viernes, 31 de diciembre de 2021
jueves, 30 de diciembre de 2021
miércoles, 29 de diciembre de 2021
Virus (1987) de Gonzalo Millán: "La palabra es un virus".
¿El virus ha muerto?
lunes, 27 de diciembre de 2021
domingo, 26 de diciembre de 2021
Una presidencia transespecista
viernes, 24 de diciembre de 2021
jueves, 23 de diciembre de 2021
miércoles, 22 de diciembre de 2021
Apuntes sobre el triunfo de Boric y la derrota de Kast
Pandemonio electoral (Crónica de primera vuelta eleccionaria)
martes, 21 de diciembre de 2021
Conversación sorosiana
lunes, 20 de diciembre de 2021
sábado, 18 de diciembre de 2021
Año 3000
viernes, 17 de diciembre de 2021
jueves, 16 de diciembre de 2021
La muerte de la viuda de Pinochet
miércoles, 15 de diciembre de 2021
martes, 14 de diciembre de 2021
lunes, 13 de diciembre de 2021
El 1984 feminista
Nuestra era es tan orwelliana que los propios herederos de Orwell hicieron una versión feminista de 1984:
Los herederos de Orwell dan luz verde a un '1984' femenino y feminista (eldiario.es)
domingo, 12 de diciembre de 2021
sábado, 11 de diciembre de 2021
NO EXISTES
viernes, 10 de diciembre de 2021
jueves, 9 de diciembre de 2021
martes, 7 de diciembre de 2021
No votar ¿otra democracia es posible?
lunes, 6 de diciembre de 2021
domingo, 5 de diciembre de 2021
sábado, 4 de diciembre de 2021
La variante Ómicron
jueves, 2 de diciembre de 2021
miércoles, 1 de diciembre de 2021
martes, 30 de noviembre de 2021
lunes, 29 de noviembre de 2021
Cine en su casa: "Malicious" (1995) de Ian Corson.
Vuelve la legendaria sección "Cine en su casa". Hoy, el thriller "Malicious" (1995) de Ian Corson. Un refrito de "Atracción fatal".
Watch Malicious 1995 full HD online free - SOAP2DAY (soap2dayhd.com)
domingo, 28 de noviembre de 2021
El mito del voto en blanco
sábado, 27 de noviembre de 2021
Facho pobre, Daniel Matamala (extracto)
50 años de Tarkus, de Emerson Lake and Palmer
viernes, 26 de noviembre de 2021
jueves, 25 de noviembre de 2021
"No voto": El infierno de los "idiotas" o el nicho de los disidentes
Mucho se ha hablado sobre los no
votantes, los “idiotas” de la vida pública que marcaron más de la mitad del
padrón electoral durante la primera vuelta de las elecciones presidenciales.
Algo similar ocurrió durante la votación de los Constituyentes. Al parecer, una
gran masa amorfa de personas todavía desiste de participar del sufragio, por
numerosos motivos no del todo claros. Resulta un fenómeno que no se debe
subestimar, puesto que esta gran masa puede ser un potencial voto para uno de
los dos candidatos a disputarse en segunda vuelta, una masa crítica que se
mantenga indiferente o, incluso, un grupo no menor de personas que opten decididamente
por la abstención, de acuerdo a una postura política definida o una perspectiva
hasta filosófica.
El caso de los votantes del PDG,
el Partido de la Gente, con Franco Parisi como su candidato, es bastante
particular. Luego del tercer lugar obtenido, Parisi llamó a decidir el próximo
voto vía digital. Es evidente que muchos de ellos se decidirán por Kast; otros
tantos, por Boric, pero gran parte de ellos han manifestado su rechazo a ambas
opciones, inclinándose sí o sí por la abstención, el voto nulo o el voto en
blanco. He aquí que el planteamiento del PDG se lleva hasta sus últimas
consecuencias, al seguir la línea del “outsider”, porque de lo que se trata es
de cuestionar las estructuras de poder que tanto izquierda como derecha han
propiciado y mantenido durante todo este tiempo. La propuesta del PDG, al menos
teóricamente, debería apuntar a desmarcarse de ese dualismo y, por tanto,
desmarcarse de este duelo a muerte entre ambos polos del espectro.
Dicen que todo se trata de mantener
a la gente polarizada entre izquierda y derecha, y esa sería la razón de ser,
el ethos de la elite política. La polarización, en este sentido, beneficiaría a
“los mismos” y cuando llega una persona nueva, ajena al duopolio, ellos ocuparían
todos sus poderes fácticos para destruirla. Sería por esta razón básicamente
que el Partido de la Gente, liderado por Parisi, se habría formado: para hacer
la diferencia con respecto a la oligarquía conformada por los señores de un
lado y del otro. Habrá que ver, eso sí, cuántos de los votantes de Parisi se
mantendrán firmes y no se venderán a cambio de unas cuantas prebendas.
Al respecto, el performista
Francisco Papas Fritas mencionó algo muy interesante sobre el fenómeno Parisi.
