miércoles, 14 de noviembre de 2018

Por ahí se alcanza a ver la casa de mis tatas, el barrio de mi infancia, el ascensor Monjas, el barrio de mi adolescencia, el ex colegio y la Avenida Alemania, entre tantos otros lares, recuerdos gratos, también ingratos, risas, llantos, amores, soledades, pequeñas victorias condensadas en un instante, también derrotas desenvueltas a lo largo de un tiempo indefinido... Cuántos ires y venires, promesas rotas, energías aún latentes, en ese remedo de arcoiris, para terminar andando y desandando y volviendo al mismo lugar y reciclando todas estas memorias de un solo tajo, inmortalizadas por el colorido de esta postal, camuflando la vida que aún susurra celosa entre los rincones.


"En medio del calor aprendí por fin que había en mí una frialdad invencible".
Incendio gigantesco en California. Incendio de Paradise y Malibú. Las llamas habrían arrasado con las propiedades de varios famosos, entre ellos, Gerard Butler y el mismísimo Neil Young. Ante la tragedia, Young aseveró que “California es un paraíso para todos nosotros. Un regalo. Estamos tristes de no ser capaces de defenderla frente a la ira de la Madre Naturaleza". Recordé lo del 2014 acá en Valpo. Un deja vu ardiente. Al igual que en aquella ocasión, las causas de este incendio también se desconocen. Como suele pasar, siempre los factores reales se disipan ante la urgencia de sus consecuencias. Acaso el cambio climático, acaso la sequía, la irresponsabilidad de los campistas, la mala gestión forestal, etc. Todas variables administrativas. Todas variables políticas. La ira a la que aludía Young era más bien de índole poética. La ira de la Madre Naturaleza habla de un estado de cosas insostenible. Un descontento generalizado que quema por dentro y halla su expresión en esta clase de desastres. El símbolo queda de esa forma manifiesto, como forma de sublimar la pérdida material, pero resulta muy poco razonable, para los medios, que un fuego de esas características ocurra de manera, digamos, tan accidental, tan espontánea. El aparato mediático se empeña en atar cabos, aunque estos ardan al rojo vivo. Se busca una versión oficial desesperadamente, para tranquilizar a la opinión pública, pero la verdad de los hechos seguirá esfumándose junto a la humareda y las cenizas de los desaparecidos, mientras la destrucción evidencia su inexorable realidad y la especulación da para todo, inclusive para la vieja versión de los pajaritos encima del tendido eléctrico o la versión del cigarrillo extraviado en medio del bosque gatillando el infierno en la Tierra.