sábado, 26 de marzo de 2022

El poeta caníbal

José Luis Calva Zepeda, el llamado “Poeta caníbal” de México. Nacido el 69. A raíz de una infancia marcada por el maltrato de su madre y un abuso sexual, fue criando un odio parido hacia las mujeres, además de explotar una incipiente bisexualidad. Pese a estos problemas, consiguió estudiar, cultivarse y luego casarse. Tuvo dos hijas. Se separó pronto. De vuelta a la soledad, se refugió en la escritura: poemas y cuentos que ilustraban una retorcida visión de las cosas. Publicó posteriormente algunos libros, tales como Instintos caníbales, Prostituyendo mi alma, Réquiem por un alma perdida, Krish, el aprendiz de mago, Antigua, Caminando ando y La noche anterior. Escribió además historias de terror y obras de teatro. Sus poemas siempre los firmaba con el pseudónimo de “El Caminante”: “Algún día todos tendrán que seguir al Caminante”, decía en uno de sus fragmentos. Al inicio de uno de sus volúmenes, una línea indicaba: “Dedico estas palabras a la creación más grande del universo (que soy yo)".

Cuando conoció a su primer amor, Verónica Consuelo Martínez Casarrubia, ambos se enamoraron profundamente. La madre de Verónica nunca estuvo de acuerdo con la incipiente relación, pero ella no le hizo caso. Sin embargo, los problemas de carácter fueron minando a la pareja y, ese mismo año, Calva Zepeda asesinó a su enamorada para luego descuartizarla, cometiendo así su primer delito. Abandonó el cadáver desmembrado en Chimalhuacán, en el Estado de México. Allí lo encontró la policía y Calva Zepeda se convirtió desde ese momento en un prófugo de la justicia.

Una vez en la Colonia Guerrero, convirtió su casa en un escenario de terror: conservaba cuchillos, libros de brujería, veladoras, mucha droga y textos de terror inspirados en Lovecraft. En aquella zona conoció a su segundo amor o, mejor dicho, su segunda víctima: Alejandra Galeana Garavito. La chica se enamoró de Calva Zepeda, quien le escribía poemas y le juraba amor, sin sospechar que se trataba de su futuro asesino. Uno de los escritos del poeta que Alejandra conservaba en su recámara decía:

"Es la ausencia de tu cuerpo que me falta junto a mí.

El deseo de atraparte entre mi almohada y sus sueños.

Es tu mirada que se clava en mí como lanza de cazador".

Un segundo poema señalaba:

“Me cediste todas tus partes.

Tu aliento, tus uñas y tus ansias.

Me vestiste de ti y fui tu ave.

Canté tu canto que nunca calla”.

Convencida de su amor, Alejandra Galeana se fue de su casa para no regresar, dejó de responder las llamadas de su madre, quien tampoco estaba de acuerdo con su relación con Calva Zepeda. Una noche, ocurrió lo previsible: Calva Zepeda asesinó a su novia, y, al igual que Verónica Consuelo, la descuartizó sin piedad. Luego, decidió guardar el cadáver en su departamento. Al día siguiente, cocinó algunas de sus partes para el desayuno. Producto del hedor emanado del cuerpo de su otrora amada, los vecinos alertaron a la policía y finalmente fue detenido. Su cómplice homosexual, Juan Carlos Monroy, también fue procesado por su presunta participación en cada uno de los crímenes. Los medios bautizaron inmediatamente a Calva Zepeda, “El poeta caníbal”.

En la cárcel, comenzó a escribir una nueva novela: “Caníbal, el Poeta Seductor”, la cual quedó inconclusa. Uno de sus fragmentos rezaba: “Tienes frente a ti sólo dos opciones: vivir o morir. Morir es sencillo y no es necesario dejar de respirar para hacerlo. Sin embargo, para vivir es necesario morir”. En esta novela manuscrita, Calva Zepeda narraba la historia de un bebé recién nacido que fue abandonado por su madre y rescatado por una perra callejera. Posteriormente, el personaje fue criado por un bibliotecario, quien le pone el nombre de Dante y le enseña a leer y a escribir, inculcándole el valor de la poesía. A partir de entonces, Dante comete su primer crimen, dejando junto a sus víctimas mujeres un poema escrito sobre la piel. Toda una novelesca declaración de principios, tensionando o desafiando el límite entre ficción y realidad. Increíblemente, a la cárcel lo iba a visitar una joven llamada Dolores Mendoza, su nueva admiradora, quien afirmó ante los medios de comunicación que nunca vio en Calva Zepeda a ese caníbal del que tanto hablan, sólo a un hombre bueno y sensible.

Pero la historia del Poeta caníbal tuvo un final de lo más bizarro. Tras el asedio de los internos, Calva Zepeda aparentemente se suicidó, durante el año 2007. Apareció ahorcado con un cinturón en su celda. Dejó dos notas póstumas, dirigidas a su madre. La primera aseveraba: “perdóname, mamá”. Su segunda nota afirmaba: “Estoy resuelto a irme, no soporto más el peso de mi desgracia (...) no puedo escribir más, me voy y perdón por el dolor tan grande que les causo”. Al funeral llegaron los familiares de las víctimas, exigiendo ver el cadáver de Calva Zepeda en el ataúd para cerciorarse de que estuviera realmente muerto. Al sepelio asistió además su hermana Claudia, pero no su madre. Tampoco fue ningún sacerdote. Sobre la tumba, cubierta de flores, destacaba una corona que la familia de Calva Zepeda colocó, ostentando una leyenda que decía: “Poeta seductor”.

Uno de sus fragmentos más significativos nos permiten interpretar su macabra lectura de la realidad:

“La diferencia entre la vida y la muerte es blanca, se evapora en un instante y pesa solo un gramo. Ahí estaba yo sentado frente a mi única opción. Ahora dime, mi querido lector, ¿tú, estás en la bienaventuranza o en la tribulación? Y... si estás seguro del lugar en donde te encuentras... ¿Estás con el diablo o estás con Dios?”

Otro caso problemático de escritor psicópata, de poesía, literatura y maldad. Un Jack Unterweger mexicano, solo que nunca “rehabilitado”, solo que nunca “comprendido”. ¿Qué hubiera escrito Bolaño sobre Calva Zepeda?


Realismo, que no buenismo.