miércoles, 29 de junio de 2022

Otro relato para el próximo libro, Onirómano, otra volá de narrativa de sueños:

Soñó que estaba detenido. No recordó el contexto. Tampoco la causa. Extrañamente, rejas adentro, no había nadie que vigilara. Incluso, hasta se podía salir. Así lo hizo. En una esquina, había dos efectivos. Algo le decía que, pese a esa libertad, no podía salir arrancando. Avanzó más allá y, en un paseo, había una chica de onda rastafari. Estaba contando unos billetes entre medio de unas cartas. Pese a la oscuridad, el tránsito alrededor no cesaba. De un momento a otro, se encontraron conversando. Decía cosas incomprensibles o, tal vez, simplemente cosas anodinas, mundanales. No logró retener ninguna de las palabras compartidas. Solo reapareció, de tanto en tanto, su cabellera de rastas, negra azabache, algo azumagada, confundiéndose con el tono de la noche.

A medida que corría el tiempo, la sensación en el corazón de la calle era la de algún motín o redada policial. El aire estaba convulso. A lo lejos, desde el lugar donde salía, se formaba una niebla. Algo le decía que debía volver. Los efectivos no parecían darse cuenta, demasiado enfrascados en su inercia. Caminó de vuelta por el paseo. Su forma era similar a la de plaza Italia. No quería volver, pero algo le impelía a regresar. Algún mandato, alguna señal de la consciencia. Todo permanecía convulsionado, con la salvedad de que, al regresar al sitio cero de la detención, el zafarrancho de la ciudad iba disminuyendo progresivamente, hasta volver a la quietud parsimoniosa del principio. Desaparecían también los efectivos policiales. Solo quedaban, frente suyo, la entrada del calabozo y la bruma de la calle que inundaba su contorno.

Al volver al calabozo, estaba ocupado por la chica que había conocido en el paseo. Estaba presa, por algún motivo. No lo quiso saber, pero se acercó para preguntarle. Algo en su interior le decía que debía sacarla y permanecer él ahí. Se aproximó entonces hacia la chica para confesarle un secreto, tal vez el secreto que lo mantenía preso en ese oscuro calabozo. Fue en ese momento que la chica sacó de su bolsillo un manojo de cartas, y le pidió que sacara una al azar. Al hacerlo, dio vuelta la carta y era el arcano trece, el arcano de la muerte. Uno de los dos debía sacrificarse. Así, la chica salió de la prisión tranquilamente y él entró en su lugar. Mientras la veía alejarse junto con la bruma del ambiente, supo que nunca volvería a salir de ese calabozo, pero al menos cumpliría la pena tranquilo, sabiendo que su secreto fue por fin confesado y lo trascendía.
Otro final siempre es posible. Otro principio, jamás.

"Es hora de la verdad": Sofía Correa: "Votaré Rechazo. Nueva Constitución liquida la nación chilena"

"No obstante, como se ha hecho notar por destacados abogados, el sistema para la elección de los constituyentes fue cambiado después del plebiscito, y con la nueva fórmula los partidos quedaron prácticamente fuera de la Convención, a diferencia de lo ocurrido en la reciente elección parlamentaria, donde salieron fortalecidos. Se configuró de este modo, de hecho, una Asamblea Constituyente, donde primaron las figuras más intransigentes, y los estilos más agresivos y vociferantes. La mentira de Rojas Vade se transformó por lo mismo en símbolo de la Convención Constitucional, y no en una anomalía. Luego vinieron las conclusiones de las comisiones, algunas de una irracionalidad tremenda. No me resulta sorprendente, por tanto, el texto final que surgió de este proceso: una constitución que liquida la nación chilena y que otorga los instrumentos legales para implantar una dictadura con ropajes de legalidad."

Sofía Correa: “Votaré Rechazo. Nueva Constitución liquida la nación chilena» | Nuevo Poder

The Mapuche Nation

"Aunque denuncia «invasión», «genocidio», «represión», «espionaje» y otra larga lista de supuestos atropellos por parte de los Estados de Chile y Argentina, la «Nación Mapuche» se pone bajo la protección de un país extranjero y reconocen la dinastía inaugurada por un aventurero.

De hecho, sus territorios ancestrales fueron puestos bajo protección de Francia ya en 1860, lo que claramente implicaba establecer una cabecera de playa de una potencia extranjera en la retaguardia de las jóvenes naciones sudamericanas."

"Putin no habría invadido Ucrania si fuera mujer". Boris Johnson. Eso sí, suponiendo que la identidad de género del ruso coincida realmente con su sexo biológico, y además, suponiendo que una hipotética líder rusa no pueda ser capaz de hacer la guerra.

domingo, 26 de junio de 2022

Julian Assange a punto de ser extraditado: la batalla por la libertad y el Estado de derecho en Occidente

Se confirmó, hace poco, la extradición de Assange a Estados Unidos, por parte de una ministra del Tribunal Supremo británico. Como ya se sabe, Assange, en el año 2010, expuso, por medio de Wikileaks, cientos de miles de documentos y correos electrónicos que confirmaban los crímenes de guerra y conspiraciones políticas de los estados de USA, China, Rusia y la Unión Europea contra civiles. A raíz de esto, el periodista fue procesado, encarcelado todo este tiempo y hoy enfrenta una pena exorbitante de más de 175 años por aquellos supuestos “delitos” informáticos contra la seguridad nacional. De cumplirse la extradición, entonces, estamos hablando de una muerte segura para el estoico y heroico hacker, y de un atentado gravísimo contra la libertad de expresión y la libertad de información. Y no solo eso, también, como dijo la magistrada francesa, Eva Joly, “si Julian Assange es extraditado, es el fin del estado de derecho en Occidente”. Es decir, si nadie logra revertir la decisión de extraditar al periodista mártir y se le sacrifica ante el aparato judicial gringo, sentaría un precedente inequívoco, y sería la estocada final contra la libertad y contra la justicia occidental. El poder global confirmaría, aún más, su hegemonía. Por eso, el caso Assange es tan contingente y, al mismo tiempo, trascendente, porque consigue disolver la dialéctica binaria entre ideologías, en aras de un bien mayor, al ser apoyado con fuerza por sectores de izquierda y por sectores libertarios; y deja entrever que la lucha geopolítica, la lucha decisiva, debe librarse, hoy, contra la maquinaria del Estado profundo del “eje atlántico”.

Yo rechazo...

Yo rechazo...

El duopolio

La hegemonía progre

El Estado profundo

La elite financiera

La tiranía globalista.

Boric se ha convertido, sin pretenderlo, en el presidente Schrodinger, síntoma de posturas radicalizadas y maniqueísmo galopante. Para Carola Canelo, por ejemplo, quien se declara de izquierda apartidista, Boric no sería de izquierda, porque aboga por la autoregulación de las empresas y no por la legislación estatal para la protección de los trabajadores. En ese sentido, para ella, Boric sería un cómplice del status quo neoliberal; a todas luces, un socialdemócrata, para no decir un derechista. En cambio, para Vanessa Kaiser, quien es de derecha, Boric no sería para nada un defensor de la libertad ni menos un capitalista; antes que nada, sería un izquierdista radical, por no decir un comunista, al representar, cual Mesías o Pastor al momento de ser elegido, el populismo demagogo propio de los grandes líderes del pasado, respaldado por las masas adoctrinadas. Entonces ¿qué es Boric? ¿Un socialdemócrata neoliberal continuista del concertacionismo? ¿O un izquierdista radical muy cercano al comunismo más totalitario? La cuestión es simple: Boric es un crisol que contiene ambos espectros de la política, un cristal que reflecta la cosmovisión de sus opositores. En cuanto a su sustancia, aún queda la duda, misma duda que quizá se tomó demasiado en serio, aquella vez que dijo, citando a Albert Camus: "En política, la duda debe seguir a la convicción como una sombra".

sábado, 25 de junio de 2022

La Doctora Gretel Ledo hablaba, en un video, sobre el inmanentismo, para definir el sustrato filosófico de los transhumanistas. Dicha teoría sostiene que los sujetos, en cuanto fenómenos en sí mismos, sin una trascendencia que los dote de significado, tienen libertad para potenciarse, sin la necesidad de dicha trascendencia espiritual. Esta sería la visión que subyace a la declaración de Nietzsche sobre la “Muerte de Dios” en el siglo XIX, y a la afirmación foucaultiana de que “El Hombre ha muerto”.

