martes, 25 de junio de 2024

Chile, el país frío

Sergio Fritz Roa, amigo, escritor, "buscador de lo oculto" y editor de la Editorial Bajo los Hielos, ha publicado una noticia en que se comunica que la estación meteorológica Balmaceda, ubicada en Coyhaique, registró la temperatura "más baja a nivel mundial". El lunes, a eso de las seis y media de la mañana, los termómetros marcaron la mínima de 21.9 grados bajo cero, sin considerar las cifras de la Antártica, las cuales fueron mucho más frías.

Chile es un país frío. Y no solo se trata del fenómeno de La Niña que llega durante el invierno. Es que Chile tiene en su propio nombre inscrito el frío. Así lo señaló antaño, durante la época colonial, el cronista y militar español Alonso González de Nájera, en Desengaño y reparo de la guerra del Reino de Chile: "Chile quiere decir ‘frío’ en lengua de algunos naturales, nombre que le fue dado por ser excesivamente fríos los vientos que corren de sus nevadas sierras en tiempo de invierno, en las partes que caen al sur".

El país que se sitúa al fin del mundo, honra con su climatología su origen, su ser y su historia, una historia originada por el clima helado, como si la atravesara un hielo en punta de norte a sur. 
Me doy el tiempo de editar los poemas de un amigo poeta del puerto. Ya me confió su primer libro para prologarlo. Más tarde, me pidió que le prologara una antología de poesía, organizada por él mismo. Ahora, vuelve a la carga con un segundo libro. También quiere que se lo prologue. Reviso el estilo, la redacción y la ortografía de los textos, sin ahondar en su contenido, con alguna que otra sugerencia.

Hay algo en el trabajo de edición que lo vuelve íntimo. No me considero un profesional en la materia, aunque sí un aficionado. Y hay algo en esa calidad de aficionado que te involucra libremente con el trabajo del otro. Luego, ese trabajo se siente como propio, no en el sentido de apropiación, sino que de compromiso. Ahí no media el mero interés económico, ni las ganas de figurar, únicamente la confianza en la palabra empeñada y un gesto de apoyo genuino en el proyecto, porque se cree necesario, porque se siente necesario.
Reviso en una página llamada "Litteratura", las bases de un concurso de narrativa de Ciencia Ficción y Fantasía, convocado por una Asociación Venezolana. En ellas hay un elemento nuevo, que nunca había leído antes en una convocatoria de este tipo: "serán rechazados aquellos relatos creados de manera parcial o total con herramientas de Inteligencia Artificial (IA)". Para poder identificarlos, se plantea que un Comité usará herramientas a su disposición. Insólito cómo el avance de Chat GPT ha llegado al punto de tener que establecer diferencias entre la escritura, digamos, enteramente orgánica, humana, y la escritura intervenida con IA. Y se ha vuelto algo urgente, porque hay textos que presentan evidentes rasgos de "artificialidad gpteana"; y, en cambio, otros en que se hace cuesta arriba determinar la frontera entre el pulso humano y el artificial. ¿Cuáles serán las herramientas que usará este Comité y otros tantos, en las futuras convocatorias de literatura? También allí hay otro punto de inflexión. Me temo que, en un futuro, ante la evolución inusitada de la IA en materia literaria, exista un nicho no menor de escritores "gpteanos" que intentarán pasar colados, y otro nicho no menor de críticos literarios dedicados a identificar el grado de artificialidad de las futuras obras circulando en el medio. Si se me permite la asociación, algo así como "Blade runners" de la literatura, en busca de autores replicantes o híbridos.
Julián Assange llegó a un acuerdo con el gobierno estadounidense y recuperó su libertad. Se declaró culpable de transgredir una ley de espionaje, pero su condena se cumplió con el tiempo que pasó encerrado en Reino Unido. Assange vivió una verdadera saga judicial digna de Kafka, siendo perseguido, difamado y encarcelado por más de una década, luego de haber filtrado y publicado en Wikileaks muchísimos documentos, incluidos informes oficiales confidenciales de Defensa Nacional, relacionados con crímenes de guerra y corrupción. Sin duda, la liberación de Assange supone un paso adelante en materia de justicia, una jugada maestra, aunque hay que estar atentos. No hay que cantar victoria antes de tiempo. Todavía queda que llegue a Estados Unidos, que enfrente el aparataje mediático y algún posible subterfugio legal. Lo hará, está vez, con la frente en alto.