miércoles, 29 de mayo de 2019

Soñé cuestiones cuáticas estas noches, verdaderos golpes bajos. El lunes, por ejemplo, soñé que nos echaban a todos de la pega, sin razones aparentes. Anoche, soñé que una mina de años me pateaba. Pero nada fue tan brígido como cuando desperté, escuché el sonido de la lluvia y recordé que todavía tenía la ropa colgada de ayer. Tan solo recordar eso desestructuró por completo mi sistema. 

Y ustedes ¿ya se acordaron de quitar la ropa colgada (de sus vidas)?
"Wow, al parecer no resultó, si sucedió es porque me dieron razones, cada uno que murió fue por algo", se dejaba leer en una carta dejada por un joven estudiante del Patagonia college en Puerto Montt. Habría iniciado una balacera, supuestamente luego de haberse sacado una nota roja en la asignatura de Química. "¿Quieren vivir o no?", les habría advertido antes a algunos de sus compañeros. Incluso le habría comentado a un profesor, que vio el documental de la matanza en Columbine (tal vez a modo de "inspiración"). Alcanzó a dispararle a uno de sus compañeros. Salió herido, sin gravedad. El cabro, por su parte, está detenido, esperando ser procesado. Primera vez que ocurre por estos lares que un estudiante se incrimine contra una comunidad educativa a punta de balas (en el verano recuerdo que hubo una amenaza virtual de un loco de derecho de la católica de valpo, que al final acabó en nada). El cabro en cuestión no alcanzó a perpetrar muerte alguna. Por ende, no se puede hablar de matanza. Sí de una intentona. No existe en Chile (todavía) una cultura del ataque a colegios por parte de estudiantes, como sí la hay en Estados Unidos. Este hecho frustrado podría tratarse, si me apresuran, de un comienzo, de un ensayo error. ¿Podrá ser posible que la estrecha relación con yanquilandia se haga manifiesta hasta en esas circunstancias? Por lo pronto, aún no existe la figura del lone wolf adolescente chileno. Se viene fraguando en ciernes o quizá solo es cuestión de tiempo para que entre en acción.
El mismo fenómeno que ocurrió con GOT ahora ocurre con Pacto de sangre: una gran masa de seguidores desencantados con el final. ¿Es Pacto de sangre acaso la nueva GOT? ¿Por qué la gente le exige finales lógicos a las series, y no se los exige a sus vidas? ¿Será que subliman las falsas expectativas de sus existencias a través del aparato de ficción? Interesante fenómeno, el de los finales infelices y su horda de detractores impetuosos.