Señaló que el escenario político que estamos viviendo, tan radicalizado, se
debe, en parte, a la falta de autocrítica de ciertos sectores de la izquierda
chilena que abogan por la anulación del adversario, llegando a ridiculizar al
votante PDG que, sin embargo, logró llegar a las clases medias bajas carentes
de simpatía por los partidos tradicionales. Este punto, sin duda, explica por
qué el Partido de la Gente obtuvo tan alta aprobación en urnas, pese a todos
los contratiempos del candidato Parisi. Hay aquí una fuerza que no se debe
desconocer, un impulso, si se quiere, centrista, que logró direccionar y
capitalizar aquel descontento social arrastrado desde el 18/10, más allá de las
banderas levantadas por los partidos de izquierda más dura, los cuales cuentan
con la ventaja de una trayectoria mucho más extendida en el tiempo y un poder
político que perdura marcado a fuego en la psiquis colectiva.
Por otra parte, está el caso de
algunos votantes de UPA, con Artés como su abanderado. Su renuencia al voto va
por una dirección totalmente distinta al PDG. Si bien en lo relativo al “idiotismo”
público del no voto, tienen un punto de encuentro, las motivaciones ideológicas
son, incluso, opuestas.
Dentro del conglomerado UPA están
aquellos que piensan que la vía institucional nunca fue el camino, y que disputarlo
sería un craso error estratégico. Para ellos, eso sería avalar la oligarquía
representada por la clase política y los grupos económicos. En esta bolsa de
gatos cabría Boric y Kast, aunque acá UPA se define como “la verdadera
izquierda”, aquella que no es cómplice del neoliberalismo, por lo tanto, no
comulgaría ni con el “amarillismo del magallánico” ni con el “fascismo del oriundo
de Paine”.
Al plantearse de esa forma frente
al sufragio, el partido liderado por Artés apunta a dar la batalla en las
calles y en los territorios, reuniendo dentro de su ideario a un nutrido grupo
de “antifas”, anarcocomunistas o anarcosindicalistas, todos y cada uno de ellos
articulados en torno a la idea de una auténtica Refundación de Chile que vaya
más allá de la “Cocina institucional” del Acuerdo por la Paz y la Nueva
Constitución. De este modo, algunos votantes UPA llaman a no seguir el juego de
la política neoliberal y, en cambio, promueven la participación de la gente en
instancias comunitarias, con tal de tomar sus propias decisiones, en lugar de
delegarlas al “burgués de turno”.
Marcel Claude, muy crítico con este nuevo proceso, había
dicho que esto mismo, un tiempo atrás, habría sido aplaudido por el propio
candidato que hoy representaría a la izquierda: Gabriel Boric. Él, hace años
atrás, durante las elecciones presidenciales del 2017, afirmó que Chile “debe
sacarse de encima el chantaje del mal menor”, por lo que llamó a no votar ni
por Piñera ni por Guillier. En este sentido, resulta paradójico que la misma
fórmula política se repita, y lo tenga ahora a él en el lugar de Guillier. Hoy,
gran parte del colectivo de Artés es ese Boric del 2017 que llamaba a no votar
por el mal menor.
La gran diferencia que tiene UPA
con PDG, entonces, se puede resumir en que muchos del partido UPA no votarán,
porque eso implicaría avalar una batalla que no es la de la izquierda, digamos,
real, y significaría validar el sistema neoliberal sostenido por la derecha oligárquica.
En cambio, en PDG muchos tampoco votarán, sencillamente porque descreen tanto
de la izquierda como de la derecha, al ser partícipes de un conflicto de
intereses de cara a la galería, y de un clientelismo y un nepotismo tras
bambalinas de la sociedad. En suma, entre ambos partidos hay visiones muy
distintas de entender el mundo, sin embargo, todos confluyen en lo mismo: en su
propia condición de “idiotas públicos” al abstenerse de votar en la que quizá
sea una de las mayores encrucijadas de la política chilena de los últimos años.
Se avecinan tiempos de
polarización radical. Dos fuerzas políticas colisionan. Votar por una implica
derrotar a la otra por completo. Aquel que decide no votar, por convicción o
por falta de esta, será tildado de amarillo, en el mejor de los casos, o de
fascista o comunista, en el peor, según sea el color político del acusador.
Algunos, en su ánimo militante y proselitista, ya han empezado a citar la
Divina Comedia de Dante para condenar al infierno a aquellos que mantienen su “neutralidad
en tiempos de crisis moral”. Apelan a tomar una decisión que decidirá –según ellos-
el destino del país, como si eso ya no estuviese manipulado de antemano, por
voluntades que nos rebasan y que instalan el circo y el fraude electoral
precisamente para darnos la ilusión de la elección, porque uno, finalmente,
tiene el derecho a votar pero no a elegir. Tal cual decía una tal Dra Camila
Vergara, citada por un amigo en Facebook: "el pueblo solo es llamado al
gesto democrático, pero no decide nada". Y este es el punto crucial. Nadie
llama a no votar, porque eso redundaría, sin lugar a dudas, en el suicidio. Y
nadie quiere suicidarse, habiendo tanto en juego. Nadie quiere restarse del
resultado final, para ver cumplidas sus expectativas o bien para
autosabotearlas con su consecuente decepción.
En diciembre, Chile se debatirá entre dos visiones de mundo, si se quiere, antagónicas. Esa es la realidad que nos quieren hacer creer. Elegir entre uno u otro como quien escoge entre la pastilla azul o roja. Decisión sobre la cual se carga con el peso de la consciencia y el peso de la noche de la historia, pero, al fin y al cabo, otros la seguirán escribiendo por nosotros, al menos que el cuestionamiento te lleve a la incertidumbre y puedas intuir otra posibilidad dentro del sistema. Tú decides. Nadie lo hará por ti. Vote o no vote, hágalo a consciencia.