domingo, 30 de junio de 2024

Deambulo por ciertos lugares y, de repente veo, a lo lejos, a uno que otro conocido poeta. Algunos me ven y prefieren seguir de largo. Hago lo mismo. Como la ciudad es chica, se podría decir que les aparecí y, a su vez, ellos también se me aparecieron, de manera azarosa, en una sincronía inoportuna. Se me viene a la cabeza la figura del fantasma, aquel que vuelve al lugar encantado y sigue penando por ahí, en busca de algo perdido o de algo inconcluso, y que, por eso mismo, se vuelve objeto de pánico. Pensé también en Lihn y su idea del inxilio, un estado de destierro voluntario al interior de sí mismo, esa idea de estar pero no estar ahí, esa paradoja insalvable, en convivencia física pero distancia espiritual.