Me llegó un correo de parte de Editorial Mítico, en el que aceptaban mi manuscrito "Onirómano", libro sobre cuentos y pesadillas que ya tengo listo y armado. Me enviaron una propuesta editorial que consistía básicamente en el pago de 640 dólares, con facilidad de pago hasta en tres cuotas, a cambio de la publicación del libro en formato físico y en digital.
Con el pago de ese monto, según dicen ellos, se encargarían del diseño de la portada (dando voz al autor en el proceso), su distribución internacional, la corrección ortotipográfica, la maquetación, los derechos legales de publicación, el depósito legal, ISBN, marketing en redes sociales, y todas las demás tareas relacionadas con la publicación del libro.
Los ejemplares que yo necesite, según lo que cuentan, los podría pedir a precio de autor (con un descuento del 35% a partir de 10 unidades) y serían enviados directamente a mi domicilio. Por supuesto que las regalías por las ventas serían del 10% por el libro físico y del 40% para el e-book.
Para conocer los detalles de la propuesta, descargué el adjunto del contrato de publicación. Tenía más de veinticuatro puntos que, francamente, me dio una tremenda pereza leer, dada la burocracia y la lectura en frío del asunto. Solo me fijé en los detalles ya escritos más arriba y en el número de ejemplares que el editor podría llegar a efectuar: ¡cerca de 1000! con todas las reimpresiones que el propio editor decida libremente, léase bien, "buscando asegurar a la obra una explotación continua".
Comparé esta misma propuesta editorial con otra que me hizo Áurea Ediciones, sobre el mismo manuscrito. En aquella, el monto ascendía a los dos palos por mínimo 300 ejemplares, propuesta que, de plano, rechacé, por motivos netamente económicos, además de estratégicos, básicamente porque consideré mucho más razonable invertir ese mismo monto en una impresión artesanal, con los ejemplares a mano, y a un precio módico, de acuerdo al tiraje que uno mismo disponga.
Ahora bien, la propuesta de Editorial Mítico cuesta mucho menos que la de Áurea, sin embargo, seguimos topando en el mismo problema: la falta de control sobre el proceso mismo de edición, de publicación y de distribución del libro, sin una real garantía de retorno, considerando el tiempo, la energía y el dinero invertidos.
No sé por qué siempre que me hacen estas propuestas me huele a trampa, (¿será porque ya tuve una mala racha que sentó un mal precedente en mi consciencia?) y me invade, de un inmediato, un profundo sentimiento de desconfianza, celoso de mi propia obra, reticente a exponerla y comprometerla con una editorial desconocida que apenas sabe de mi nombre y de mi escritura, solo por interés mediante.
Lo que sí puedo destacar de todo este embrollo, más allá de estas consideraciones personales, que para algunos, más avezados en el tema, podrán parecer discutibles, es la evaluación del comité editorial. Mientras que en la de Áurea se la jugaron más y fueron mucho más analíticos e incisivos con el manuscrito, reseñando una evaluación favorable de más de tres páginas, en la de Mítico fueron mucho más breves, hasta lacónicos, con un comentario que parece hasta hecho por Chat GPT.
Así fue, por ejemplo, una parte de la lectura hecha por los de Áurea, a modo de conclusión: "Cada tramo y cápsula de relatos tiene una cita que nos ayuda a descifrar lo que vendrá. Parece un trabajo de relojería que, curiosamente, se aleja del tiempo. Que incluso nos amenaza con el plano espacial como plataforma para despertar nuestros peores miedos". Así, fue, en cambio, la evaluación del comité editorial de Mítico: "El manuscrito Onirómano tiene una propuesta literaria interesante, con un enfoque onírico que explora los sueños y sus múltiples capas de significado, reminiscente de autores como Borges o Cortázar. La estructura narrativa, aunque un tanto difusa, refleja bien la fragmentación típica del mundo onírico". Es cosa de juzgar el estilo y la profundidad de ambas evaluaciones para sopesar en cuál de ellas se advierte, al menos, una lectura atenta.
En fin, carísimos lectores(as), raya para la suma, descarto de plano cualquier otra propuesta editorial con las mismas características que las ya descritas aquí. Soy consciente de que estoy rechazando propuestas que eventualmente me podrían dar mayor llegada, pero francamente prefiero el camino pedregoso, el camino lento, estoico y atropellado, en el cual me conduciré solo, con una que otra red de contacto confiable. Sé que será muchísimo más difícil visibilizar mis libros de esa manera, aunque eso me dará mayor control sobre mi propio oficio y, por ende, mayor libertad, libertad que equivale al propio proceso creativo, vitalísimo.