para las entelequias constantes

de una larga y angosta faja de tierra,

a forma de espermatozoide exiliado

dentro del óvulo viudo, virginal 

Y menstruante que es América.




Mira a la equidistancia de nuestro mundo,

su doblemente ambigua dualidad.

Con tu alquimia de carbonada,

condimentas pensamientos y corazones,

y dejas al desnudo la pueril complacencia de todas las cosas.




Como por barrios rurales te me apareces

en los compartimientos de la conciencia

e invitas a recorrer los idilios baratos del fin del mundo

con pies tempestuosos, llenos de ternura y choreza.

Titán, haces que mire mi hogar con ojos abismales

y que reconozca en mi comodidad el abismo

sobre el cual me he arrojado durante años

y no quisiera regresar ya para imitarte.




Gritarle a la muerte: ¡puta de ocasión!

Gritarle a la vida: ¡puta cara! pero sola, pero una,

todo eso me legas entre pliegues de luto,

y tu verdadera forma el decibel primero,

salvaje y filosófico de una torrencial música

con un nombre tremebundo.




Tú, solo megáfono, confiésalo:

de un golpe y sin pensarlo,

te bebiste un concho de angustia

y te hartaste de todos, y te jubilaste de todo

y te empachaste de todos

y compusiste, más allá de aureolas y cachos,

tu ópera prima: el Absoluto.

Apuntes adolescentes de un antiguo libro de actas (2003-2004)

Encontré un antiguo libro de actas. Contiene una serie de apuntes que escribí de adolescente (2003-2004). Mis tempranos pasos en la escritura. Rescato lo mejorcito. Algunas cosas iluminan bastante el presente. Otras, fueron simples arranques del momento:


Odio cuando dicen que el mundo actual no es el mismo de antes. Pareciera como si en casa todos tuvieran mi destino escrito en un libro.




No te sientas discriminado por lo que haces. Que no seas cliché no significa que te besen el trasero.




¿Cómo es posible que la gente se identifique con un tipo de sujetos demasiado idolatrados, como si fueran los reyes de la ignorancia?




No quiero identificarme con nadie que no sea yo. Demasiada empatía produce alienación.




En realidad yo nunca quise utilizar la poesía para enjuiciar a nadie ni a ninguna cosa, solo quiero desahogar lo que tengo dentro de mí sin un mayor principio.




No sé si será por los cambios de rutina, pero yo ya estoy un poco cabreado de repetir lo mismo: calentar comida, comer, salir, disimular, murmurar, salir de nuevo, cargar, calentar otro poco de comida y plasmar todo lo que veo en escribir.




Elegí la estética alternativa, esencialmente lírica como mi especialidad, ya que es la única que implica libertad absoluta. Nadie te señala qué es lo que debes expresar dentro de la poesía.




Cuando pienso en renunciar a mi condición, me inspiro.




No tiene nada de malo actuar sin culpas, solo te acusarían de todo lo que has aprendido.




Me siento agradecido de haber nacido en un país con tanto progreso histórico. Me tranquiliza el hecho de saber que la sangre de la gente que buscaba nuevos horizontes no fue derramada en vano, pero respecto del tipo de cultura que quieren transmitir los medios de comunicación a las personas, es una verdadera humillación. A nadie le importaría si acaban de una vez por todas con la clase media.




Odio el mundo del espectáculo porque pareciera que todos los parafernálicos te estuvieran ofreciendo el trasero para que tú se los beses con miedo y orgullo a la vez.




Siempre he admirado la privación de las cosas, del culto independiente pero accesible, especialmente en la música y la literatura. Nunca me llevé bien con esos intelectuales demasiado escrupulosos y exigentes.




Actualmente pareciera que la integridad humana ya estuviera pasada de moda. El sistema resalta demasiado el exitismo como excusa para la superación personal. La gente parece como si hubiera perdido la cabeza identificándose con tipos que solo han llegado a la cima de la muchedumbre por unos cuantos pesos. ¿Qué les hará falta? ¿Qué están esperando realmente? ¿Que venga Dios a resucitar sus vidas cuantas veces pueda hasta que logren ocupar su lugar en el mundo?




A veces la intención de un mensaje es más importante que el mensaje mismo.




El tiempo también tiene corazón.




Muchas veces no vale tanto el contenido de un mensaje, sino la forma de interpretarlo.




Siempre he querido desordenar la significación de un asunto para que se vea desarrollado como por arte de magia. Me gusta que todo se represente de forma espontánea, sin mayor preciosismo, como cuando estás en plena discusión de debate y sale, de repente, una voz de tus entrañas hacia afuera que dice: “Te odio”. Esas cosas simples son las que amplían el mundo poético dentro de un texto cualquiera.




Ya nada convence.




Yo no concibo la idea de creer en un mesías que nos salvará a todos de las manos de la corrupción, ni en cualquier otro amuleto semejante. Creo que es poco convincente. Si se quieren cambiar las cosas, se debe salir de la burbuja interior y actuar ahora ya.




Todo lo que se transforma en moda termina degenerándose.