Según Gretel, el inmanentismo era, sobre todo, muy patente en Karl Marx, a través de su materialismo ateo, lo cual explicaría el por qué la figura del “hombre nuevo” del socialismo, el hombre sin Dios, es tan próxima a la figura del “transhumano”, pensada por Julian Huxley, luego por Ray Kurzweil, y actualmente por Yuval Noah Harari, apologetas del transhumanismo.

Hay un poema que citó Gretel, escrito por Marx a su esposa, llamado “Orgullo humano”, y que representa, líricamente, aquella visión inmanentista: “Si hemos unido nuestras almas en amor / y un mismo ardor las llena… / entonces, con desprecio, / lanzaré mi guante al rostro del mundo / y veré derrumbarse a ese pigmeo gigante / cuya caída no podrá sofocar mi ardor / Cuando… ebrio de victoria, / camine yo sobre las ruinas / y me sienta igual al creador.”

El inmanentismo estaba muy presente, tanto en la faceta poética de Marx como en la idea revolucionaria del “hombre nuevo”. En suma, el marxismo y el transhumanismo comparten, prácticamente, la misma concepción del hombre: inmanente y materialista, acaso sin sustancia, sencillamente, porque ha muerto Dios, porque lo trascendente no está en su horizonte, porque los hombres pueden, a su vez, pasar “de animales a dioses”, ser su propio Dios, con la poderosa ayuda de la técnica sobre la materia ¿pero a qué costo? Con el costo de hipotecar su libertad y de anular aquello que lo conecta con lo absoluto.

Sobre la derogación del fallo Roe contra Wade y la novela El Edicto

A raíz de la derogación del fallo Roe contra Wade del año 1973, el cual sostenía que la Constitución de Estados Unidos protege el derecho al aborto, se ha vuelto a dividir a la población para perpetuar aún más la dialéctica del poder, esta vez, entre grupos “prochoice” y “provida”. El bando conservador de los republicanos ha celebrado este hito como un triunfo histórico, y el bando progresista, representado por los demócratas, ha llegado a imaginar un escenario retrógrado, consistente en un retroceso de más de cincuenta años para los derechos de las mujeres. Una auténtica distopía para la visión progresista, patrocinada, dicho sea de paso, por Planned Parenthood.

Pero no olvidemos que, hace casi cincuenta años, casi en la misma fecha del fallo Roe contra Wade, el escritor de ciencia ficción Max Ehrlich había escrito y publicado una novela de thriller distópico llamada El Edicto (1972). La trama de la novela visualizaba un mundo en conflicto a causa de la superpoblación, por lo que los gobiernos globales del siglo XXI dictaban un edicto con el cual prohibían el nacimiento de nuevos seres humanos. Los protagonistas de la historia, una pareja de disidentes, buscaba, a toda costa, tener a su futuro hijo, desafiando así a la ley y la autoridad, dentro de una verdadera distopía malthusiana. Aquí, entonces, desde la ficción, es el poder el que llama a controlar la natalidad y evitar dar a luz, objetivos que coinciden con lo planteado en el libro “Un Nuevo Orden de Bárbaros” una recopilación de declaraciones hechas por el Dr Lawrence Dunegan en 1969.

Si se leyera con atención la novela de Ehrlich, bajo este contexto tan divisorio, se podrían sacar algunas conclusiones reveladoras. Podría ser que los provida encuentren en ella su propia lectura de la agenda progresista y un relato para poder sobrevivir a la tiranía global. Pero también podría ser que los prochoice encuentren en la novela alguna salida ficticia a su indignación, al imaginar una realidad en la que nacer estuviera prohibido. No se trata de promover ciegamente una postura y deshumanizar inmediatamente a la otra, sino que de repensar el debate desde la vereda reflexiva. Si se vive y se muere en la distopía, se puede renacer, cada tanto, en otra posible sociedad, en otro posible futuro.


Bestia humana

Poema de un amigo, editado por su servidor:


La arquetípica masa confundida y perdida

Sin darse cuenta se ve inmersa en la oscuridad de los tiempos

Cual mal atávico de la naturaleza implacable.


Surge el latente influjo involutivo sobre la bestia humana

El mismo que aniquiló a las diversas civilizaciones de la tierra antigua

En el mar de emociones, con los flujos y reflujos de la era pretérita.


Marchan las masas poseídas por la ira primitiva

Poseídas por todo tipo de pasiones irracionales

Poseídas por lo que los cristianos llaman el demonio

Atrapadas en los insondables abismos de la terrible brutalidad.


Las bestias humanas marchan en hordas

Hacia la caótica distopía de la noche de los tiempos.

miércoles, 22 de junio de 2022

Hay que aprovechar las crisis personales y políticas como oportunidades, no para reforzar nuestras posturas, sino que para revisar los prejuicios que subyacen a ellas.
“En resumen, estoy viendo un fraude a escala mundial del que las compañías farmacéuticas son solo una parte”, dijo Yeadon en el programa Facts Matter de EpochTV en una entrevista reciente.

“Hay una enorme presión a nivel mundial para persuadir a la población de que hay una amenaza para la salud con el fin de que cumplan con diversas medidas que destruyen la economía, y luego seguir con estas inyecciones. Yo creo que todo esto tiene que ver, en última instancia, con el control”.

martes, 21 de junio de 2022

Quizá, el desafío político y el trabajo interior más duro de todos: destruir la lógica de la dualidad, la lógica del sistema.

Es hora de despertar del sueño del sistema

“El mundo actual, influenciado por las “Grandes Internacionales” creadas por los imperialismos, está enfrentando a una Sinarquía Internacional que ha venido manejándolo. Este desarrollo intenso de la política internacional, dentro y fuera de los países, ha impuesto la necesidad de crear los instrumentos para manejarla y así han surgido las “Grandes Internacionales”. El Capitalismo y el Comunismo no son sino dos de ellas, aparentemente contrapuestas pero, en realidad de verdad, perfectamente unidas y coordinadas. Para comprobarlo, basta recordar 1938 cuando se aliaron para aniquilar a un “tercero en discordia” representado entonces por Alemania e Italia. No es menos elocuente lo que sucedió en la Conferencia de Yalta en la que ambos imperialismos se ponen de acuerdo y coordinan sus futuras actividades de dominio y explotación. Pero es que todo tiende a internacionalizarse alrededor de ello, lo que, en último análisis, es un triunfo del internacionalismo comunista. La Masonería, el Sionismo, el Vaticano, las sociedades internacionales de todo tipo, no son sino consecuencia de esa internacionalización del mundo actual. Son las fuerzas ocultas de la revolución como son las fuerzas ocultas del dominio imperialista”. (Latinoamérica: Ahora o nunca. Perón, 1967)

