sábado, 21 de septiembre de 2024

 Menos mal que nunca fui parte integrante de prácticamente ningún grupo ni círculo literario. Me cachan varios, yo diría que muchos más de lo que quisiera, pero nunca me sentí parte de ninguno. Menos de grupos políticos. Por eso, no tengo santos en la corte ni lobby alguno. En el momento en que te dicen cómo debes pensar, la cosa siempre anda mal, y yo no soy alguien que particularmente siga a nadie ni se sienta comprometido con nadie que no sea de mi círculo más íntimo. ¿A quién le gusta vivir "amarrado"? Será mi carácter quizá, pero con el tiempo he aprendido a valorar, sobre todo, mi tranquilidad y mi libertad de acción. 

El dibujante, pintor y cartelista porteño Camilo Mori, diseñó, durante los años cuarenta, una serie de afiches en contra del alcoholismo. Son bastante explícitos y llaman abiertamente a rechazar el consumo desmedido de alcohol y emplazar al borracho como sujeto digno de vergüenza y reproche moral. "El borracho es una vergüeza nacional ¡desprécielo!", reza uno de esos afiches. Otro, aún más audaz, reza: "el borracho es traidor a la patria, es una carga para el país". Así que ya saben, curagüillas apátridas. 

Lo más loco de todo es que el arte de Mori sería impensable, hoy por hoy, donde el alcohol y su cultura corre como el maná y como la sangre bendita del Señor a través de los cachos y los vasos.