viernes, 10 de junio de 2016

Viajes

Hoy día en la sub unidad del viaje en la Literatura, uno de los cabros tenía la siguiente inquietud: sobre el viaje místico, confundiéndolo con el mítico, de otra naturaleza. Preguntó si acaso un trip de ayahuasca o de ácido podía considerarse un tipo de "viaje" literario. No era precisamente un tipo de viaje aparte, porque la clasificación del ministerio no lo considera así, pero le expliqué que esa clase de trip tiene relación directa con lo que hacía, por ejemplo, la generación beat, con William Burroughs como uno de sus exponentes más extremos. Esa clase de viaje, desde lo estrictamente literario, tiene entonces mayor relación con el tipo de viaje interior, por todo el rollo de la búsqueda de si mismo y lo espiritual, que incluye lo místico, pero no precisamente lo mítico, como otro tipo de viaje distinto. Otro alumno preguntó, medio en broma, sobre si existía acaso un viaje a los cielos, en contraposición a un viaje a los infiernos. Se le dijo que ese viaje a los cielos podría darse de dos formas: como una especie de viaje físico a la estratosfera o fuera de la Tierra, desde la ciencia ficción, o como un viaje al cielo en cuanto espacio metafísico. En ese último caso sería un ejemplo de viaje mítico. Porque el ascenso al cielo responde en ese caso a una creencia cristiana. Sin embargo, aún persiste el viaje místico como posibilidad latente, como categoría que el ministerio ha excluido, por desconocimiento o lisa y llanamente por incapacidad para abordar el fenómeno literario e inclusive el fenómeno de la realidad en toda su amplitud, para hacerlo calzar luego de manera forzosa en un paquete de contenidos curriculares. El llamado trip psicodélico como viaje interior pero también abierto a una nueva categoría: el viaje místico. Pero, por supuesto, nada de eso entrará en la planificación para la prueba PSU. Chicas y chicos, la realidad es otra.