lunes, 3 de octubre de 2022

El beso (mini ficción)

Se miraron fijamente, esperando el momento adecuado, mientras la noche cayó. –Ya es hora-, le dijo ella a su prometido, con una mirada profunda. –Lo sé-, le respondió él, expectante. Se quedaron mudos. Ella, nerviosa, puso su mano sobre el rostro de él. La dejó ahí, enternecedora. Él estrechó su brazo alrededor del cuello de su compañera y lentamente la trajo hacia sí. Demasiado cerca el uno del otro, ella desplazó uno de sus dedos por entre la oreja de él. Acto seguido, el hombre hizo lo mismo con la oreja de ella. De ese modo, sincronizados por el sentir, se sacaron cuidadosamente la mascarilla que llevaban, para ver por fin sus rostros verdaderos. En el momento en que iban a besarse, la piel de sus rostros se fue desvaneciendo con la brisa fresca que entraba por la ventana nocturna, hasta desaparecer por completo. El beso fue dado en el vacío y aún sobrevive, invisible, contagioso.
-Profe, póngase la mascarilla, no lo reconozco sin ella-, me dijo un cabro, literalmente, en la mañana. El verdadero rostro permanecía oculto. Ahora, por fuerza mayor, la mascarilla pasó a ser el rostro. Llegó un punto en que no pudimos reconocernos sin él. Quitárselo equivalía a desaparecer.