lunes, 9 de abril de 2018

Dos cosas sobre The thing de 1982, a esta hora en TCM: 1.- hay una versión VHS en la cual en lugar del tema Superstition de Stevie Wonder suena un misterioso instrumental genérico. 2.- el hecho de que carezca totalmente de personajes femeninos la hace aún más desoladora y asfixiante.
El sábado en una capacitación del Preucv me enteré de los cambios estructurales a la PSU de Lenguaje. Trasladaron la introducción a la prueba desde el módulo de Lenguaje y Comunicación hacia el de Comprensión y Producción de textos, con el fin de que este último módulo fuese exclusivamente dedicado a reforzar el uso de conectores, el plan de redacción, el léxico contextual y la comprensión lectora en sus doce habilidades. Por ende, todos los contenidos mínimos como factores y funciones, actos de habla, comunicación verbal/no verbal, tipos de textos, fueron situados en el primer módulo junto al trabajo con los textos literarios y medios de comunicación de masas. Aparte de estos cambios, el más inaudito, sin duda, fue el de la eliminación de las épocas literarias, priorizando, en cambio, las clases sobre mundos literarios y temas recurrentes de la Literatura, de modo que todo lo referente a esta aflore de manera transversal y en relación directa con los tres grandes géneros: lírico, narrativo y dramático. Con esto, dicen adiós a aquellas sesiones dedicadas al neoclasicismo, al romanticismo, al realismo, al naturalismo y a la literatura contemporánea. Incluso adiós al apartado de interpretación y crítica. Chao referencias de libros rebuscados. Chao agujero del tiempo entre autores y movidas. Todos los ismos históricos son desplazados para pasar a formar parte del trasfondo pragmático de la prueba. 

Un loco, durante la última patita de la capacitación, le preguntaba a la coordinadora académica precisamente sobre aquel punto, y decía darle la razón en lo que atañe al objetivo y a los lineamientos de la PSU, que miden únicamente lo que ellos llaman "habilidades", no conocimiento específico, ni mucho menos bagaje literario, el cual de repente puede que aflore como dato freak o sugerencia curiosa para los lectores facinerosos, contenidos detrás de un corpus meramente funcional. Se podía estar de acuerdo en que la enseñanza de las épocas literarias, digamos, el método historiográfico de la enseñanza de la literatura, resulta ineficiente en relación al formato y al tiempo destinado para la consecución del programa PSU, pero no se podía decir lo mismo respecto a su necesidad o relevancia en general: ¿qué se requiere que se sepa, finalmente? ¿acaso el contexto de producción de Madame Bovary ya no es suficiente para hablar de la estructura de la familia? ¿Acaso los escenarios futuristas de Philip Dick pueden mermar el concepto de futuro de los postulantes? ¿Las vanguardias, pese a su rupturismo, ya no son tema? ¿La estrecha relación entre lo gótico, lo romántico y lo político no ayudará a nadie a decidir sobre nada? ¿La interpretación y la crítica no son sino una disciplina reservada para "especialistas"? Cada una de estas preguntas solo podía ser respondida con un gesto displicente, en el momento que, después de una larga espera kafkiana, la coordinadora nos invitaba a subir nuevamente al salón inicial, para rematar la jornada con una charla de finalización que nunca ocurrió. No hubo preguntas ni inquietudes una vez expuesto el nuevo programa. No cabía allí otro apartado que la mudez.