martes, 18 de abril de 2017

Según dicen ayer uno de los cabros quedó con matrícula condicional luego de enfrentarse verbalmente con un vecino del instituto. La cuestión fue debido a una pelota que cayó en el patio del vecino, con la cual los alumnos jugaban durante el recreo. El vecino, al enterarse de esto, le paró los carros a los chicos que salían del instituto sin autorización a buscar la pelota en la casa de al lado. Durante la discusión posterior, el cabro condicional se botó a choro, y el vecino, sin más, hizo como que iba a sacar un arma de fogueo. El asunto resultó finalmente tan embarazoso que al director no le quedó otra que separar las aguas, y aplicar la medida coercitiva correspondiente al alumno que, de acuerdo a las versiones del hecho, incitó el conflicto. Sobre eso se habló hoy en la mañana. El bochorno de la pelota, lo llamó, irónicamente, el director. Un compañero del cabro condicional que iba entrando, habló, en cambio, sobre el bochorno del arma. La verdad sobre lo ocurrido se debatía entonces entre una pelota arrojada fuera del límite de la institución, y un arma apócrifa simulando defender un determinado metro cuadrado. La realidad escolar se volvía de pronto esa delgada línea que separaba la experiencia lúdica del atrevimiento.