sábado, 13 de agosto de 2016

El desaparecido Richey Edwards

Richey Edwards, guitarrista de los Manic Street Preachers, un enigma para sí mismo y para el rock británico de los noventa. Leo por ahí que el 1 de febrero de 1995, a sus 27 años, Richey volaría hacia Estados Unidos junto a James Bradfield, el vocalista de la banda, para la gira promocional del disco The Holy Bible. Sin embargo, nunca lo hizo. Ese mismo día, a las siete de la mañana, había salido del hotel Embassy, situado en Londres, y se dirigía con su auto hacia Cardiff. A partir de allí, nunca se supo nada sobre él. Regular guitarrista pero, en cambio, un letrista único y atormentado, añadiéndole oscuridad y personalidad a los “Maniacs”. La escritura fue el medio en que plasmó toda su enrevesada vida interior –tal como lo pensase el poeta Cesare Pavese-. Lo más inaudito de Richey como personaje fue que, a diferencia del tan bullado Club de los 27, donde todos conforman, sin duda, un escuadrón suicida, él simplemente desapareció. Dicen haberlo visto en Goa, el estado más pequeño de la India. Otros dicen en cambio haberlo visto rumbo a las Islas Canarias. Nada ha podido ser demostrado. Lo único cierto es que nada se sabía del paradero de Richey. Recién el año 2008 la policía lo declara presuntamente muerto. Pese a no sonar tan fuerte con los Maniacs, quizá su mayor obra, al fin y al cabo, fue su desesperado acto de borrarse del mapa. Pocos artistas pueden darse el lujo no de morir gloriosa o patéticamente, sino que de desaparecer y ser, paradójicamente, recordados en ausencia. Solo por eso, y sin seguir demasiado su música, merece mi respeto.
Señores del poder: El mundo ya es lo suficientemente miserable como para que más encima pretendan eliminar el pan batido...