sábado, 16 de diciembre de 2023

Acabo de terminar de escribir un ensayo sobre la depresión que le pidieron a mi polola para la U. Como mencioné días atrás, no quise redundar en su contenido y solo me aboqué a la forma del texto. ¿Hasta qué punto el estilo propio se confunde con el formato exigido? Creo que el estilo siempre se vislumbra, por más rígida que sea la forma, pero el ensayo tiene esa ventaja: de admitir el vuelo reflexivo y la digresión galopante. Copio un fragmento de la conclusión:

El ser productivo, a la luz de la evidencia, puede llegar a implicar el estar depresivo. La constante demanda sobre aquellos que tienen fuerza de trabajo y capacidad productiva, las más de las veces, en pos de la sobrevivencia y el estatus social, puede superar con creces las ansias personales de realización, según lo entendía Abraham Maslow en su clásica jerarquía de las necesidades humanas.

En la mayoría de los casos, la gran masa productiva, compuesta por personas con oficios regulares y profesiones, no alcanza siquiera a culminar de manera satisfactoria con los niveles de reconocimiento y autorrealización, cumpliendo de manera muy limitada con los niveles de afiliación y seguridad, lo justo y necesario para contar con un mínimo de calidad de vida y “volver a la rueda de la rata”. Todo ello habla de síntomas propios de nuestra época posmoderna y de nuestro sistema capitalista: el culto al sobreesfuerzo como motor de la vida social y la autoexigencia individualista como meta aspiracional.

Se ha hablado lo suficiente sobre el grado de enajenación que pueden llegar a presentar los individuos envueltos bajo estos parámetros y el grado de descuido de su integridad psíquica que desencadena algunos de los males ya explicados en el ensayo. Por lo mismo, conviene comprender a la depresión en el marco de un contexto particularmente adverso (época de pandemia) y expuesto a las vicisitudes del propio sistema que la propicia, un sistema todavía en deuda en materia de salud mental y de psicología profunda.

Resulta oportuno concluir con una frase de Byung Chul Han, que resume muy bien la tónica de la hiper productividad y el espíritu de nuestro tiempo: "Ahora el hombre se explota a sí mismo y cree que está realizándose"

Se debe apuntar hacia una ética y hacia una consciencia sobre el aspecto vital de las personas, que tiene que ver no solo con la elemental sobrevivencia dentro del sistema, sino que con su capacidad para desarrollar sus talentos y potencialidades, mediante el uso del tiempo libre, el tan malentendido tiempo de ocio que, de acuerdo a los griegos antiguos, implicaba precisamente el tiempo para la reflexión y el cultivo del espíritu, elementos prácticamente inservibles, según la lógica de la “sociedad del rendimiento”. Conservando un grado de libertad de consciencia y de tiempo para el cultivo de sí mismo y de los otros en la vida pública, se puede lograr hacer una diferencia sustantiva en materia psicológica.