jueves, 14 de septiembre de 2017

Llamadas

Llamadas perdidas desde diferentes números desconocidos, durante el lapso de no menos de dos semanas. No contesto ninguna de ellas, ni tampoco me tomo la molestia de devolver las llamadas, más por desconfianza que por falta de interés auténtico. Unos llamados telefónicos tan insistentes no deben ser de nadie cercano ni amigable. (no acostumbra a llamar nadie de forma tan reiterada y sistemática) o tampoco nada tan íntimo que implique la vida o la muerte. Ante el desconocimiento de esos interlocutores frustrados, colijo que pueden ser solo tres opciones posibles: cobranzas, publicidad o avisos laborales, con una mayor probabilidad de que sea la primera, considerando la cantidad de tiempo en que he dejado madurar las deudas del célebre crédito como si fuesen raíces sin límite de suelo, sin otro suelo que el que voy pisando día a día camino a una gravedad latente. De ese modo mi negativa se vuelve pasiva. Simplemente hago caso omiso de esas llamadas incógnitas, buscando que el desvío tome su curso natural inevitable y desemboque alguna vez en el silencio absoluto, cuestión que en el fondo solo aumentará el misterio respecto al origen o al por qué del asunto. Como sea, permanezco sin contestar, manteniendo una normalidad inquietante pero a la vez dilatando la incertidumbre. Se puede vivir tranquilo negando la existencia del problema, pero también se puede vivir activamente, con la duda a cuestas.