domingo, 24 de diciembre de 2023

"Tú te mantienes en el amor como la tempestad

se mantiene en el relámpago:

en la noche fragmentaria y equívoca".

Braulio Arenas, "Una Mansión Absolutamente Espejo Deambula Insomne por una Mansión Absolutamente Imagen".

Reseña de poesía: Los extraviados (2023) de Claudia Vila Molina

“Ahora que estamos en otro sitio

Ahora que los caminos se divisan

Abro mi cuerpo y dejo salir a la noche

Desde allí múltiples seres emergen”.

Hay unos versos del poeta Rafael Cadenas que bien podrían rimar con el sentido general del libro “Los extraviados”: “Tanteas / como ebrio / en la ruta del extravío / (así se llama / nuestro segundo nacimiento)”. Si nos remitimos al título, la hablante desarrolla la idea de la poesía como extravío, y no se limita a señalar su concepto, sino que lo personaliza en un yo colectivo, de manera que consigue aglomerar las múltiples voces patentes en el poemario bajo esa tónica y logra además identificarse con los muchos símbolos e imágenes que se desprenden de ella. En efecto, podría decirse que la hablante lírica también percibe en la ruta del extravío un segundo nacimiento, un “renacer en el poema” pero hacia una vida repleta de misterio, duda, incertidumbre, visión y pasión.

El poemario se distribuye en capítulos, a modo de recorrido náufrago o de árboles en medio de la oscuridad del bosque. La hablante, en ese transcurso, proyecta espacios ancestrales, ciudades fantasmas, dioses y hasta pesadillas. Un tiempo y una época primigenia se deja vislumbrar en esos parajes, además de una visión poética que trabaja sobre la impresión onírica, la memoria y la evocación lírica.

La mirada de la hablante apunta hacia el extravío, hacia distintas direcciones, en diferentes estaciones del año y diferentes tiempos, aunque también se asienta en patrones recurrentes, en simbolismos que pululan cual espíritus a través de esos lares. Así, se habla desde la profundidad del sentido, de la imagen y de la voz, hasta llegar a lo más alto, lo sublime, las “Altas esferas”. En su poema “Límites” señala: “Al norte de los sueños/inventamos una historia/nos acercamos al borde/de esta escenografía”. Por lo tanto, el aspecto onírico de la visión poética y su dimensión teatral se manifiesta en el escenario del mundo representado a través de los poemas.

Algo destacable de Los extraviados es que se propone subvertir la propia forma del poema, integrando, en ocasiones, la prosa poética para darle curso a un vuelo narrativo en consonancia con las memorias y las evocaciones presentadas. En la pura línea de los surrealistas, la hablante apuesta por el desborde de la imaginación y la profusión de metáforas para configurar un paisaje posible, un paisaje interior volcado sobre lo externo, su más puro reflejo y también su sombra. De ese juego de dualidades, de encuentros y desencuentros, de apariciones y desapariciones, se celebra el desconcierto, la transgresión en la forma y en el contenido, su ocultamiento y su revelación.

Hay una parte que contempla más de la mitad del volumen del libro. Se llama Media luz. Allí una serie de poemas vuelven sobre la tónica comprendida en la primera mitad. Sin embargo, hay algo único: la proliferación de imágenes poéticas que invocan ideas duales como el silencio y la voz. Así también, se vuelve mucho sobre el ensueño y el despertar; la ilusión, la duda y la verdad, en conjunto con las tinieblas y la oscuridad. La hablante se adentra en parajes reconocidos y en sensaciones encontradas, que le causan asombro, nostalgia, deseo y, al mismo tiempo, una resonancia de un tiempo y una época perdida, pero restaurada a cada instante con la vibración del ritmo y la imagen. Vuelve a ser patente, de esa manera, el recuerdo, el olvido y la memoria.

Los elementos de la naturaleza cobran fuerza y poder de expresión creativa, al aludir al bosque como lo salvaje y lo indómito, el viento, la ráfaga y, por sobre todo, la noche, que sería un símbolo de lo inconmensurable, lo absoluto en su densidad: “Abro mi cuerpo y dejo salir a la noche/Desde allí múltiples seres emergen”, reza la hablante en Incierto. Esos seres bien pueden ser los extraviados, o las voces que pugnan por hacerse escuchar o por manifestarse en la realidad invocada.

Para que algo se haya extraviado, tiene que haber tenido, previamente, un camino, un sendero, una dirección que se perdió. Tal motivo se deja entrever en Media Luz, cuando la hablante se refiere al destierro y además al regreso improbable, simbolizado en la naturaleza y en alusión al mar. Siempre los elementos naturales son aludidos, en su recorrido, bajo su errar. Un viaje por el mar significa naufragio. La concepción de los espacios incluso se presiente en Universos paralelos, con un halo de misterio y en casas abandonadas.

