viernes, 26 de mayo de 2017

13 reasons why



       Varios críticos, entre ellos psicólogos, no estrictamente críticos de cine, se preguntan sobre la posible influencia que podría causar la serie en jóvenes que tienen o han tenido alguna vez la intención de suicidarse. Una de las psicólogas que ayudó con el guión de la serie, Helen Hsu, señaló, para rebatir esta idea, que adjudicar a la serie esa responsabilidad exclusiva sería del todo algo ingenuo, sobre todo considerando que existe internet a disposición de todos y para todo propósito. Se comienza a plantear así la pregunta sobre el quién. Sobre el quienes serian los responsables: la serie, la sociedad o los propios suicidas. Algo similar se podría decir en relación al fenómeno que produjo en su tiempo -guardando las proporciones- la novela Werther de Goethe. El sociólogo David Phillips en 1974, para referirse a la ola de suicidios que produjo la lectura de esa novela en los jóvenes, planteó la llamada tesis del "efecto Werther". Esta tesis consistiría en la existencia del efecto de la sugestión en la conducta suicida. Habría muchos casos de este efecto en la historia y en la cultura popular. Por ejemplo, en la publicación del libro The Aesthetics of Suicide (Eutanasia: la estética del suicidio) escrito por James A. Harden-Hickey en 1894, y que, según se cuenta, provocó que muchos lectores con pensamiento suicida pusieran en práctica lo leído por ellos en las descripciones del libro. Por supuesto que la tesis de David Philips, en ese sentido, no debería tomarse como una excusa para así limitar o suavizar ciertos contenidos artísticos por parecer demasiado fuertes para el público susceptible, como sí lo hace cierto sector de la psicología o ciertos baluartes de la moralidad. La serie 13 reasons why, de esa forma, lo que hace realmente es representar el aspecto crudo del fenómeno del suicidio desde una visión cinematográfica. Además, añade a ese visionado el contexto de la escuela junto a la problemática juvenil, la incomprensión y la inadaptación que la envuelve y que la engendra. Tiene ante todo, en palabras de la propia Helen Hsu, más bien un efecto catártico, en el estricto sentido del término, un reconocimiento de la tragedia vivida en el reflejo de Hannah Baker para que el espectador consiga reconocerse en ella y adquiera cierta conciencia posterior al efecto de la purga.

Ahora bien, la pregunta clave sería, en lugar del quien, más bien el por qué. La pregunta que ya había respondido, desde la filosofía, Albert Camus. El suicidio como el problema filosófico más serio. Donde se pone en juego la vida. Sin embargo, aun el porqué del hecho irrevocable del suicidio implica mucho más que una simple negación de la vida o la consecuencia de una serie de infortunios o adversidades vitales. Hannah en la serie graba 13 cassettes donde da a desconocer a modo de confesión todas aquellas razones por las cuales finalmente se quitó la vida. Junto a sus porqués van los quienes. De acuerdo a su sentir, las razones iban ligadas a las personas que según ella la traicionaron. En ese punto, los porqués tenían nombre e historia. Una vez revelados los cassettes, queda suspendido nuevamente el gran dilema: ¿Ella se mató, o la mataron todos? Clay entonces, enamorado de Hannah, vendría siendo el único que, contracorriente, deseaba escudriñar en su verdad hasta las últimas consecuencias, impulsado por su pasión amorosa.

Se podría armar un capítulo entero solo dedicado al conflicto irresoluto de este dilema, y complementarlo de hecho con una lectura acuciosa de Emile Durkheim en El suicidio. Aun así, el único territorio todavía inexplorado sería el del porqué, y no el del porqué relacionado a un quien, sino aquel arraigado en lo más profundo del corazón y de la mente del o la suicida. No hay respuestas definitivas a esa pregunta retórica, porque estas no alcanzarían a dimensionar el abismo personalísimo de la decisión entre la vida o la muerte. Hay quienes se suicidan sin aparente motivación o factor alguno. Incluso sin una psicología propicia. De hecho, sin que para ellos la vida haya dejado de tener sentido. Hasta por lo contrario: por su exceso de sentido. Hannah Baker es una más de las que encarna, figurada y literalmente, esa gran incógnita. Solo hay una escena que me queda dando vueltas, y es en la que ella, al final de una de las cintas, se pregunta sobre los epitafios en las tumbas. Decía que el de Bukowski fue sin duda el más significativo para ella. En él se dejan leer solo dos palabras: Dont try (ni lo intentes). Más o menos, como un resumen de su vida. Un escueto resumen sobre la vida y en cierta medida sobre la muerte. Decía que no alcanzaba a imaginar cómo sería su epitafio. Y quizá en ese no poder imaginar el futuro no seamos tan distintos a la hora de la verdad.

Nota al pie: Cuando Clay y Sheri realizan un trabajo para la escuela comentan un pasaje de "Todos los hermosos caballos" de Cormac McCarthy, una bildungsroman americana ambientada en las postrimerías del far west.