jueves, 9 de octubre de 2014

Nobel

Ni Tolstoi, Ni Proust, Ni Nabokov, Ni Kafka y Borges necesitaron del Nobel. A decir verdad, nadie realmente importante necesita ser premiado. De hecho, la categoría de "culto" implica un secreto: es influyente, pero subterránea. Los premios no debieran importar más que una bonificación de fin de mes, que un espectáculo pagado en medio de la juerga, que un acto de condicionamiento por refuerzo positivo a cierta manía de convertir en monolito a un autor o a un texto (ambos ficcionales). Sea quien sea que salga podría patentar la anecdótica vanidad de la escritura. Aunque, si fuese parte de un jurado extinto, declararía ganador a Kennedy Toole solo por haber nacido póstumo.