domingo, 6 de diciembre de 2015


Lo que sentimos en el corazón con la muerte de nuestros ídolos de juventud no es literalmente su muerte física, sino que el término de una etapa, como hubiese dicho Nietzsche, la imposibilidad de retornar eternamente a esa realidad, el hecho de haberla dejado sepultada para siempre en el recuerdo.