lunes, 6 de junio de 2016


Resfrío de fin de semana. Te recuerda que todo tiene secuelas. Que todo pasa por algo. Que el día Lunes se acerca y que trabajar se ha vuelto inevitable. Ayer seguía una maratón de la Matrix. Justo al fin de la primera película, cuando descubren al elegido, estornudo. Quizá una ironía premonitoria o el síntoma de otra cosa: la dispersión del deber, la enfermedad. No pudo haber sido de otra forma, diría Morfeo, y el sueño invade como consecuencia de escribir hasta tan tarde, mientras que el mundo sigue girando como una rueda loca. Tiembla también tarde, el caos la otra parte de la balanza. Se elige llegar a un punto, o todo ya estaba escrito. Alguien decía si acaso no hay salida de la Matrix. Esta simple anécdota puede ser un principio o un final, pero lo cierto es que nada ha cambiado. Todo al otro día, dentro de la rutina, permanece igual, porque aún queda sangre por correr, aún quedan notas por colocar, y todavía demasiado por repetir.