La figura del peregrino está latente, toda vez que se expresa un andar por desiertos, por pueblos, por espacios en total abandono. En ese proceso hay un ir y volver, un destino entre mítico y determinista. El forastero se vale del viaje. El tren recorre tierras extrañas y se detiene en estaciones sin lugar determinado. El navío naufraga por el Viento Sur. Se alude a la Cordillera, imponente, absoluta. Una pura referencia a Valdivia sitúa este peregrinaje en un punto geográfico austral de nuestra patria.

Por otro lado, se alude a Valparaíso, porque el mito del puerto no podía quedar exento en el mapa simbólico y poético de la hablante. En ese recorrer se intuye la pérdida, “la vieja pesadumbre” de estar yendo y viniendo una y otra vez, sin cesar, y constatar, mientras tanto, la arremetida del tiempo sobre las cosas, dignificadas solo por el sueño constante de sus transeúntes, que contrarían el avasallante curso del devenir.

El viaje errático, el extravío de los extraviados y de la propia hablante en el poema configura, además de un mapa poético y onírico, un mapa psíquico y arquetípico. La figura de los padres, se revela cual vuelta a los orígenes. Se les llama “padres del tiempo” y con todo sentido, porque: “aunque el tiempo nos abandona/(en medio de la carretera) no podemos reaccionar/entonces callamos hasta que se patenta el miedo/y perece el niño que fue parte de nuestra nostalgia”. Así reza Tribunas en Media Luz.

El miedo ante la pérdida se deja entrever aunque con una emoción trágica. Se acepta el presentimiento de la muerte y la necesidad de volver sobre los orígenes. Por lo mismo, la figura del padre aparece invocada para situar un arraigo posible y una pronta dirección, en medio del discurrir interno y en medio del caos.

En suma, la poética desplegada por la hablante, a lo largo de Los Extraviados, se halla sugerida y no explícita. Claudia Vila se esfuerza por ofrecer una búsqueda poética sin temor al extravío, a la pérdida, al reflejo caduco, a la sombra y al vagabundaje vital y existencial. Más bien, la poética desplegada en estas palabras y en estos versos se transforma en una visión absoluta sobre el extravío del ser o de los seres en sus existencias. Ella, nuestra autora, no teme la incertidumbre, la abraza. No teme la condición fantasmagórica de los eventos, de los lugares y de las personas pasadas, las invita a su concierto de imágenes, a su torrente de emociones que riman en sueños y visualizan otras veredas y otros significados posibles.

Claudia Vila en Los extraviados consagra, con una poesía lúcida y creativa, el triunfo de la imaginación, por sobre el camino recto de las mentes uniformes, porque la poesía siempre apostará por el extravío, porque en el extravío está la vida y la muerte, porque la poesía, como diría Federico García Lorca, “es el misterio que tienen todas las cosas”. Es preciso extraviarse, es preciso perderse para preñarse de ese misterio.


Mohamed M. Sarr: “Bolaño es el escritor que más ha significado para mí en los últimos 10 años”

"La literatura es una batalla perdida de antemano, solía decir Bolaño. ¿Qué piensa de esta idea?

La literatura se asemeja a una batalla perdida de antemano, pero es precisamente por eso que hay que librarla absolutamente. Los libros habitados siempre se enfrentan a una forma de horror o sufrimiento, que también puede ser el otro nombre de la belleza. Todo esto no excluye ni la gracia ni la alegría, pero en el fondo, creo que escribir es siempre una manera de entrever la inmensidad del “sol negro de la melancolía” (Nerval lo escribió en El desdichado) que brilla sobre el mundo. Solo entrever. Antes de poder decir algo, la literatura pierde, muere. Porque no es suficiente. O porque no se le presta gran importancia. O porque los escritores son débiles. Y los lectores también. ¿De qué valen las frases y los personajes frente a la violencia del mundo? ¿Frente al poder del dinero? Sin embargo, y Bolaño lo entendió y expresó maravillosamente en sus libros, lo que se mantiene frente al horror ya es heroico. Un heroísmo risible, romántico, sin salida, pero que tiene la preocupación de mirar hasta el final. Las grandes obras se mantienen frente a lo desconocido sabiendo que no lograrán aprehenderlo completamente. Pero su intento, aunque sea fallido, siempre plantea una nueva pregunta existencial en nosotros."