“El más craso error que se pueda cometer al estudiar el mundo de hoy es el de creer que capitalismo liberal y capitalismo estatal son enemigos irreconciliables. En realidad, no pasan de competidores, como podían serlo potencias demoliberales del siglo pasado. Rivalizan por el dominio de colonias y mercados, pero se encuentran solidarias cuando el sistema común está en peligro. Lo demostró a las claras la Segunda Guerra Mundial como también, en nuestro país, el contubernio de liberales y comunistas entre 1945 y 1955. Más aún, todo parece indicar que existe, por encima de los bloques demoplutocrático y soviético, una potencia supranacional que los maneja a su guisa. Está probado que un consorcio bancario internacional subvencionó abundantemente a Trotsky en 1917. No fue, evidentemente, un hecho accidental. La gran finanza no tiene patria, sino solamente intereses. Guerra fría y conflictos localizados no son sino episodios de mutua conveniencia, que permiten a los Estados Unidos mantener a flote su tambaleante economía y a la Unión Soviética reforzar la tensión interna sin la cual su imperio correría serio peligro de desintegrarse. Lo más probable es que quienes atienden, en Washington y en Moscú, el teléfono que une la Casa Blanca al Kremlin hablen un mismo idioma, y que este idioma no sea ni el ruso ni el inglés”. (Jaques de Mahieu, 1966)

lunes, 20 de junio de 2022

Otro relato onírico para el futuro libro, "Onirómano".

Los agitadores

Se reencontró con una amante y, en un cuartucho de hotel, tuvieron sexo. Un sexo desenfrenado, sofocante, sin palabras. Todo se dejaba expresar entre vaivenes y fluidos. La diversión era en una habitación de madera. Desde la ventana, se desprendía un extraño gas. La cuestión duró más o menos lo que duraba una película porno amateur. Al acabar, ambos conversaron sobre lo que estaba sucediendo en la ciudad. De fondo, se escuchaban sirenas y bombazos, cada vez más fuertes.

Al rato, la mujer se fue, apenas sin despedirse. Él recordó que tenía que escapar, porque estaba siendo perseguido por unos sujetos. Salió así del hotel rápidamente. Al asomarse, se dejaba ver una auténtica revuelta, con manifestantes corriendo por las calles, encapuchados quemando neumáticos y policía persiguiendo a los disidentes. Las calles tenían mucho parecido con el plan de Valparaíso. Toda la gente iba rumbo a los cerros o camino a las plazas, huyendo del caos. El ambiente se sentía cálido, el cielo estaba nublado, al punto de confundirse con el gas de las lacrimógenas y la sensación era la de estar en los años ochenta o en un futuro hipotético, un futuro de conflicto social.

Mientras él observaba al gentío huir, se oían ruidos, ruidos de algunos agentes desconocidos que intentaban rodear la cuadra en la que él estaba, esperando a que el conflicto se detuviera un poco para seguir avanzando. En eso, antes de ser descubierto, él comenzó a perder la consciencia, sin explicación, y se sintió, de pronto, en otro lugar, esta vez, a la intemperie. Se trataba de un páramo inclinado, que tenía la forma de algún cerro del interior. Solo unas pocas casas rústicas se dejaban ver a lo largo y ancho del terreno.

De repente, apareció un gentío bajando en caravana hacia el centro. La huida en sentido inverso era rumbo a la costa. La amenaza, al parecer, venía desde el cielo o el destino era el límite de la ciudad. Un rumor apocalíptico lo invadía todo. Siendo arrastrado por el gentío que se desplazaba sin freno, caminó horas y horas y llegó hasta la última calle antes de la orilla. Antes de poder doblar en la próxima cuadra, trató de esconderse para no ser visto por aquellos agentes que merodeaban toda la ciudad, pero, sin tregua, él perdió nuevamente el conocimiento, esta vez, de forma irreversible, producto de una fatiga imbatible.

Al despertar, se encontró en una habitación, llena de símbolos e inscripciones ilegibles en las paredes. Desde la puerta entreabierta se alcanzaba a ver lo que parecía una reunión. Aquellos que participaban le eran completamente desconocidos. Intuyó que formaban parte de la revuelta que se estaba gestando afuera. Acudió a la reunión, temiendo que en ella se encontrase con alguien inesperado. Y así lo hizo. Ahí estaba sentada su amante, sonriente, complaciente, y más al frente, junto con otros sujetos, un tipo rudo, musculoso, debatiendo algo incomprensible y con la facha de algún agitador social. La mujer espía se paró, al ver a su amante en la reunión, y se acercó al tipo rudo para hablarle algo al oído. Enseguida, ella sacó de su chaqueta un misterioso rollo de tela. Lo desenrolló frente a todos en la reunión, dejando a la vista la bandera de Chile. Todos en la reunión se sorprendieron al verla y lo señalaron inmediatamente, mirándolo con sospecha. Él, cada vez más nervioso, no lograba entender nada de lo que estaba pasando. Luego, el tipo rudo agarró una silla para colocarla en medio del salón. Lo hizo para invitarlo a sentarse. Él sabía que si se revelaba contra todos ellos no habría posibilidad de salir vivo. Entonces, temeroso, obedeció. En el momento en que él fue empujado para pasar adelante, un silencio invadió la escena, un silencio solo comparable con su consciencia al momento de ser emplazado por infiltrado, por traidor a la causa. Lo que ocurrió después, puertas adentro, quedará sepultado en el sótano de la historia, seguramente, como el destino de aquel gentío tratando de surcar el puerto hacia el horizonte.

The Northman: el retorno del Hombre, el Héroe y la Tradición.

“¡Y vive siempre sin miedo! Porque tu destino está fijado y no puedes escapar de él. ¡Júralo!”, esas fueron las palabras de Heimir El Loco al joven Amleth, durante su rito de iniciación. Una trama épica de honor y venganza, en el contexto de la Islandia vikinga del siglo XIII: en eso consiste The Northman (2022), la nueva historia de Robert Eggers o, deberíamos decir, su nueva experiencia audiovisual, porque la saga de películas de este director se viven, antes que se miran. Basta con señalar el sello de autor al cual ya nos acostumbró con The Witch (2015), mediante sus relatos orales de la Europa del siglo XVII, y con The Lighthouse (2019) mediante las leyendas de los marineros en el siglo XIX. En cada una de estas películas, se respira una atmósfera densa, a la vez que un visionado limítrofe entre lo esotérico y lo exotérico, entre lo mágico y lo real. Se conjugan de tal forma que el sustrato de los mundos cinematográficos allí representados configura un despliegue narrativo transgresor, ajeno a los convencionalismos estéticos y a la linealidad de la trama, propios del cine efectista pensado para las masas.



El retorno del Hombre y el Héroe

The Northman continúa fiel al sello del autor, situando la acción y el núcleo del conflicto en el recorrido vital que realiza el protagonista, Amleth, desde su infancia al presenciar la traición y el asesinato de su padre a manos de su tío, hasta su adultez, al convertirse en un guerrero berserker hambriento de venganza. El relato se despliega como un evidente homenaje a Hamlet de Shakespeare. De hecho, el nombre del protagonista puede ser leído como un anagrama del célebre personaje shakespeariano, pero cabe recordar que Hamlet se inspiró, a su vez, en una leyenda escandinava, quien tuvo por principal autoridad al historiador Saxo Grammaticus. En aquella leyenda, el leitmotiv también era la venganza del héroe, Amleth, en contra de la traición de su tío, Feng, hacia su padre, Horvendill. De ese modo, The Northman podría ser perfectamente una reescritura de aquella leyenda y, de paso, un intertexto vikingo de Hamlet, en un audaz eco de representaciones bélicas.

