martes, 30 de diciembre de 2014

Nadie habla de inspiración

Nadie habla de inspiración, esto no es sino un susurro de días oscuros, ya nadie cree en los genios, incluso decir que todo está dicho resulta redundante... ya no se cree en el poeta como demiurgo, sino al que escribe como paria o funcionario, exiliados de la república de la seguridad, buscan su nicho en los rincones y en las afueras, siempre merodeando lo que no les pertenece por decreto: la belleza y el tiempo.

lunes, 29 de diciembre de 2014

Camino cintura

Recorrí el camino cintura, más corto de lo que parece en realidad, ya que el resto del camino continúa con la archiconocida Avenida Alemania. Me reencontré con la intersección entre ambas direcciones, en el sector de Cerro Alegre, justo arriba del hospital Alemán, donde se supone estuvo internado el gran y olvidado Pezoa Veliz y donde dicen que también nació el pobre diablo que deletrea esto, el lugar donde otrora recordara, en el pavimento, tantas idas y venidas, imaginando que fugarse al plan era desafiar todo pronóstico.

Di la vuelta por la Plaza Bismarck, la plaza como testigo de un viejo amor en la cuadra, pero la velocidad no admitía melodramas. Continué y doblé hacia Florida: el teatro Mauri abandonado, el colegio y el departamento de Neruda. Un fumador en la esquina invitaba a descansar. Seguí sin mirar atrás. Pasando por un clásico auditorio, recordé que planeamos una tocata, allí donde hacían juntas vecinales. Nada lo suficientemente prosaico, excepto las aberraciones de asfalto en medio de las curvas de la avenida, allí donde era un terreno baldío y se envolvían las obligaciones entre papelillos.

Llegué hasta donde estaba el colegio. Un perro asustado era el único que advertía mi regreso. Bajé hacia Bianchi, la casa quemada de la ex compañera, el barrio donde para cruzar había que esquivar la micro. Yo, por supuesto, vivía justo abajo de la curva. En esa maniobra, pensábamos acelerar nuestro rito, en la escalera para descender al plan, como si con eso se acelerara la noche para la diversión.

Las señales de ruta desaparecieron con la tarde. Aceleré la marcha, la esperanza me divisó, pero fui más rápido, puesto que desafié al tiempo.

martes, 23 de diciembre de 2014

A Chomsky se le criticaba, durante las pruebas de gramática, que, por un lado, se declaraba anarco sindicalista y anti sistema y, por otro, establecía jerarquías gramaticales con sus modelos lingüísticos. En la desesperación académica subyacía el animal salvaje que toda escritura reclama, pero en el mismo proceso se sacrifica la lógica de ese su sistema. El universo de esa lógica, tan poco anárquica en la realidad pero coherente en la abstracción, expresaba dos facetas de un mismo rostro. Rechazábamos el orden abstracto porque solo veíamos el impulso revolucionario, siempre tan agramatical, pero potencialmente infinito. Lo recuerdo ahora que leo algo sobre un discípulo de Chomsky, y presenta también un lado b: lingüista, pero poeta. En uno de sus libros señala que "el lenguaje sirve también para no hacer sentido". Se llama "Cualquier hombre es una isla". Un libro de lingüística, pero también de poesía. En el fondo, a pesar de reprobar el ramo, la anarquía también tenía su propia gramática, su estructura profunda.

martes, 16 de diciembre de 2014

La poesía no salva a nadie



A estas alturas del año comienzan los discursitos celebratorios y funerarios... y no quise ser menos aportando mi granito de arena a semejante playa de exhibicionismo. Seré breve: el rock and roll fue lo que me salvó de la debacle personal: nada más. Era mejor dicho el germen para la carrera imaginativa que explotaría después. En el colegio era o escuchar tu propia música o pertenecer al clan popular. No puedo decir lo mismo de la poesía... no había una noción exacta: lo más cercano a ese conocimiento era la improvisación lírica. La palabra sonaba a refinamiento, a afectación en un espacio donde todo se medía a través de la vara del carácter. La leía prácticamente a escondidas. Solo podía intuirla como algo demasiado elevado o como algo, por el contrario, demasiado hondo. Algo así como un cielo de noche o un callejón repleto de desconocidos.

