jueves, 8 de febrero de 2018

Elon Musk lanzó hace poco su Tesla Roadster rojo al espacio por medio del cohete Falcon Heavy. Se proponía que el Tesla llegara a la órbita de Marte. Durante la expedición, sonaba un loop eterno de Space Oddity de David Bowie, y un maniquí de nombre Starman abordaba el vehículo. En estos momentos, se dice que llegará a un cinturón de asteroides y que su destino será incierto. Por su parte, Musk ya había concertado una visita a Chile, especialmente interesado en el litio para la energía de sus autos eléctricos. Se afirmaría que fue recibido por el propio José Piñera, twitteando "bienvenido a Chile, la Arabia Saudita del litio”. Musk habría venido en secreto al país. Tampoco hay demasiada certeza respecto a sus planes. Lo único cierto parece ser el espacio aún inconmensurable por el que naufraga ahora la creación del empresario. Su trayecto ambicioso pero a la vez desolador. La mirada soberbia del que mira hacia arriba pero teme, en cierto punto, mirar hacia abajo. En eso pensaría Starman, la figura apócrifa del hombre en el vacío eterno, mientras acá el mundo continúa su negocio y el eco de Bowie, a lo lejos, sigue sonando indefinidamente en el espacio infinito, cantando "La Tierra está triste, y no hay nada que pueda hacer".