En la obra, Eggers se libera de la necesidad de contar una historia efectista sobre la leyenda de Amleth para, en cambio, expresar la brutalidad de las batallas, la religiosidad primigenia de los ritos y la visceralidad de los motivos humanos, como trasfondo al drama y a la tragedia de los personajes. Se deja de manifiesto en la forma de abordar el viaje de venganza del héroe y en la forma de plasmar el mundo que lo circunda, repleto de códigos de honor, violencia elemental y tradiciones enraizadas.

Amleth devino, a fuerza de sangre, hierro y magia, un guerrero, un hombre, ambos, totalmente indivisibles. Al invocar al lobo Fenrir, símbolo de la guerra y el caos, transmutó su ser con el coraje necesario para volverse feroz en el campo de batalla. No hubo transición en este sentido. En la película, vemos que la existencia entera de Amleth concentra todo su punto vital, su punto de gravedad en su misión inclaudicable: matar a su tío Fjölnir, acabar con su reino y honrar la memoria de su padre, el rey Horvendill. No hubo medias tintas en esa misión: se trataba del honor de Amleth, que es el honor de su sangre, de su padre, una sola cosa. He aquí el mensaje trascendental de la película.

Como le dijo Heimir El Loco a Amleth cuando era un niño y debía iniciarse en el camino del guerrero: “su destino estaba fijado y no podía escapar de él”. Amleth, como un hombre de su tiempo, arrojado a su época y a su espacio, arraigado con su tierra y con la extensión de su mundo, no podía desafiar el sendero que los dioses ya habían fijado para él. Su voluntad vengativa no venía dada solamente por un impulso subjetivo: era, antes que nada, la realización de un mandato divino y la necesidad de restauración de su honor y el de su sangre. Así, pese a conocer a Olga, su prometida y la futura madre de sus hijos, teniendo la oportunidad de abortar la misión para irse a vivir con ella una vida llena de plenitud, Amleth decidió, de todas formas, completar el camino de redención que ya le estaba encomendado. Con la seguridad de que su linaje real estaría a salvo, optó por abandonar el idilio de una vida familiar y enfrentar el sino. Se trata de la mística del guerrero, incomprensible para tiempos en los que se rehúye la muerte y se prefiere, en cambio, una vida sin propósito.

El honor debe defenderse y restaurarse a hierro y sangre, estando dispuesto a la muerte, en todo momento. Este sentido de ser-para-la-muerte, este arrojo a la existencia a través de la restauración del honor, conforman, a todas luces, una trascendencia espiritual del hombre, representado por la figura de Amleth, el héroe que se va transmutando en la medida que continúa estoico en el cumplimiento de su palabra. Entonces, cuando ya la ha cumplido, y culmina la venganza, puede transitar hacia el más allá, en su reintegración con lo divino, simbolizado en la caravana celestial rumbo al Valhalla. He aquí que el hombre que era Amleth deja su plano mortal para regresar con el dios padre Odín. En este punto, hombre y héroe pasan a formar un solo espíritu, al religarse con el plano divino.



El retorno de la Tradición

No olvidar la relevancia de la tradición en el imaginario vikingo de The Northman. Además de la violencia y la guerra, unidas al honor y al destino, como emblemas de la voluntad de poder de los personajes, también entra en juego el trasfondo mítico, legendario y mágico de la cultura nórdica. Este constituye el espacio y el tiempo en el que Amleth, hombre mortal, consigue conectarse con la cosmovisión de su herencia, la cual es vivida plenamente no como mera intelección, sino que como experiencia extática y vital, y así lo transmite la propia película.

Todo ocurre en la Islandia del Siglo X, en una era de raíz precristiana, todavía basada en sus propios cultos ancestrales, frente a los cuales ya se podía apreciar el conflicto entre el cristianismo y el mal llamado paganismo, que no era otra cosa que la visión nórdica del hombre y el mundo. En un esfuerzo por mantener en alza las vigas de su historia, los vikingos honraban la memoria de los suyos sacrificándose en batalla con temor de los dioses. De hecho, en la película, la última voluntad del rey Cuervo, padre de Amleth, era morir en batalla en lugar de morir de viejo, puesto que era la única de ser recibido triunfante en el Valhalla. De lo contrario, sería enviado, como todo vikingo, a Helheim, un reino inferior, debajo del Migard, siendo vigilado por la diosa Hel.

Otra manera de honrar la memoria del linaje vikingo se ve en la película cuando el pequeño Amleth acaba su rito de iniciación con Heimir El Loco. Entonces, el joven consigue conectarse con la búsqueda de lo primordial, por medio de una visión del Yggdrasill, el árbol de la vida que, a través de sus ramas, vincula todo el tiempo pasado, presente y futuro de los hombres y, con ello, el propio legado de los héroes. Esto se repite a lo largo de la trama, como si el propio árbol se ramificara de manera mística, dejando entrever que el camino emprendido por Amleth está íntimamente enraizado con sus ancestros guerreros y derivará inevitablemente con su linaje para la posteridad. De ese modo, la conexión del sentido de la tierra, la raíz de la sangre, el Yggdrasill, con el otro mundo, el reino de los dioses, el Valhalla, se realiza mediante el viaje del héroe, en un ciclo de carácter mítico que se funde con el presente de su aventura.

Podríamos afirmar que la resonancia de la tradición en The Northman incluso va más allá en el tiempo humano. Así como Caín y Abel en el cristianismo o como Osiris y Set en el Antiguo Egipto, el argumento de la película cobra un alcance mítico en la historia de la humanidad, prácticamente en sus albores civilizatorios: la traición a la propia sangre, la cual se cobra por los dioses y se paga por obra del destino de los mortales. A diferencia del cristianismo, en la mitología nórdica no existía la noción del bien o del mal, sino que la del orden y el caos, en congruencia con las fuerzas del cosmos y la naturaleza. Según la visión de los vikingos, a pesar de la batalla final que se iba a gestar en el Ragnarok, las fuerzas del caos iban a conseguir la victoria. Esto entronca perfectamente con el segundo principio de la termodinámica: todo tiende a la entropía. Así, la mitología nórdica entraba en sintonía con una profunda percepción de los principios cósmicos, obviando su carácter moralista. En cambio, la religión cristiana occidental sitúa al hombre como medida de todas las cosas, siendo este hijo de Dios, por lo cual, la Naturaleza aparece subordinada a sus leyes. Se puede comprender, entonces, la diferencia de cosmovisión entre el antiguo paganismo de los nórdicos y el creciente cristianismo que, en aquella época, entraba en pugna con las creencias propias de la cultura vikinga.

