jueves, 23 de mayo de 2024

En el documental de Antares de la Luz noté un esfuerzo por "humanizar" a los implicados en el caso, alegando "delirio místico compartido", una de las principales tesis de la defensa. Ciertamente, el caso marcó un precedente: se dice que cometieron el "primer sacrificio humano" en Chile, que pretendían redimir al mundo de su destrucción previa fecha apocalíptica, que todo fue producto de un ritual de Ayahuasca, patrocinado por un líder espiritual altamente tóxico. Sin embargo, creo que el documental no abordó de manera efectiva algo que hubiese sido mucho más profundo: el comportamiento sectario y su proyección en sociedad, reflejado en el "binarismo" como estilo de vida. Estaba mal tener una posición económica y, a la vez, también estaba mal no tener ninguna. La devoción hacia un líder absoluto era, para los sectarios, la única forma de progreso, algo que puede encontrar su paralelismo en la concepción maniquea de la política que ha ganado terreno en los últimos tiempos: o eres facho o eres progre, o te adhieres al nuevo candidato mesiánico o "te diste vuelta la chaqueta". O estás conmigo o estás contra mí. La secta de Antares de la Luz fue, quizá, solo el reflejo de un mal endémico, el mal del dogmatismo "malviajado".