viernes, 8 de mayo de 2020

Primero fue el murciélago grande de herradura chino (Rhinolophus ferrumequinum), sindicado como el sospechoso número 1 de ser el portador del brote de coronavirus, razón por la cual todos los murciélagos en el mundo (y, dicho sea de paso, todos los chinos) fueron considerados, de un momento a otro, como villanos, potenciales agentes de contagio (recordando un tanto el miedo primigenio a la figura del vampiro). Tiempo después, surgió una alerta sobre una aparición de “avispas asesinas” (Vespa mandarinia) en Estados Unidos, la cual habría sido vista en territorio chileno ante el aviso de un agricultor que aseguró haber capturado una. El peligro representado por estas avispas sería enorme, por el simple hecho de que atacan a las abejas, la especie más importante del planeta, (según muchos científicos) que corre el riesgo de desaparecer y, junto con ella, nosotros mismos. Sin embargo, el Servicio Agrícola Ganadero (SAG) descartó la supuesta presencia de estas avispas en Chile, señalando que se trataría más bien de otra especie, la Vespa orientalis, originaria de Asia y Europa meridional, con hábitos muy similares a la conocida chaqueta amarilla. Ahora, y tras el inicial miedo al virus del murciélago y al presunto ataque de las avispas asesinas, surgió otra amenaza: las polillas gitanas. Una de estas especies sería, casualmente, asiática (Lymantria umbrosa). Al igual que las avispas, también estarían asolando el sector de la agricultura en Gringolandia, y constituirían un peligro potencial para los recursos naturales y el medio ambiente. Es increíble, pero el panorama mundial de escozor ante la pandemia, con el país norteamericano como uno de sus principales blancos, llegó a tal punto que ha traído consigo una suerte de sugestión colectiva, que configura a su vez un escenario propicio para la reinterpretación de un posible apocalipsis a la antigua, con plagas incluidas. Un verdadero bestiario pandémico del cual los poderes fácticos pueden valerse perfectamente para promulgar, una vez más, la política del terror y del control.