Si hablamos de choques entre culturas ancestrales, en The Northman, a mi juicio, lejos de establecer una supremacía moral de un pueblo sobre otro, sencillamente se figura de manera orgánica y vital la voluntad que los mueve a enfrentarse. Como ya se dijo, el universo cósmico y mítico representado en la película no funciona de acuerdo a preceptos morales ni éticos, solo obedece a sus propios ritos, símbolos y experiencias, configurando así, a través del celuloide, una dimensión ficticia única del espacio tiempo vikingo, desde la mirada artística del director, cuyo inconfundible sello ya conocemos. Gracias a la osadía creativa que lo caracteriza, Eggers ha demostrado con The Northman que no hay límites a la hora de revisitar la tradición de los antiguos pueblos de Europa, con tal de reconfigurarla y ofrecer a la audiencia una propuesta honesta, descarnada y sublime. Celebro, sobre todo, su valentía y su desinterés por ajustar su visión del cine, del mundo y de las tradiciones humanas a la óptica sesgada de la corrección política de nuestros tiempos. Eggers nos invita, al ver The Northman, a invocar, una vez más, en nosotros, ciertos valores enterrados en el panteón de la historia y perdidos por la amalgama civilizatoria de la (pos)modernidad: el honor, el respeto a la palabra, el ser para la muerte, el sentido mítico de la realidad y el retorno de lo sagrado, lo sagrado en el hombre y en el espíritu, más allá de la materia, religando lo Absoluto.

sábado, 18 de junio de 2022

El viernes me regalaron, de parte del colegio, un lápiz pasta negro, en una pequeña cajita. "tome profe, una atención por el día del padre...", me dijo la secretaria al paso, como esperándome, cuando iba saliendo de la sala. "-... o por el futuro padre" agregó enseguida, al verme la cara, francamente sorprendido. Agradecí el presente, sin más, y seguí mi camino. ¿Qué cosas podría escribir con este nuevo lápiz obsequiado por motivo del día del padre? ¿El obsequio habrá sido irónico, sin desearlo? ¿O una señal de que nunca es tarde? Lo que salga de ahí, lo que la tinta de ese lápiz pueda engendrar podría responder estas enigmáticas preguntas y, a su vez, lo que pueda salir escrito de allí podría considerarse, en efecto, una creación, una especie de hijo inmaterial, una creatura, eso sí, nunca inocente.
La Modernidad, esa "noche triunfante" para Alexander Dugin.

¿Las armas las carga el Diablo?

“Eliminar la oportunidad de que alguien se defienda armado en su propia casa es alterar toda la justicia que no solo está en el derecho sino que también en el más elemental sentido común. Desde el nacimiento de nuestra civilización, ese derecho a defenderse existe; existía en Roma en la ley de las 12 Tablas, en el famoso Digesto, en las Institutas de Justiniano. Naturalmente que Cicerón y otros grandes juristas de la época la invocaron, y más atrás, ya existía en la antigua y democrática Grecia. También en el derecho de los egipcios, en el derecho de los hebreos, en el derecho de los hindúes, en el derecho medieval y en el derecho canónico, en el derecho germánico y en el visigodo ¿Por qué tantos pueblos, por qué en tan diferentes épocas, por qué en culturas tan diversas se permite la defensa proporcional ante un ataque ilegítimo? Porque obedece a algo simple: obedece al sentido común. El presidente Boric lo que pretende, en la práctica, es eliminar este derecho reconocido desde siempre, por todos.” Tomás Mosciatti, en La opción del gobierno: hay que entregarse al delincuente

Al reciente proyecto de desarme de la población se sumó también el compadre progre de nuestro presidente, Trudeau, en Canadá, solo que ahí se trató de congelar la compraventa de armas y dejar las que hay, debidamente inscritas, en manos de particulares. ¿Qué pretenderá el presidente desarmando a la población, en un contexto en el que la delincuencia y la pérdida de seguridad se está desbordando? Mala señal, pésima señal para la ciudadanía, y luz verde para los narcos y los grupos criminales organizados que de ninguna manera harán caso del mandato estatal. ¿Acaso no entendió Boric que aquellos que hoy le declaran la guerra al Estado de Chile justamente lo hacen porque saben que están lo suficientemente armados para la ocasión? ¿No entendió la psicología inversa detrás de la prohibición en la tenencia de armas: más restricciones del gobierno, más mercado negro? El dicho de que “las armas las carga el Diablo”, al parecer, solo cuenta para los que son capaces de alborotar el infierno y pretender asaltar el cielo. Aquí viene a cuento el postulado 10 del “Decálogo del joven socialista” de Santiago Carrillo: “Ármate tú, mientras haces todo lo posible por desarmar a un enemigo”.

viernes, 17 de junio de 2022

Una joyita para encender el debate : "La aversión que siente Oporto por las “hordas” y por la victimización como coartada para ejercer la omnipotencia son el correlato de una exigente ética fundada en el individuo. Bajo esta premisa: solo quien resiste “la disolución en lo indiferenciado” conserva un yo desde el cual reconocer al otro y hacerse cargo de ese vínculo." Lucy Oporto o la chilenidad del mal, Daniel Hopenhayn.

jueves, 16 de junio de 2022

Que no se engañen: la reciente coalición de Microsoft y los profetas de Silicon Valley con el gobierno de Biden, la orwelliana Junta de Gobernanza para la Desinformación, no es para nada un dispositivo de poder diseñado con el objetivo de censurar las noticias falsas o “fake news”. Este existe solo para poder censurar cierta información inconveniente, no la desinformación en general. Como decía Alan Moore: ¿Quién vigila a los vigilantes? ¿Quién vigila a Microsoft, Adobe o Intel para que se mantengan bajo estándares éticos y se confirme que toda la información que de ellos emana sea correcta y verificable? En efecto, no existe nadie que revise si los dichos de Bill Gates y compañía son realmente ciertos, más allá de toda duda razonable. Entonces, pareciera ser que, al fin, si uno tiene el dinero suficiente, puede llegar a “comprar la verdad”, literalmente.
"Según Oleksandra Koval, directora del Instituto del Libro de Ucrania y ex presidente del Foro ‎de Editores de ese país, el objetivo de esa orden –impartida por el gobierno de Kiev el 19 de mayo ‎de 2022– es garantizar la destrucción de 100 millones de libros que «divulgan el Mal». ‎

Sólo algunos ejemplares serán conservados en bibliotecas universitarias para servir como objeto ‎de estudio a investigadores sobre «el origen del Mal». ‎

Esta campaña oficial de destrucción de libros iniciada en Ucrania se aplica a todos los clásicos de ‎la literatura rusa, desde Alexander Pushkin hasta León Tolstoi y pasando por las obras de ‎Dostoievski. ‎

Ante estos hechos se imponen dos importantes observaciones:‎

Europa y el mundo no habían asistido a la destrucción masiva de libros desde las quemas de libros ‎organizadas por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

La OTAN trata de ocultar esa noticia porque está perfectamente consciente de lo que está ‎pasando."

El gobierno del presidente ucraniano Zelensky ‎ordena destruir 100 millones de libros (voltairenet.org)

¿Y qué pasaría si te dijera, querida, que lo nuestro daba para novela, pero para novela existencialista, melodramática, policial y conspiranoica, ya que las palabras fueron nuestras únicas armas; y la realidad, nuestra única escena del crimen?

lunes, 13 de junio de 2022

La derecha y la izquierda jamás han sido puras, ideológicamente hablando, ¿acaso la burguesía nació de la derecha? ¿Qué lateralidad tenía en esos tiempo la nobleza? Las creencias se asemejan al ping-pong, aunque ellos, los creyentes, lo nieguen, y creen atribuir algo esencial a una cuestión puramente inmanente. ¿Acaso Jesús era de izquierda y Barrabás de derecha? ¿O viceversa? ¿El sanedrín era de derecha y los esenios de izquierda? ¿Dante Alighieri era de izquierda y los traidores en el noveno círculo eran de derecha? A estas alturas, hablar de derecha o de izquierda solo sirve para dividir y reinar, y esta aseveración te puede costar un mundo, pero es el precio por constatar el verdadero escenario geopolítico que rebasa las viejas categorías. Como decía Benedetti: "De dos peligros debe cuidarse el hombre nuevo: de la derecha cuando es diestra, de la izquierda cuando es siniestra".