"La poesía no salva" me decían. Y yo sostengo que no es esa precisamente la cualidad que mejor define la incertidumbre y el ansía de puro presente de esa desesperación juvenil. A esa edad y en ese contexto nadie desea la salvación, menos en manos de unos reformadores que llegaban con la palabra "poética" como si fuese un evangelio secular, no en ese sentido de dependencia. Validación creo que es la palabra, y la palabra debía manifestarse en ese mismo espíritu disléxico, con el mismo carácter de esa ingenuidad, de esa abundancia de actitud. Para algunos era el arte de improvisar junto a su clan, cantar a las cuatro esquinas la miseria y el día a día de los renegados de la ley, y por extensión, del Arte (lo que llevaba mayúsculas era una irrisión, la palabra poesía solo era una interjección, un grito, un estilo, al igual que la palabra dios) Para mí, entre otros, los que no andaban en la calle, era un altavoz de la vida personal, no era ninguna clase de ayuda, (odiábamos la educación mediocre que se nos impartía), era un nicho secreto a partir del que se conspiraba contra algo o alguien sin saber exactamente por qué. La riqueza de esa confusión y la adversidad de esa precariedad era lo que ellos entendían por estilo, y lo que a la larga yo entendía por poesía. El ritmo era inseparable, se cortaba y allí no quedaba nada. Por lo mismo, la poesía no salva, no conduce a ningún paraíso ni infierno, ningún educador vivía realmente allí donde impartía su lección, ninguna entelequia universitaria podía expresar la sensación de perplejidad al doblar cada esquina como la última, y sin embargo seguir al otro día como si el barrio supiese oler tus emociones, no precisamente lo que pensabas. La poesía le ofrece a tu caos personal la posibilidad del ritmo y de la imagen. Es una maldita iniciación que no admite graduados.

miércoles, 10 de diciembre de 2014


Los conceptos de poesía, de verosimilitud, más antiguos que la rueda, y sin embargo todavía indescifrables, parecemos aún niños de pecho intentando morder las significaciones... demuestra que milenios de progreso y de sofisticación tecnológica no pueden empañar el misterio de misterios: el lenguaje.... se usa y sin embargo se desconoce a fondo, tal como la historia su contraparte aristotélica... es la angustia de las influencias, e incluso más... el pasado conlleva su propio olvido, concientes de toda la carga ancestral no se podría vivir, avanzamos hacia cualquier parte con amnesia sin perder del todo el recuerdo.... lo digo mientras olvido si era fin de semana u otra día "productivo" más en la rueda sucesiva que a la vez me impuse y me fue dada, por unos cuantos burócratas conocidos, que por supuesto de verosimilitud no saben nada pero sí cómo fabricar realidad....




viernes, 5 de diciembre de 2014




No hay curriculum ni objetivos ni pruebas ni métodos de control que sorteen la frontera más distante y a la vez más profunda: la del pensamiento propio.... no hay necesidad de leer mucho para descubrirlo, es solo cuestión de agallas, sin esa preciada facultad, el saber es solo contrabando.


Todavía persiste cierta idea, no sé si en la cultura popular o en el inconciente colectivo, de que el acto de pensar es algo que demanda inactividad, que es obra de entes inactivos y prácticamente exiliados de la vida... por eso se representa a los "pensadores" como serios cuando eso tiene que ver más con el carácter que con el pensamiento, siempre impredecible... recuerdo que leí algo sobre Ortega y Gasset quien había dicho que el clásico Pensador de Rodin se trataba más bien de un hombre "preocupado" que de un pensador, algo así como que estaba "pensando en el salto de acróbata que iba a dar"... la figura del pensante como serio y estático es antigua, incluso arcaica... Nietszche en cambio reivindicaría el "pensamiento caminante y festivo", cosa que le critica a Flaubert llamándolo nihilista al enterarse de que este solo podía pensar sentado.
Quizá el punto de inflexión para un autor: cuando pasa de sustantivo a adjetivo... como ayer a raíz de un estudio que buscaba explicar científicamente que leer a kafka te volvía más inteligente (y curiosamente, más desesperado, debido al hecho de que las neuronas debían encontrar salidas inauditas a situaciones que el sujeto no podía controlar)
Pensé que la ciencia psicológica sería de hecho más kafkiana al intentar ser objetiva sobre una producción que pertenece al lenguaje literario, con todos sus laberintos y abismos.
Más allá de si era cierto o no el estudio, el propio discurso científico alcanza así cuotas de ficción al encarnar en si misma la esencia de la obra del checo, su insufrible paradoja.
Un amigo replica entonces que "solo bastaría con el aumento de sueldo de los parlamentarios como evidencia del absurdo general". De esa forma, Chile se gana el adjetivo de kafkiano; luego, el mundo entero en la actualidad sería kafkiano; Y no al revés.



En el fondo el misterio sigue siendo cómo es que se existe un día siguiente. Al dormir apostamos a que se amanecerá íntegro, vivo, que el mundo conocido será el mismo, que tendrás que trabajar donde mismo y por lo mismo. Nadie sabe lo que ocurre en el lapso del sueño, es el único momento de incógnita y de libertad absoluta. Si nos pusiésemos a pensar en todos los factores o variables que nos rebasan, acabaríamos locos. Simplemente no se podría vivir. El conocimiento en ese extremo acaba neurótico. Se necesita a cada minuto una cuota de imaginación e incluso de fe para no desfallecer en el próximo paso fuera de casa, para no temer la intuición del fin esperando a la vuelta de cada esquina.