viernes, 2 de septiembre de 2016

Un chico del primer ciclo que había faltado el Miércoles, llega con evidentes cicatrices en el ojo y los labios. Se le pregunta qué le pasó. Dijo que se había metido en problemas, y que tuvo que recurrir al "boxeo". El chico finaliza sus dichos concluyendo: "así es la vida". No dice nada más. A todas luces, no quería hablar del tema. Sabe que lo que le ocurrió fue demasiado personal. Intuyo también que así fue, solo por su kinésica. Los motivos y circunstancias que esconden una cicatriz, hay ahí literatura suficiente para llenar todo un curriculum. A ratos toda la educación conocida, o, en su defecto, toda la literatura posible, se resume simplemente en indagar el origen de nuestras heridas cotidianas.