Hace muchos años que se experimenta un estado de enajenación permanente. La alienación parece lo normal a estas alturas de la vida. Aun así, todo tiene varios rostros, diversos enfoques, distintas miradas, y sin locuras poéticas aún seguiríamos atrapados en la caverna-útero, para sentir ese líquido, ese calor, esa protección castrante pero necesaria ante la adversidad.

domingo, 12 de junio de 2022

«El progresismo es la religión del auto aborrecimiento. Le enseña a los blancos a odiar a su raza, a los niños a odiar a su sexo, a la mujer a odiar su femineidad, a los patriotas a odiar a su país y a Occidente a odiar su historias. Qué cosa más despreciable y tóxica es». Matt Walsh.
Lo esencial es invisible a tu maniqueísmo.

Onirómano: "Atardecer y transmutación."

Otro relato de sueño del próximo libro "Onirómano" a estrenarse pronto. Cada relato más críptico y retorcido que el anterior. Lea:

Atardecer y Transmutación

Soñó que iba caminando dentro de algo similar a un instituto, subiendo escaleras para dar con un piso o una sala x. El instituto se hallaba, a su vez, dentro de una embarcación muy parecida al Logos Hope que arribó a Valparaíso. A medida que iba subiendo escaleras, perdía la noción del tiempo y del espacio y no sabía si iba en calidad de estudiante a alguna clase para recuperar un ramo, o si iba en calidad de profesor a dictar alguna cátedra atrasada. En ambos casos, la situación emocional era insostenible. Subía y subía y no daba con ese piso o con esa sala, mientras los minutos apremiaban, y sonaba el estruendo general (sonido de buque) que indicaba que las clases estaban por comenzar. En eso se topó con un loco que iba bajando apresurado a no sabía dónde. Se trataba de un loco parecido a aquel compañero de la U que gustaba de hacer referencias o frases apócrifas a autores conocidos, en clave parodia. Se confundía entre el gentío, pero se lograba distinguir porque iba con un libro en la mano, un libro que comenzó a tomarse sus pensamientos. Siguió al loco, sin siquiera alcanzar a detenerlo, y ya el nombre de aquel libro aparecía en su mente sin explicación. El libro se llamaba Transmutación y figuraba en su cabeza como atribuido a Bolaño. Pensó que no podía existir un libro con ese nombre, al menos que se tratase de otro libro inédito que la editorial en nombre del autor ya va sacando por osmosis, de manera fantasmal, publicando mucho más que cuando Bolaño estaba vivo; pero luego, ya habiendo perdido al loquito, volvió a retomar la búsqueda de su inicial paradero, no sin antes reflexionar sobre el libro que tenía guardado en la mochila y que no había advertido hasta ese entonces.

Se detuvo rápido, aún con el tiempo apremiando, para llegar adonde tenía que llegar, y abrió la mochila para sacar de su interior un libro derruido. Tenía la forma de aquellas ediciones Anagrama que intentan aglomerar en un solo tomo ciertos intentos de novela total, barrocos por pretenciosos, bizarros por ambiciosos. Al tomarlo, el libro era un mamotreto muy pesado, algo viejo con algunas páginas sueltas y una superficie de portada algo viscosa por la manipulación descuidada. El nombre del libro lo recordó perfectamente bien. Se llamaba Atardecer, pero no aparecía atribuido a nadie. Debido a la urgencia del momento, desistió de hojear el mamotreto y lo guardó para así volver a buscar el lugar al cual tenía que ir. Después de eso, no recordó nada más, excepto la imagen viva de aquellos libros y sus nombres, que seguían conspirando en su mente.

¿Qué era lo que se transmutaba? ¿Qué era lo que atardecía? Cuando se preguntó esas dos cuestiones se acordó que, en realidad, el lugar al que debía ir quedaba fuera del Logos Hope, al cual solo se podía acceder por un pasaje que antes pertenecía a una edificación antigua y que era tomado de vez en cuando por algunos drogos que se ponían a fumar y cambiar el mundo. Al intentar pasar por ahí sin ser advertido por los locos, uno de ellos le detuvo. Se trataba de aquel loco que había seguido en un principio. Estaba acompañado de otros compadres apenas retratables entre la bruma del humo. Sin mediar aviso, le pasó de lo que estaba fumando a otro de por ahí, y sacó de entre su amplia chaqueta un libro. Ese libro era el famoso Transmutación. Hizo el ademán de dárselo, no sin antes pedirle algo a cambio con la mano izquierda. Intuía que este loco quería el libro que él tenía en la mochila. Le dio entonces el libro Atardecer. El loco lo recibió y se lo pasó al otro que tenía el pito, para así recuperarlo y volver al vicio. Había otro loco a su lado, mirando fijamente, esperando que sucediese algo.

¿Qué era lo que debía pasar? A esas alturas, ya no sabía si él debía efectivamente llegar a aquel lugar que buscaba en un comienzo o simplemente debía quedarse ahí a resolver algo pendiente con esos compadres misteriosos. De modo que, para evitar el aturdimiento, intentó rápidamente salir de ahí. Sin embargo, el compadre que miraba fijo le detuvo, y le obligó a quedarse. Todo indicaba que faltaba algo más por hacer. Así, el loco del libro se acercó y señaló rápidamente hacia el que tenía en su poder: Transmutación. Los otros se arrimaron a un lado esperando que sacara de nuevo el libro. Él comenzó a abrirlo, y el compadre indicaba con el dedo la página que debía colocar, ante la mirada absorta del resto. Buscaba nerviosamente, a medida que el loco urgía más en la búsqueda de aquella página solicitada, hasta que dio con una página casi al final del mamotreto. Tenía dentro la inscripción de una pirámide con un punto en la parte superior, muy similar a la de Anagrama, entremezclada con la Illuminati.

Cuando retiró la vista de la página, el loco y los demás comenzaron a mostrar la figura que tenían inscrita en diferentes partes del cuerpo. Era el mismo símbolo del libro. Al captar que no podía concebir el sentido de la situación, el loco del libro se le acercó una vez más y le sostuvo la muñeca izquierda, fugazmente, junto a otros que intentaban sostenerlo. Alcanzó a forcejear con él, no entendiendo nada y siendo amenazado por lo incomprensible de las acciones, hasta que el loco simplemente le bajó la manga para revelar el símbolo que tenía él mismo inscrito en la piel de la muñeca: el símbolo de la pirámide del libro. Miraba hacia el símbolo en la muñeca, y luego, agotado, giró hacia el rostro de todos estos locos. En el momento que dio vuelta la cabeza de manera instintiva para evitar su mirada, y volvió para guardar el libro, el loco del principio soltó rápidamente su mano de su muñeca, dejando al descubierto el símbolo de la pirámide con un ojo en la punta.


sábado, 11 de junio de 2022

Agonía del siglo, Léon Degrelle

Fragmento de un poema de Léon Degrelle, "Agonía del siglo", que parece más actual que nunca:

El mundo es confusión y tormento. El odio destroza sus entrañas. Asesina, mancha y arrastra a sus víctimas en el oleaje fangoso de su furor. Los hombres se buscan con maldad de chacales. Se les oye rugir en la noche iluminada por los rayos.
Los pueblos se detestan.
Los individuos se odian.
Ya no respetan nada, ni siquiera al vencido que yace en la tierra, ni a la mujer que implora, ni a los niños de ojos abiertos a los sueños.
Ha muerto el soñar.
Sólo vive la bestia salvaje que pisotea a los tímidos y a los fuertes, a los inocentes y a los culpables.
Todo titubea, el armazón de los Estados, las leyes de las relaciones sociales, el respeto a la palabra.
Los hombres que antes creaban la riqueza en un esfuerzo redoblado, se enfrentan ahora como fieras desencadenadas.
Mentir es solo una forma más de ser hábil.
El honor ha perdido su sentido, el honor del juramento, el honor de servir, el honor de morir. Los que permanecen fieles a estos viejos ritos hacen sonreír burlonamente a los demás.
La virtud ha olvidado su dulce murmullo de manantial. Las sonrisas no son ya confesiones de amor sino reticencias, estafas o rictus.
Se asfixia la esencia humana. El denso aire está cargado de todas las abdicaciones del espíritu. El olfato busca en vano un aura pura, el perfume de una flor, la frescura de una brisa impregnada de mar…
El mar de los corazones está hosco. No tiene velas blancas. No hay olas que canten sobre su lomo inmenso.
Los jardines del corazón han perdido su color. No tienen pájaros. ¿Qué pájaro, por si acaso, podría cantar en medio de la tormenta, mientras el hombre busca al otro hombre para odiarle, para corromper su pensar, para hollar con los pies la rosa?

