sábado, 13 de febrero de 2016

Sobre el amor y el olvido

En el libro Sobre el amor y el olvido, el doctor Román Reyes señala algo interesante: "Todo lenguaje (por oscuro y hermético que parezca) es efectivamente la objetivación de una relación". Hace todo un compendio del amor a partir de un ensayo sobre la comunicación, sobre su posibilidad y también sobre su límite. Pasa por hablar sobre el otro, sobre la palabra, el sentido poético, la psicología, la sombra, y finalmente, la máscara, el rostro. Abarca algo que solo logra comprender mediante un discurso y un argumento medio académico. Trata de imbricar el conocimiento libresco sobre el amor y el olvido con la experiencia física, la abstinencia de la carne con la de la palabra. Y justo cuando está en el orgasmo de esas reflexiones, hace una pausa. Relata una especie de cuento más íntimo. Lo hace literario para darle un toque menos frío, más cálido. Se balancea en la ebriedad del cuento para luego volver a la resaca del sentido, del sentido racional. En ese vaivén pretencioso trata de dar con el equilibrio, a ratos luminoso, a ratos opaco, del tan bullado amor. No nos alcanza nunca el lenguaje para expresar lo que sentimos, esa parece ser toda su verdad. El amor nunca se puede expresar del todo. Porque el lenguaje mismo es su límite. Porque en ese lenguaje precario puede ser a su vez posible, aunque ya esté ausente lo que quiso decir, lo que quiso decir a quien quiso amar. Y termina diciendo: "Solo allí aún habita la comunicación". (En olvidar la falta de significado, en olvidar de repente que el amor tiene un límite, el límite del mundo, el límite del lenguaje).