jueves, 19 de julio de 2018

Metaforismos


En una entrevista a Jodorowsky, sobre el lanzamiento de su libro Ojo de oro, se le preguntaba sobre el contenido, consistente básicamente en un compendio de sus tweets. Decía que no eran simplemente tweets, sino que "metaforismos", un nombre un tanto pretencioso para englobar cada una de las frases que él subía a la red social bajo el lema de la Re-evolución poética y la Conciencia al poder. El cuestionamiento principal al libro era sobre el por qué publicar un compendio de "metaforismos" y si las entradas de twitter podían considerarse o no literarias. Jodorowsky respondía que a él no le interesaba si el conjunto de esos tweets podía o no llamarse literatura, sino que le interesaba el carácter dialógico y colectivo que este adquiría, digamos, cierta trascendencia del yo hacia un nosotros, expresado en ese montón de frases escritas en tercera persona plural. Según él, cada frase suya caía en seiscientos mil cerebros y no había ahí derecho de autor, ni siquiera propiedad intelectual. Era como sembrar en terrenos ajenos. Con lo cual nada quedaba ahí, todo se daba y redundaba en el "fin del ego" (término del cual Jodo parece estar obsesionado). 

La entrevistadora, aún no captando del todo la idea, le volvió a preguntar por qué creía acaso que hablar de uno mismo no era algo literario. Señalaba que era porque casi todos los grandes poetas fueron autorreferentes, porque la literatura (casi toda) tenía "olor a ombligo", entonces había ahí otra clase de literatura actual gracias al twitter que vendría siendo una literatura sin yo, una "literatura del nosotros". Ante la réplica, se le insistió con una última pregunta. Sobre por qué decidió hacer finalmente ese libro, si la virtud de twitter era que se generase diálogo, y el publicar un libro ya implicaba un nombre propio, un autoría. Jodorowsky volvía a su punto anterior, impenetrable, respondiendo que no le importaba que lo retwitearan, que todo lo hacía simplemente por el hecho de dar sin preocuparse por recibir algo a cambio. Apelaba a la cantidad de tiempo invertido en los tweets, de manera gratuita, en un brillante gesto de altruismo. 

Después de eso, la entrevista tomó otro ribete. La pregunta, sin embargo, continúa dando vuelta ¿los tweets (o si me apuran, los posteos) pueden llegar a tener siquiera alguna remota cualidad literaria, o solo depende de si son publicados por un escritor o un personaje de renombre? ¿existirá realmente algo así como una "literatura del nosotros" o era solo otro de los tantos argumentos que usaba Jodorowsky para justificar lo injustificable y enrollarlo todo dentro de una madeja discursiva? De la forma que sea, hay textos y textos. Como decía el propio Jodo, la palabra final la tendrán los otros. Solo un ojo clínico o una masa lectora podrían empujar a un twitttero o a un facebookero a querer publicar lo que sus seguidores día a día comentan. Una cosa muy posmoderna, en todo caso. Lo que no quiso aceptar Jodo -virtud a su carácter mediático- es que en ese acto no hay tanto un dar desinteresado, sino que también un recibir oculto tras la imagen del psicomago o del gran literato. Pero convengamos en que ninguna de estas cosas a la larga importa, si el conjunto de la humanidad virtual puede, aparte de imbuirse de sabiduría en línea, leer en papel ese ambicioso conjunto de tweets psicomágicos o metaforismos, que, aunque las cifras económicas digan lo contrario, tienen el carácter de ser gratuitos. 

Habiendo terminado la entrevista, se le pidió a Jodorowsky que leyese algunas de sus creaciones, para regocijo de la humanidad virtual. "Deléitenos, maestro", decía la entrevistadora, entusiasta. Lo que alcanzó a leer Jodo, y que quedó impreso en la edición a papel de la entrevista, era escueto y decía más o menos así: -Más importante de que te amen es que tú ames. -El único medio de conocer al ser humano es a través de sus límites. -Triunfar es aprender a fracasar.