El taca taca fue un invento de un poeta anarquista español, Alejandro Finisterre. “Vi a los niños cojos... e inventé el futbolín” dijo, al ver a los mutilados por las bombas franquistas. “Soy idealista práctico: ¡conseguiremos un día no tener gobiernos!”, agregó, en otra ocasión. Por eso, cada vez que veo a los cabros en el colegio jugar al taca taca, percibo en ese juego inocente una metáfora de la poesía vuelta acción, vuelta materia. Los cabros compiten entre sí en ese pequeño universo futbolístico, sin otra regla que meter el balón a través de los arcos, desafiando así la inopia y la anomia del mundo real. Jugar al taca taca es ser anarco y dejar que el jugador juegue con sus propias reglas: reglas poéticas.

viernes, 10 de junio de 2022

Una de las proclamas más conocidas de Mayo del 68 fue "Épater le bourgeois" (escandaliza a la burguesía). Hoy, en pleno período pandémico, debería ser "escandalizar a la progresía". Esta es la verdadera Resistencia.
Hoy día, uno de los cursos más desordenados, se tomó la molestia de cantarme el cumpleaños feliz durante una prueba, cuestión que nunca hubiera esperado de ellos. Son esa clase de gestos los que te demuestran que, en medio de un clima país tan adverso y repleto de violencia, no todo está perdido, todavía.

jueves, 9 de junio de 2022

Entre conspiraciones y campañas del terror, querida, apenas podemos respirar aire puro, apenas podemos movernos, sin antes enredarnos en la maleza de la realidad, a no ser que una influencia, alguna especie de genio o una sombra muy recóndita en nuestro interior haya obrado de tal forma que solo podamos conocer la verdad destruyéndonos por completo, el uno al otro.

martes, 7 de junio de 2022

Otro fragmento de Onirómano, el futuro libro de cuentos oníricos.

Se quedó viendo una serie y soñó de manera cinematográfica. Una de las cosas que solo la noche puede auspiciar. La serie era The man in the high castle, capítulo 5. Ocurría un asesinato entremedio. Un disparo público contra un príncipe, a lo Taxi Driver. Una chica judía, en una hipotética Norteamérica dominada por nazis y japoneses, hacía entrega de una película a una banda de rebeldes afroamericanos, dentro de la conocida Zona neutral, para hacérsela llegar a un tal "Hombre en el castillo". Los motivos eran difusos. Fue escoltada por un nazi encubierto. El nazi perdió los estribos, pero se comenzó a enamorar. Creyó ver en la película -como la propia chica- un arma política secreta. No se reveló en ningún momento su trama, solo hablaron sobre su peligrosidad. En el sueño, luego de ese episodio, él se encontraba cargando un libro. Lo presentaba ante un sujeto de incógnito. El libro era como una especie de curriculum. Sobre la mesa, había una pila de fotocopias. Debajo, se vislumbraba el curriculum de una chica. Las preguntas del sujeto eran ilegibles, intraducibles. Lo único real era la tensión, la peligrosidad de lo que presentaba. El contenido del libro era un compendio surrealista. Versaba sobre la propia biografía, pero en términos incomprensibles, solo explicables de forma traumática, inconsciente.

En uno de sus episodios, una chica -quizá la del curriculum- esperaba a alguien en un sitio de noche, parecido al escenario de la serie, sobre un puente. Se encontraba imaginándola, en completa soledad, temiendo que fuese perseguida. Su asesinato era inminente. Los motivos seguían ocultos. Ella lograba escapar, pero no podía seguir recordando. Regresaba a la entrevista imaginaria. El sujeto especulaba sobre el prontuario suyo y el de ella. El número de preguntas crecía conforme avanzaba. Por supuesto, la tensión subía, junto a la incertidumbre. Ya no sabía en dónde terminaba la serie y dónde empezaba el sueño. Todo acababa siendo una sola cosa. Un gran teatro interior, una alegoría política en donde era el Eje el que triunfaba. La película que aquella chica de la serie sostenía, la difusa biografía que cargaba dentro del sueño, no eran sino el símbolo de un lenguaje ultrasecreto, vetado al poder de la realidad. El Eje, representado en la serie, en el propio sueño, no era otra cosa que aquellos miedos vueltos una entidad política. Quizá toda la historia tenga sus propios móviles, su propio reino desconocido, vetado todavía a la vigilia policial de las acciones.

Si entendemos la poesía, según la definición aristotélica, como el arte de contar lo que podría haber ocurrido, tanto lo que es posible como probable, entonces, querida, todas las cosas que hicimos o dejamos de hacer en el pasado podrían llegar a adquirir ritmo y carne de metáfora. Todas las palabras dichas u omitidas podrían expresar, bajo esta mirada, el nuevo mantra de la historia, la nuestra o la de esos otros que no fuimos y que podrían haber llegado a ser.

lunes, 6 de junio de 2022

La Sociedad de Escritores de Chile y Valparaíso sería geniales, si no fuera por el pequeño detalle de que son sociedades y están compuestas de escritores.

domingo, 5 de junio de 2022

Anoche, en el paradero de la micro, un joven se acercó a pedirme plata. Pensé que se trataba simplemente de un apuro del momento, situación en la cual yo mismo me he encontrado más de una vez, cuando he salido a carretear con lo justo y me ha faltado el sencillo. Pero no. Este joven necesitaba plata, literalmente, para pasar la noche. “¿Adónde va?”, le pregunté. “Por ahora, a ese lugar”, respondió el joven, señalando hacia unos rincones oscuros cercanos al Mercado Cardonal. “¿Allí dormirá?”, le volví a preguntar. “Esta noche, sí”, dijo, con el tono algo cansado. Según decía, lo habían finiquitado de una pega en Peñablanca y había quedado cesante. Pero eso no es todo. Además, explicó que ni siquiera tenía casa donde llegar. Le pregunté por su familia. El joven contestó que su única familia, su madre, estaba casada con un tipo al cual detesta. Entonces, para no incomodar, prefirió irse a vivir solo. Él no podía ocultar su expresión de abatimiento, pese a su aparente tranquilidad. Me dijo que tampoco tenía amigos que lo pudieran acoger. Los pocos que le quedaban en Valparaíso le habían dado la espalda, por razones que él no quiso precisar, y que solo asoció a su situación menesterosa. Le pregunté, además, por alguna “polola” o “amante” que le pudiera consolar en estas circunstancias. “Tenía, pero hace mucho tiempo”, repitió el joven. “Nadie quiere estar con un leproso”, volvió a decir, con un tono cada vez más bajo. Esas palabras quedaron sonando, en medio de la serena soledad de la noche. Fue en ese momento que le di la única luca que me sobraba y que tenía sostenida para poder pagar la micro. Se la di, como quien solidariza con un desconocido compañero de ruta. “Créeme que entiendo lo que es andar solo por la vida”, le comenté. “Pero usted tiene donde llegar. A mí no sé lo que me espere”, remató el joven, esta vez, resignado, casi como aceptando la incertidumbre de su próximo destino. No me impactó tanto su abandono como su juvenil gravedad. Siguió de largo, no sin antes indicar que le faltaba mucho por recorrer y no se refería precisamente a su vida, sino que al recorrido que haría desde Brasil a Bellavista, acogiéndose a la voluntad cada vez más arbitraria de los transeúntes porteños. Él desconocía lo que le esperaba más allá, aunque seguía andando, con toda la energía de la desesperanza. Yo, en tanto, a bordo de la micro, no podía decir lo mismo, ¿pero acaso uno sabe a ciencia cierta lo que le espera, a la vuelta de la esquina, a la bajada del paradero, en el camino de regreso a la zona de confort?

