miércoles, 3 de mayo de 2023

Escribí en la pizarra un mapa mental sobre La metamorfosis de Kafka, para que los cabros pudieran tener una idea general del libro. Un estudiante andaba cerca cuando yo explicaba. Lo raro es que andaba agachado, próximo a la mesa del profesor. “¡Mire, Gregorio!”, gritó, ante la sorpresa de sus compañeros. “¿Qué pasó?”, le pregunté, intrigado, al cabro. “Es Gregorio, profe, mire”, señaló el cabro en dirección al suelo. Me pidió con la mano que me acercara a ver. Él repetía lo de Gregorio, como si realmente se hubiera encontrado al protagonista debajo de la mesa. Al mirar hacia donde apuntaba el cabro, se trataba de un chanchito de tierra que hacía todo lo posible por escapar de ahí. “Pero Gregorio es un escarabajo”, le expliqué al cabro, con un tono aguafiestas. “Pero este es otro Gregorio”, respondió el chico, muy ingenioso, al saber que había equivocado el bicho en el cual el protagonista se metamorfoseó. ¿Y si lo hizo a sabiendas? Este otro Gregorio se habría convertido en un chanchito de tierra. Su sola imagen me hormiguea la mente. ¿Y si existiese otra versión de La metamorfosis, una en que el personaje muta en otra criatura? ¿Y si el chanchito de tierra realmente abrigara en su ser a un hombre devenido animal? Nadie podría saberlo, salvo su propia consciencia atormentada por el absurdo.