jueves, 10 de noviembre de 2016

Lector de blogs

Se siente una nostalgia, y hasta cierto punto, melancolía, al leer los escritos de ciertas mujeres que ya fueron. Como si sus solas voces fuesen invocadas detrás de la pantalla con el solo hecho de leerlas. Es la sensación que deja visitar sus blogs. El romanticismo meloso de su estilo, la ternura que evocan a ratos, también con un cierto dejo de tristeza. No hay nada pretencioso, ni demasiado sofisticado en ello. No se lee nada impostadamente literario. Tampoco el intento de una estética. Es solo la sensibilidad siempre misteriosa, vetada a una primera lectura. Recuerdan a ratos a Madame Bovary con su ensoñación romántica, a su literatura como escapismo sentimental. O a Jane Austen con esa decimonónica proyección del amor. Hay algo en el blog que lo reviste todo de intimidad, aunque únicamente fuese virtual. Un secreto. Quizá, a lo sumo, una confesión, que se hacen a si mismas, en ausencia del mundo y de sus deseos. Solo leyéndolas puedo darme cuenta. Entrando en el blog creo volver a entrar también en sus corazones. Pero no para quedarme. Ni siquiera con su consentimiento. Solo haciendo las veces de lector obsesivo, creo cerrar un círculo imaginario, solo una idea sobre lo que pudo ser una promesa, una futura relación.
Lo pintoresco de todo es que durante la mañana los cabros sacaron a colación el tema Trump. Uno de ellos proyectó el meme sobre Los Simpsons anticipando el triunfo de Trump como presidente hace 16 años, en el contexto de la última unidad sobre géneros periodísticos. De hecho, se debatió en torno a la naturaleza del meme. Si era alguna especie de propaganda, lenguaje multimedial o derechamente un nuevo género. Luego, en la última hora, otro cabro pidió proyectar el video de Kramer imitando a la Dra Ana María Polo y a Donald Trump en un juicio hipotético. Fue durante la hora de Convivencia Social. A raíz del humor, la idea finalmente era debatir en torno a la polaridad política. La jornada, después de todo, nos sirvió para declarar lo siguiente: que la contingencia mundial (por oscura y adversa que parezca) puede servir de salvavidas ante el desgaste didáctico de fin de semestre.