Ulysses de Joyce, un siglo

La corrección de prueba o galera es aquella que se realiza sobre un ejemplar impreso en el formato definitivo. Esto es, tras el proceso de corrección ortotipográfica y de estilo y el diseño. Se busca resolver problemas de la maqueta: líneas huérfanas y viudas, palabras mal cortadas al final de renglón, páginas en blanco, juego de fuentes, etc. En la imagen pueden ver la revisión de la prueba del Ulysses de James Joyce por su propio autor.

La novela cumple cien años.

sábado, 4 de junio de 2022

Fernando Atria y Jaime Guzmán: misma sangre, mismo pasado, ¿mismo destino?

“Algunos dirán que soy el Jaime Guzmán de la izquierda”, decía en 2016, en tono de broma, el abogado constitucionalista Fernando Atria, quien desde los años noventa es reconocido como uno de los más férreos críticos de la Constitución del 80.

Pero lo que no todos saben es que Atria y Guzmán comparten algo más que el interés por la misma área del derecho: paradójicamente, existe un vínculo familiar que también los une.

De hecho, la abuela del actual convencional del Frente Amplio, Josefina Sylvia del Campo Errázuriz, es prima hermana de Carmen Errázuriz Edwards, madre del fallecido senador.

Así, la madre de Fernando Atria, María José Lemaitre del Campo, es prima en segundo grado de Jaime Guzmán Errázuriz. Y, en consecuencia, el líder intelectual de la izquierda es sobrino del fundador de la UDI.

(…)

Cabe recordar que Jaime Guzmán Errázuriz es sindicado, por opositores y defensores de la actual Carta Fundamental, como el principal autor intelectual de la Constitución del 80. La misma a la que Atria se ha opuesto públicamente desde que en 2013 publicara su libro, “La Constitución tramposa”.

De acuerdo a esto, Atria y Guzmán, opuestos a nivel ideológico y político, compartirían, prácticamente, la misma sangre y el mismo pasado familiar.

¿Cuál Chile quiere usted? ¿El pensado por Atria o el concebido por Guzmán? Usted elija. De todas maneras, estará eligiendo solo a un miembro de la gran familia.


jueves, 2 de junio de 2022

Hace tres días, un hombre murió de frío en las calles de Quillota, abrazado a sus perros. Se dice que uno de ellos continuó junto a su amo, incluso después de que su cuerpo fuera cubierto por la policía. De cara al invierno, la intemperie se muestra implacable y no tiene piedad con los desposeídos. ¿Qué habrá sido del pasado del hombre? ¿Qué será del sufrimiento de sus animales? ¿Qué será de los próximos desposeídos devorados por la miseria?

miércoles, 1 de junio de 2022

Del caso Depp Heard se pueden concluir varias cosas, pero, sobre todo, enseña verdades como puños: el hecho de que cualquier matrimonio, por efímero que sea, puede acabar en un tribunal; y el hecho de que cualquier relación, por tóxica que sea, puede volverse espectáculo para las masas.

El caso Depp Heard: un giro dramático en el guion feminista.

El año 2019, período álgido del Me Too, Amber Heard publicó un artículo en el Washington Post, siendo ella embajadora de los derechos de la mujer en la Unión Americana de Libertades Civiles. En aquel artículo, Heard se llamaba a sí misma como “ícono de la violencia doméstica”, sin mencionar directamente a su ex marido, Johnny Depp. A raíz de este hecho, el actor tuvo una batalla legal por difamación contra el diario The Sun, la cual se llevó a cabo el 2020. Aquella vez, Depp resultó vencido, ya que el tribunal determinó que el diario solo reprodujo los dichos de Heard con libertad de expresión, por lo que la publicación de aquel artículo no constituía ninguna injuria ni calumnia. Dispuesto a todo, entonces Depp tomó la decisión de demandar a su esposa ante la Corte de Virginia por difamación a su persona.

Al tratarse de un caso civil, el actor buscaba, antes que nada, comprobar la difamación y luego compensar su honor, su imagen y su carrera con una cuantiosa suma de dinero. El caso se mediatizó a tal nivel que, mucho antes del juicio, el gran público, en su mayoría, ya había sopesado a las figuras en disputa y se había inclinado, notoriamente, hacia un lado de la balanza: el lado del hombre violentado y acusado falsamente. Así, los roles comenzaban a invertirse. La que había iniciado la difamación, llamándose víctima de violencia doméstica, ahora, para el ojo público, pasaba a volverse, poco a poco, la villana de este drama hollywoodense.

Para cuando comenzó el juicio, Heard ya era, definitivamente, la victimaria; y Depp, pese al juicio inicial de las feministas y de las productoras progre, cobraba más y más credibilidad, convirtiéndose, ahora él, en el “ícono de la violencia doméstica”. Y no solo eso: trastocaba totalmente el relato instalado en la sociedad, el cual dicta que la única víctima posible siempre será la mujer, y al hombre solo le cabe la posibilidad de ser el victimario por antonomasia. Las expectativas de lado y lado eran altas. Se apostaba el todo o nada en ese juicio: nada menos que la prevalencia del relato feminista vs el contrarrelato de una masculinidad “domada” (citando libremente a Esther Vilar, autora del polémico y legendario libro “El varón domado”).

Hoy, uno de junio del dos mil veintidós, después de haberse extendido el caso durante cinco años, finalmente, se mediatizó el veredicto y la sentencia. La corte declaró a Heard culpable de haber difamado a su ex esposo, Johnny Depp, con “malicia”, según indican los medios. A pesar de esto, la condenada logró probar que también la había difamado el abogado de Depp, luego de señalar que las acusaciones de abuso por parte de Heard eran un “montaje”. El jurado, aunque parezca contradictorio, determinó que denominar así a las acusaciones, constituía, en sí mismo, una difamación, lo cual generó una paradoja de proporciones. Por un lado, Heard era la mentirosa, pero, a su vez, decía la verdad con respecto a la difamación hacia sus acusaciones. Fue así que el juicio sobre una de las relaciones más disfuncionales de Hollywood se volvió una verdadera locura, al instalar en el imaginario social la idea de que exista, además de una masculinidad tóxica, también una “feminidad tóxica”, que puede coexistir y hasta complementarse con su contraparte sin problemas, revelando así los males salidos de la caja de pandora y consagrando al estrellato el “amor tóxico”.

Pese a todo, el fallo judicial ya es un hecho. Para la justicia, hoy, en efecto, Johnny Depp había sido realmente el “varón domado”, bajo las mentiras de su ex esposa. De esa forma, se acaba un caso paradigmático. Sin duda, un duro golpe para la doctrina del feminismo radical, aquella que reza declarar culpable a alguien solo por el simple hecho de ser hombre, y creerle a alguien solo por el hecho de ser mujer. La capacidad de hacer el mal ya no consiste en una cuestión de género: viene de ambas partes por igual, por el simple hecho de ser humanos.