Me he dado cuenta que es todo un arte soltar y dejar ir, en el momento adecuado, y de manera conversada. No es fácil atesorar los recuerdos, los sentires y las vivencias y, al mismo tiempo, aplacar la tempestad del corazón, para que todo siga su curso natural. Hay, en el control del apego, una ciencia inadvertida, quizá una alquimia del sentimiento que supera la ruptura y vela por la sana comprensión de la persona querida, más allá del vínculo romántico. Se asume la vereda por la que transitamos y se acepta, con serenidad, el destino.
lunes, 21 de octubre de 2024
"Hay que luchar contra la censura interior". Ana Blandiana
“Lo más grave y terrible que está sucediendo hoy en día en el mundo es la corrección política”
– Me resulta impactante la idea de la prohibición total… Esa noción de que un autor no pueda publicar durante años, de borrarlo como figura pública. En España, durante la dictadura, existió una censura enérgica, pero en general se centraba en los libros y no en sus autores. Con la ventaja, es un decir, de que, si te censuraban un libro, podías optar por publicarlo en México o en Argentina. Pero la idea de que un escritor desaparezca públicamente implica una violencia feroz, casi un ensañamiento. Me pregunto en qué medida esa vigilancia, esa censura totalitaria tuvo consecuencias en la escritura y en su propia autoestima como poeta. Durante esas tres décadas de censura totalitaria, ¿cómo sustraerse a esa presencia opresiva? ¿Qué estrategias se pueden desarrollar para sortear la vigilancia asfixiante del poder y no caer en la desesperación?
– La primera medida de autodefensa es no admitir ninguna forma de censura interior. La censura interior es lo que más me asustaba. Es algo que no acepté jamás. Precisamente porque he vivido esa experiencia, me parece que lo más grave y lo más terrible que está sucediendo hoy en día en el mundo es la corrección política, porque la corrección política es la máxima forma de censura interior y de lavado de cerebro.
Yo nunca me he censurado a mí misma. Nunca me he dicho: «esto no lo puedo escribir porque no se puede publicar, porque no se acepta». Yo siempre he escrito lo que he querido. Desde el punto de vista psicológico, esto es muy importante.
Por otra parte, y esto puede sonar extraño, la censura nos obligaba a escribir de una manera que estaba en sintonía con la definición que damos a la poesía. Es decir, teníamos que amplificar los recursos de la imagen y la metáfora, adoptar un lenguaje más cifrado, y justamente por esto la poesía salía adelante.
Yo no viví los años más duros del estalinismo. No tuve que escribir durante la época del proletkult, ese empeño soviético en crear un arte nuevo, una estética de la clase obrera revolucionaria… No era tanto que los poetas tuvieran que manejar un bagaje ideológico determinado, sino que estaban obligados a escribir para los analfabetos, tenían que escribir estupideces para que las entendiera todo el mundo. El resultado fue una literatura vacía por completo de arte."
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