lunes, 8 de enero de 2024

Hacia una reivindicación de los Estudios literarios hispanoamericanos y contra la deconstrucción cultural y académica del decolonialismo

Al ayudarle a mi polola a realizar un punteo de contenidos para Teorías sociales, llegué a la Unidad sobre Decolonialismo y contribución del pensamiento latinoamericano. Allí se proponían una serie de autores que postulaban ideas contracorriente a lo que ellos llaman “colonialismo” en el ámbito académico. Ramón Grosfoguel, por ejemplo, postulaba la idea de que para desarrollar un pensamiento latinoamericano, había que abogar por una “pluriversidad” y una “descolonización del conocimiento”. Para ello, se debía incluir saberes y epistemologías marginadas por las perspectivas eurocéntricas. Saberes y epistemologías, digamos, más propios, acordes a la tradición filosófica de nuestras latitudes.

El desarrollo de estos postulados se realizaba justo después de la Unidad sobre Ideología, Poder y Dominación. Dentro de dicha unidad estaban, justamente, autores europeos con inspiración en la Teoría Crítica y críticos del proyecto ilustrado en la línea de Bordieu, tales como Immanuel Wallerstein, de quien Grosfoguel tomó precisamente su idea sobre el “Sistema Mundo Moderno”, algo muy parecido a la idea de “globalismo”, aunque desde la vereda política de izquierda posmoderna.

De pronto, me hizo ruido el hecho de que los principales inspiradores del decolonialismo del pensamiento latinoamericano tengan su origen en Francia y Alemania. Ninguna mención, claro está, a la tradición española. Y he aquí el punto. Las cátedras humanistas de las universidades, al menos las que me ha tocado presenciar, abarcan necesariamente aquella línea de la “deconstrucción” aplicada al corpus y a la literatura latinoamericana, pero obvian el hecho de que los llamados “estudios culturales” hayan reemplazado los “estudios literarios”.

Esta es la problemática ya esbozada por el académico español Jesús G Maestro en su libro Crítica de la razón literaria. Para él, dichos estudios culturales no han sido otra cosa que la coartada para disolver la tradición hispanogrecolatina, al momento de abordar la Literatura desde la crítica académica. Según esta tesis, lo que se da a conocer como Anglósfera (un Sistema Mundo Moderno de corte anglosajón) habría influido en la academia de estudios literarios latinoamericanos con un fin geopolítico: desplazar la cuestión hispánica al punto de englobarla dentro del eurocentrismo y cuestionar su legado sobre el espíritu de nuestros centros de pensamiento.

De ese modo, una literatura y una crítica literaria desarraigada de su tradición hispánica sería mucho más influenciable por estos nuevos agentes de pensamiento decolonial, todos de manufactura europea. Paradójico: el decolonialismo académico apunta a liberarse del yugo mental de los colonizadores pero reproduce sus mismas categorías bajo la forma de la disidencia y la contracultura. Ese es el nuevo fraude que hay que combatir. Porque el decolonialismo mirado desde la deconstrucción de la cultura occidental obedece, precisamente, a los intereses disolventes de aquello que pretende superar y, mientras tanto, Hispanoamérica, sí, Hispanoamérica, persiste desarraigada, estoica en su profusa creatividad, en el fuego cruzado de los huincas ideológicos, que pretenden hacerse de su “literatura” y de su “barroca” naturaleza.

Jesús G Maestro apostaba a reivindicar la milenaria herencia grecolatina de nuestra lengua y de nuestra literatura, con el fin de levantar con dignidad unos estudios literarios dignos de los grandes referentes hispánicos e hispanoamericanos. El combate contra la babel globalista se tiene que librar también en el campo de la literatura y de la crítica literaria.