¿Y qué pasaría si te dijera, querida, que todo lo que deseábamos cambiar de este marchito país, todos esos bríos entusiastas, todas las pancartas que tan ansiosamente seguíamos y animábamos en nuestras pocas marchas juntos por las calles, no fueron sino la sutil ingeniería social de unas cuantas redes de influencia incomprensibles a nuestro entendimiento?