jueves, 19 de febrero de 2015

El discurso del tú puedes, la nueva obsesión por el éxito a mansalva, el fetiche de la psicología motivacional y del especulador económico. Hay un vicio de la lógica en reconocer que "todo es posible" en la medida que se quiera hacer, sería admitir en un acto de fe la existencia de fuerzas desconocidas que nos impulsan a concretar acciones por el puro pundonor de llevarlas a cabo, no importando el rumbo infernal de las intenciones ni mucho menos los múltiples factores que las rodean. Creer que todo es posible sin reconocer la existencia de la probabilidad es arrojar palos de ciego. Ya no es el optimismo que te impone su posibilidad de hacer todo sin conocer lo que realmente vas a hacer (desde el condicionamiento o el mero cálculo egoísta). Es el cúlmine de un oficio que se sabe oscuro. El poeta no puede permitirse ingenuamente creer que todo es posible, sin reconocer los límites. Colisionando con los muros de su realidad, encuentra un desvío, lo mismo que el caminante. Se abre una ruta clandestina, pero no hay garantía de nada. Como diría Robert Frost, es solo la elección que ha hecho la diferencia. Me sé único pero a la vez abierto a la expectativa en la medida que reconozco las limitaciones. Digerir la limitación ofrece una fuerza no concebida hasta antes de la pura y ciega posibilidad. Solo puedes transgredir la regla haciéndola tuya.