miércoles, 12 de abril de 2017

Galletas

El loquito de la casa en la cocina estaba guardando unas galletas en bolsas. No eran de las comunes y corrientes. Eran de "aquellas" galletas. Decía que con unas tres se podía pegar un viaje piola. Explicaba que era distinto comer que fumar, por el simple hecho de que el humo se procesaba rápido, pero a la vez era rechazado con mayor velocidad. En cambio, al comer, el proceso resultaba más lento, si se quiere progresivo, pero pegaba con mucha más fuerza. Le hice saber que hasta el efecto era muy distinto. El humo vuela, pero la comida al parecer consigue un efecto de trip. Hablaba de que otro compadre prácticamente hacía cualquier cosa con marihuana. Queque, mantequilla, leche, etc. Le decía que hasta podría formar una "Pyme". "Tss, ojalá", señalaba el loco. En eso llegó otra compañera del depa. El loquito le ofreció un par de galletas: "Para la once", le dijo. La compañera, sabiendo de cuales eran, dijo que pasaba, que ya las había probado, pero que mañana tenía que trabajar. Quizá otro día, con más tiempo, con más ganas, agregaba, con una sonrisa corta, mientras volvía a buscar una sartén para cocinar. Quedé de comprarle entonces un par de galletas al loco. Le dije que mañana en la tarde, después de la pega, sería la mano. "Todo sea por un viajecito hacia el otro lado", concluía el loco, mientras se esfumaba hacia su pieza, y prendía la única luz al fondo del pasillo

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