jueves, 13 de julio de 2017

Cerca de Bellavista, a un costado de donde machetean los punkis, doy con unos libros en un puestito frente al Serviu. El primero en el cual fijé la vista fue una edición de En las cimas de desesperación de Emil Cioran, editorial Tusquets, sellado, a nueve lucas. Hice el gesto de meter la mano al bolsillo, estando a punto de comprarlo. Aunque la duda, la vacilación fue más fuerte. Pasaron alrededor de cinco minutos de vitrineo inútil, producto de la duda ante la compra del libro. El propio discurrir ante la posibilidad de adquirirlo se volvía dilemático, desesperado. Hasta que llegó un sujeto x de la nada. Mientras seguía merodeando otros libros, escarbando alrededor del de Cioran pero todavía sin la intención de comprarlo, el sujeto, como era previsible, puso su mirada en él. En menos de un minuto, ya estaba regateando su precio con el vendedor. Todo indicaba que él lo compraría. De repente, al sujeto le invadió también la duda ante la compra, durante más de un minuto. Ya pasado ese lapso, se fue sin más, con ese típico y fugaz agradecimiento de transeúnte apurado. Ambos, el sujeto y yo, clientes potenciales, pero finalmente, clientes frustrados, renegando de si mismos ante la vacilación por la compra de aquel libro de Cioran. La ida del sujeto servía, sin embargo, de victoria pírrica, de consuelo pasajero, porque la duda continuaba. Todo indicaba que el libro debía comprarse en ese preciso instante, pero en cambio, me vi hojeando las páginas abiertas, dobladas de un libro llamado "Actitud mental positiva" de Napoleón Hill y William Clement Stone. El libro ese estaba botado, a precio de huevo. Claramente devaluado. Cerré entonces el libro, sin ánimo de hojearlo. Hasta que el vendedor anunció que ya era hora de cerrar el boliche. Pregunté a qué hora estaría mañana. Decía que todo el día, con algo de prisa, mientras iba metiendo a la caja, de manera casi automática, los últimos ejemplares que quedaban arriba de la mesa. Entre ellos, el famoso tratado sobre la desesperación.